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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Cuando el medio es noticia, para mal

El entorno político con el que se mimetiza TV3 no ha sido otro que el de la subversión de las reglas institucionales

Logo de TV3.
Logo de TV3.Massimiliano Minocri

¿Cómo llega un medio de comunicación a convertirse en noticia? Ya saben, ese acontecimiento imprevisto y relevante que perturba la uniforme normalidad de la vida pública. ¿Y cómo es que ese medio se acaba erigiendo en supervisor de lo que otros informan de él? Como TV3 no ha sido en el escándalo de los Pujol —ni en ningún otro en 30 años— lo que The Washington Post fuera en el Watergate, no parece que haya acabado siendo noticia por su sagacidad informativa. No, ha acabado siendo noticia por imitación: por imitación del anómalo entorno institucional y político en que se desenvuelve, cuya cotidianidad ha consistido en los últimos años, desde que echó a andar el procés, en la ruptura sobresaltada —y por tanto noticiable— de aquella normalidad de la vida pública.

Y es que el entorno político e institucional al que imita y con el que se mimetiza TV3 no ha sido otro que el de la subversión de las reglas que legitiman la propia existencia de las instituciones, de manera que, así como éstas llevaban años desacatando a quien les había de controlar y supervisar, los tribunales ordinarios o el Constitucional, la televisión pública catalana lleva años desentendiéndose de la norma que legitima su existencia, si bien ante la complacencia de quien la ha de supervisar: el Consejo del Audiovisual de Cataluña (CAC). Un órgano que asumió separadamente del resto de España una función de fiscalización que en otro caso correspondería a la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia (CNMC) —encargada de las telecomunicaciones—, integrada mayoritariamente por ex altos cargos nacionalistas, y donde el voto de calidad de su presidente hace que, por ejemplo, se apruebe un informe que concluye que TV3 (que a despecho de la prohibición del Tribunal Constitucional siguió emitiendo anuncios llamando a la participación en el referéndum ilegal del 1 de octubre) fue la cadena que ofreció “mayor pluralidad” al informar sobre dicho acontecimiento, comparándola con los medios audiovisuales de ámbito nacional, sobre los que el CAC no tiene competencia alguna de supervisión.

Una de las funciones del CAC es supervisar el cumplimiento de las misiones que la ley impone a los medios audiovisuales dependientes de la Generalitat. ¿Y cuál es legalmente una de esas misiones? El impulso del conocimiento y el respeto de los valores y los principios contenidos en la Constitución española y en el Estatut. ¿Cómo no va a ser noticia TV3, si en uno de sus programas se quemó un ejemplar de esa Constitución cuyo conocimiento y respeto debe impulsar? Un “acto humorístico” según el CAC. ¿Cómo no va a ser noticia si priva a la audiencia del discurso navideño del Rey al tiempo que emite el de Carles Puigdemont, prófugo de la justicia encausado por, entre otros, el delito de intentar derogar a las bravas la Constitución cuyo respeto debe impulsar? ¿No es noticiable que el legalmente cesado y prófugo se presente en TV3 como “legítimo president de la Generalitat en el exilio”?

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El CAC dispone de entre 50 y 70 personas, mientras que la CNMC cuenta con unas 17 para cumplir funciones muy similares en el ámbito nacional, desproporción que quizá explique que el CAC emita informes sobre el pluralismo político en TVE, Cuatro, Telecinco o La Sexta, y que TV3 (con tanta platilla como Canal Sur, ETB y Telemadrid juntas), por imitación otra vez, exija a otros medios que difundan su propia visión de su desempeño informativo.

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