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La extraña técnica milenaria japonesa para empezar bien el año

Entre otras cosas coja la escoba (sí, en Nochevieja)

Según se acerca la Nochevieja, los propósitos para el año que comienza se acumulan en nuestro cerebro (con suerte, también en un ordenado blog de notas). Aquello del gimnasio, la buena alimentación, el tabaco… Propósitos que, a menudo, se quedan en eso. Quizás porque antes no se nos ha ocurrido limpiar y ordenar la casa; vaciar los armarios de ropa que no nos ponemos; tirar todo aquello que ya no usamos y dejar nuestros habitáculos de vivienda y trabajo listos para comenzar una nueva vida. Es lo que los japoneses llaman Oosouji. Una tradición milenaria cuyo objetivo es recibir el año sin cargas, libres, limpios…

Lo que a priori puede parecer otra rareza oriental, tiene bastante sentido, según comenta Mercedes Bermejo Boixareu, directora de Psicólogos Pozuelo: “Existe una tendencia humana a acumular que está relacionada con factores históricos, sociales y culturales; pero también existe un componente individual con influencia emocional. Por lo que, el hecho de que exista una tradición que promueve limpiar y organizar los diferentes espacios de convivencia —familiar, laboral, académico, cultural…— facilita llevar a cabo esta tarea, que a menudo posponemos".

Vale que limpiar da pereza y nunca encontramos el momento. Pero, ¿por qué en fin de año? "Hacer coincidir la limpieza exhaustiva con la llegada del nuevo año permite tener al menos lo externo, liberado, ordenado, con espacio —físico y simbólico— para que entren nuevas cosas, como pueden ser los propósitos. Plantearse objetivos y retos cuando nuestro entorno está sucio o desorganizado es incongruente". Es decir, que antes de adoptar nuevas costumbres, hay que deshacerse de las anteriores.

Esta tradición permite arrancar el Año Nuevo al menos con lo externo liberado, ordenado, con espacio —físico y simbólico— para que entren nuevas cosas

Es un mal augurio llevar viejos asuntos al Año Nuevo

Y tanto es así que el Oosouji no sólo se refiere a la limpieza exterior, sino también al pago de deudas y facturas. Así como a cerrar asuntos que quedan por zanjar del año anterior. "Los japoneses ven como un mal augurio llevar de un año a otro viejos asuntos o suciedad, por eso se desprenden de ello", comenta Gerardo Montoiro, gerente de la firma de limpieza de suelos Bisell, quien apuesta por el "poder liberador" de la limpieza.

Bermejo está de acuerdo en que eso de coger estropajo y bayeta puede ser síntoma de orden y limpieza en la cabeza (y hasta de buen humor, según un estudio de la Universidad de Los Angeles): "Sí, creo que existe una correlación positiva entre la felicidad y el bienestar, y el hecho de tener un hogar ordenado y limpio"; excluyendo a los obsesivos compulsivos, por supuesto. "Cuando lo externo está organizado y limpio, también hay una sensación de limpieza, de planificación y orden en el interior”. Lo dice, en parte por su experiencia en servicios sociales de un ayuntamiento de la Comunidad de Madrid. “En las visitas a domicilio de familias desestructuradas, existía una correlación entre el desorden y la desestructuración familiar.”

El orden mejora nuestro bienestar. Un ejemplo de la Fundación Nacional del Sueño de EEUU: el 75% duerme mejor cuando las sábanas están limpias

La idea japonesa es que es un modo de centrarse en el aquí y ahora olvidando el pasado. Pero Bermejo entiende que, sobre todo, ayuda a prepararnos para el futuro. “La función de tirar lo viejo, ordenar y limpiar viene de haber acumulado cosas durante un tiempo prolongado, y, asimismo, se realiza de cara al futuro, de manera anticipatoria, previsiva, para dejar espacio y limpieza para su disfrute posterior". Un ejemplo de la Fundación Nacional del Sueño de EEUU: la gente que hace la cama duerme un 19% mejor. Y el 75% duerme mejor cuando las sábanas están limpias.

De hecho es una de las claves de disfrutar de la limpieza, incluso si no somos como la obsesa de la limpieza Monica Geller, de Friends: “Al ser una labor meramente mecánica y no requerir una gran concentración, es posible que llegue a ser relajante. Sobre todo por saber que luego se va a poder disfrutar de ese espacio limpio, libre, ordenado".

Por el contrario, es más difícil concentrarse en un ambiente sin orden. Este estudio de la Universidad de Princeton lo confirma. Y echa la culpa al córtex, que se atasca cuando tiene demasiados estímulos. "Aunque hay que tener en cuenta las distintas etapas evolutivas del individuo. No se puede pedir a un niño de cinco años que mantenga su espacio ordenado".

Hay que tener en cuenta las distintas etapas evolutivas del individuo: los niños y los adolescentes tienen otro umbral de tolerancia al desorden

Y, por lo que se ve, tampoco a un adolescente. “En la adolescencia influyen los cambios fisiológicos, hormonales, emocionales… Es una etapa evolutiva en muchos casos de sensación de caos. Por lo que el umbral de tolerancia del desorden o suciedad es más alto que en etapas de vida más avanzadas". Vamos, que si usted tiene un hijo de entre 13 y 20, no está perdido. La culpa es de la edad…

En cualquier caso, es posible que con la excusa del fin de año se le pase la alergia a la escoba y afronte esta costumbre simbólica y espiritual que permite, de manera metafórica, empezar enero de manera renovada, sin cargas, libre, limpios, física y mentalmente. E incluso con mejor aspecto físico y saludable si nos atenemos a la teoría de la Universidad de Indiana, según la cual, quienes tienen la casa limpia y ordenada, están más en forma.

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