Aprenda a controlar su orgasmo para beneficiar su salud
Aprendiendo a conocer su cuerpo logrará sacar mayores beneficios de las sustancias que se liberan durante el clímax
El término biohacking hace referencia al proceso mediante el cual podemos incidir en el funcionamiento de nuestro cuerpo para obtener determinados beneficios que redunden en la mejora de nuestra salud y bienestar. Con el denominado 'biohackeo', podemos llegar a sentirnos mejor: más enérgicos, más productivos, más relajados… Para conseguirlo es necesario adoptar hábitos de vida saludables: tener una buena alimentación, hacer ejercicio y descansar bien. Aunque estas no son las únicas vías. Hay otra mucho más placentera: el orgasmo.
Así lo afirma Alisa Vitti, una nutricionista estadounidense que se define como experta en hormonas femeninas, en su libro WomanCode, en el que ahonda en el concepto del autocontrol hormonal. Restulta que una de las formas de controlar nuestras hormonas es a travñes de los orgasmos y es posible —según Vitti— entrenarse y aprender a sacar lo mejor de ellos.
Los orgasmos, más allá de placer, nos suministran sustancias como el óxido nítrico y la oxitocina. El primero es un vasodilatador que favorece que la sangre fluya hacia la zona genital, haciéndola más sensible y propiciando la erección en ambos sexos. La segunda es una hormona que genera altas dosis de bienestar y que está muy vinculada con las relaciones sexuales, amorosas, de reproducción y a la lactancia.
"Es un hecho comprobado que la oxitocina incrementa la respuesta sexual humana. Un estudio de finales de los años ochenta ya demostró que los niveles de oxitocina se incrementaban significativamente durante la excitación sexual y de forma máxima durante el orgasmo, tanto en hombres como en mujeres", afirma la psicóloga y sexóloga Zoraida Granados directora del Gabinete de Psicología CoNpasión.
Sin duda resulta impresionante la cantidad de mecanismos que se ponen en marcha en el organismo cuando sentimos excitación sexual, explica Granados: "Los nervios de los genitales envían, a través de la médula espinal, información al cerebro. Este produce dopamina, un neurotransmisor que desencadena la liberación de oxitocina y adrenalina y genera la producción de la hormona GnRH (hormona liberadora de gonadotropinas). A su vez, la GnRH controla la secreción de más hormonas que inciden en la ovulación y estimulan la secreción de esteroides. Y estos, en un ciclo de retroalimentación positiva, provocan de nuevo la liberación de más oxitocina".
Las hormonas liberadas por el orgasmo mantienen sano el sistema cardiovascular
Una cascada de sustancias y sensaciones que redundan, según la Fundación Española del Corazón (FEC), en evidentes mejoras para la salud: el sexo satisfactorio reduce el estrés, favorece la salud emocional y constituye un ejercicio aeróbico que favorece la quema de calorías. "También se ha comprobado que la práctica sexual periódica ayuda a reducir las probabilidades de padecer un infarto", dice Ignacio Fernández-Lozano miembro de la FEC y de la Sociedad Española de Cardiología.
Hay varios estudios internacionales al respecto. En 1976 se relacionó la falta de orgasmos con un mayor riesgo de problemas cardiovasculares en mujeres. Tras estudiar a un grupo de 100 mujeres que habían sufrido un infarto se descubrió que el 65% no sentían placer durante el sexo. En el grupo de control de mujeres sin problemas cardiovasculares, en cambio, ese porcentaje era del 24%. Y esto no es algo que afecte solo a las mujeres: otra investigación mucho más reciente —de 2010—, publicada en el American Journal of Cardiology, concluyó que los hombres que mantenían relaciones sexuales dos veces por semana tenían hasta un 50% menos de probabilidades de sufrir un infarto que aquellos que lo hacían una vez al mes.
Durante el orgasmo, afirman desde la FEC, no solo se libera oxitocina, sino también otras hormonas como la adrenalina, las endorfinas, que actúan en nuestro organismo como vasodilatadores, permiten una mejor circulación de la sangre y evitan así la formación de coágulos. "La mejora de la circulación junto a la sensación de felicidad provocada por la secreción de estas hormonas ayuda a mantener una mejor salud cardiovascular", añade Fernández-Lozano.
Pero…¿controla su mecanismo?
Todos estos beneficios se pueden mejorar si conocemos nuestro cuerpo y entendemos su funcionamiento. El problema —según Vitti— es que la mayoría de mujeres no comprende cómo funciona su propio proceso de excitación sexual. Aprender a usar esa mecánica nos permitirá disfrutar más del sexo y sacar mayor rendimiento de los orgasmos, opina Vitti.
Algo que refrenda el doctor Santiago Palacios del Instituto Palacios de Madrid, centrado en la salud de la mujer: "Es básico saber escucharnos y conocer el propio cuerpo, no solo para obtener mayor placer sino para cosechar los máximos beneficios para todo el organismo. Y, efectivamente, el ejercicio, el relax y el placer asociados al orgasmo son todo aportes positivos para el cuerpo, tanto para las mujeres como para los hombres".
