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Tentaciones

Visitar la 'Estrella de la Muerte', comer un bocata de calamares y otras costumbres extrañas que no fallan en Fin de Año

En Vigo han bautizado a lo 'Star Wars' un adorno callejero y en la capital se sigue devorando este manjar castizo

'Estrella de la Muerte' situada en las calles de Vigo.
'Estrella de la Muerte' situada en las calles de Vigo.

En Navidad toca volver al hogar. No al lugar donde habitualmente vives. No. Sino al lugar donde naciste, diste tus primeros pasos, maduraste (¿o no?) y de donde tanto esfuerzo te costó salir. Estos días son para regresar, como pasa en los juegos de mesa, a la casilla de salida. Y allí te encuentras fuera de tu hábitat natural, desarmado y expuesto a realizar cualquier tipo de actividades de esas que habitualmente aborreces y consideras, públicamente, como actividades paconas. No hay remedio, es una tradición de estos días, como el soniquete de la Lotería, abrir regalos o quejarse de lo que has comido y bebido (para luego engordar).

Son tradiciones que se practican en familia y con los amigos (por llamarlos de una manera genérica, ya que de algunos no te acuerdas ni de su cara), que colaboran a terminar de una vez con tu poco espíritu navideño y que hacen que cuentes los días para volver a tu hermosa rutina. Es decir, prefieres la tortura diaria en pequeñas dosis, como una gotita que no para de caer, que un atracón de bondad, buenos sentimientos y los mejores deseos para el próximo año.

Excursión familiar a ver 'las luces': Este año, sin duda, el gran triunfador ha sido el Ayuntamiento de Vigo colocando un monumental artilugio lumínico que pronto fue bautizado como la Estrella de la Muerte, por el parecido que guarda cuando reluce con la maquina letal creada por Darth Vader y los suyos en Star Wars. Hubo hasta un batallón de soldados imperiales revisando si todo estaba en orden y de acuerdo con el mundo de las estrellas. Las bolas de Navidad hacen furor, además de Vigo se pueden ver en otras ciudades como Sevilla. También triunfan las palabras tipo "paz", "amor", "felicidad" colgadas en la calle como si fueran un homenaje a las viejas sopas de letras o incluso extrañas formas poligonales esparcidas sin sentido en una plaza. Todo con un único objetivo: un selfie para decir "así luce mi pueblo en navidades y aquí estoy yo para contártelo".

Atiborrarse a comer (también) fuera de casa: Es uno de los fenómenos colectivos más extraños y paranormales de estas fiestas. Pero se produce y se repite en todos los lugares de la geografía del país. Cambian las costumbres y la nomenclatura (tapas, pinchos, raciones...), pero el objetivo es reencontrarse gozosamente con la gastronomía local. El caso de estudio más importante de este fenómeno se sitúa geográficamente en la Plaza Mayor de Madrid y alrededores. ¿Por qué es una tradición navideña comer calamares (muy) rebozados entre dos trozos de pan no precisamente crujiente? O, lo que es lo mismo, el bocata de calamares. Sin duda es un caso para Iker Jiménez.

Realizar actividades físicas que no tienen ninguna lógica: Y no nos referimos solo a salir a correr un día a las siete de la mañana después de haberse acostado a las cinco. O a ese partido de fútbol en el que el resultado se cuenta por lesionados y fracturas. Por encima de todo esto se encuentra ir a la pista de patinaje. Instalada por el Ayuntamiento, te parece una actividad ideal para realizar en familia. Es barata, parece sencilla y, además, te permite lucir un outfit propio de la alta montaña. Tras cinco minutos de risas, tropezones e inofensivas caídas, la supuesta juerga acaba con la visita de uno de los miembros del grupo al servicio de Urgencias del hospital más cercano.

El amigo invisible con amigos invisibles: Porque, básicamente, no los ves durante todo el año. Por eso resultan invisibles e inexistentes en tu vida cotidiana. Quedáis en el bar de toda la vida, al lado del Instituto, y sigue el camarero de toda la vida. Ese que te pedía el carné para servirte y que ahora parece un abuelo. Te ha llegado un mensaje de ese programa de Internet que hace sorteos para jugar al Amigo Invisible y te ha tocado la persona a la que ODIABAS (así con mayúsculas). Has optado por la solución-venganza más apropiada. Reciclas la bufanda, horrorosa, que te regalaron en el anterior amigo invisible, la envuelves y la entregas con tu mejor sonrisa. La respuesta de tu vengativo enemigo es el horror: "La tengo igual, ¿no tendrás por ahí el ticket regalo para cambiarla?". Touché.

Comer las uvas en familia: Rápido, que te están esperando para comenzar la juega de Nochevieja. Si por ti fuera esta costumbre te la saltarías. Pero en tu familia es lo más parecido a un ritual y es casi la única actividad que hacéis juntos. Tú disimulas, esperas a que alguien se atragante para alimentar tu Instagram Stories y te resignas. Hasta que alguien comenta cómo va vestida Cristina Pedroche y comienza la diversión. Al final, te van las cosas clásicas. No tienes remedio.

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