Para conseguir los máximos resultados deberíamos ante todo olvidarnos de muchos estereotipos, como por ejemplo los que se derivan de la pornografía y que, según Vitti, no representan para nada el funcionamiento de la sexualidad femenina: pasar del cero al clímax en un plis plas es una idea que no cuadra en absoluto con la realidad.
Granados está de acuerdo con ello, disfrutar del sexo conlleva "centrarse y olvidarse del mundo de inmediatez, prisas e hiperconectividad que nos rodea. Y desde luego de los clichés de la pornografía, que presentan un sexo rápido y mecánico, en el que las mujeres aparecen siempre dispuestas, lubricadas, siempre alcanzando el mayor de los orgasmos, pero también de los estereotipos relacionados con la idea del amor romántico, en el que predominan roles en los que la figura masculina es activa, y la femenina, pasiva".
Tumescencia, meseta, orgasmo y resolución: las fases de la excitación
Los estudios realizados por Masters y Johnson, los padres de la sexología moderna, concluyeron en la década de los 60 que la excitación sexual pasa por cuatro fases distintas: la tumescencia, la meseta, el clímax u orgasmo y la resolución, explica la sexólga y portavox de LELO, Valérie Tasso
Durante la primera fase los vasos sanguíneos se dilatan y hay un acúmulo de sangre en la zona genital, similar al proceso de un hombre que tiene una erección. A continuación se alcanza la meseta, en la que los niveles de excitación se van incrementando hasta llegar al orgasmo, la tercera fase. Por último, llega la resolución, un período de descanso que relaja todas las terminaciones nerviosas tras tanta agitación.
Recalando en la meseta orgásmica
Es en la segunda fase, la de la meseta, en la que debemos centrarnos para poder obtener los mayores beneficios: "Es la parte más beneficiosa en términos de hormonas es sin duda, pero en cambio es la fase por la que pasamos a mayor velocidad", explica Vitti.
Para poder alargar esa etapa, Vitti recomienda entrenarse mediante dos sesiones masturbatorias semanales de unos 20 minutos de duración, en los que el objetivo es lograr, en una escala placentera del 0 al 10, mantenerse en la fase de meseta el máximo rato posible y entre los niveles 5 y 8. "Eso hará que se genere al máximo óxido nítrico y oxitocina en el cuerpo y obtener todos estos maravillosos beneficios del biohacking", afirma.
El óxido nítrico reduce la inflamación, aumenta la circulación y protege la salud cardiovascular
El doctor Santiago Palacios coincide con el hecho de que la autoexploración nos ayuda a entrenarnos para alcanzar con mayor frecuencia esos picos de máxima producción de esas sustancias tan valiosas, aunque opina que lo de las veces por semana es más una indicación, una pista, que no una verdad contrastada. A corto plazo, el óxido nítrico reduce la inflamación, aumenta la circulación y protege la salud cardiovascular.
"Si en la fase de meseta nos centramos en la idea del disfrute sin prisas, regalándonos cuidados y atenciones, propias o recibidas —añade Granados— nuestro cuerpo aprenderá de ello, y sabrá recibir y a demandar en el grado, intensidad y manera que desee. Todo eso mejorará la salud propia, así como nuestras relaciones con los demás y los estilos de afrontamiento. Si practicamos esa aptitud, conoceremos mejor nuestro cuerpo y sus reacciones, y por ende, podremos equilibrar y ajustar nuestras carencias, necesidades y excesos".
Alisa Vitti opina que, para alcanzar un cum laude en esa práctica, la autoestimulación es lo ideal. Aunque, añade, también puede funcionar si tienes una pareja lo bastante hábil y capaz para concentrarse en ti durante 20 minutos. "Pero tendrás que ser muy elocuente al especificar cuándo alcanzas el nivel 5 /8 en esa escala. Puede ser divertido, sin duda, pero hacerlo una misma te hace sentir poderosa".
La oxitocina: la hormona del placer amoroso
"La oxitocina se produce en el hipotálamo, y es necesaria en situaciones tan vitales y de supervivencia de la especie como el parto y la lactancia; por eso está relacionada con la afectividad, la ternura y la fidelidad", explica Zoraida Granados. Es una hormona de función estimulante que actúa en muchas partes del cerebro y la médula espinal.
"Es responsable del buen humor, la risa, estimula la circulación del esperma y la contracción de la musculatura pelviana femenina y, por otro lado, provoca un aumento de la frecuencia cardiaca, la sudoración de zonas como axilas o ingles y la respiración se acelera. Como respuesta a todo esto el cerebro comienza a segregar endorfinas y encefalinas que son moléculas neuromoduladoras que producen analgesia y una sensación de bienestar", señala. Pero eso no es todo.
"Además, está implicada directamente en la creación de los lazos sociales —amigos, familia, pareja— y en el aumento de confianza entre los individuos. Quizás por esta razón nuestras relaciones con los demás son mejores cuando tenemos los niveles correctos de oxitocina. Si estuvieran bajos, estaríamos menos receptivos, menos empáticos y más susceptibles".
Sin duda la oxitocina repercute en nuestra salud y en nuestro estado de ánimo, nos hace sentir más alegres, extravertidos y sociales lo que, lógicamente, influye positivamente en las relaciones afectivas y sexuales con la pareja.
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