Mayorías capaces
Los debates televisivos han contribuido a orear dicha confrontación, obligando a los partidos a desempolvar promesas programáticas distintas a la de la cuestión territorial
Ayer se cerró en Cataluña la campaña electoral de unos comicios excepcionales en los que se prevé un récord de votantes a pesar de que uno de cada cuatro cuestiona su legitimidad. Lo que estas elecciones representan para unos y otros es tan dispar como las dos visiones del mundo a las que se ha reducido la pluralidad de la política catalana: para unos, el punto de llegada, la parada final del procés; para otros, la oportunidad de restituir la República y la dignidad de las instituciones catalanas. Siendo así, a nadie sorprende que la confrontación haya dominado la campaña.
Es cierto que los debates televisivos han contribuido a orear dicha confrontación, obligando a los partidos a desempolvar promesas programáticas distintas a la de la cuestión territorial. Pero también han mostrado las dificultades para que la competición en Cataluña transite en el medio plazo hacia un debate más ideológico que equilibre el dominio del debate nacional actual y permita la moderación de los partidos. Una de las condiciones que puede dificultar esa transición en el futuro es la competición electoral dentro de cada bloque.
En el bloque independentista, la pugna entre ERC y JxCat por la hegemonía del independentismo y la falta de liderazgo entre los republicanos ha acabado desestabilizando un posible cambio de rumbo de este partido. La moderación en el partido de Puigdemont es menos previsible debido a que los movimientos sociales que lo sustentan son generalmente más sensibles a las cesiones ideológicas. Por el lado constitucionalista, Ciudadanos consolida su espacio electoral en Cataluña movilizando al electorado no nacionalista frente al desafío independentista, y además mejora con ello su posición respecto al PP en el resto del Estado. Un escenario poco propicio para contener el debate identitario.
Se teme que estas elecciones alumbren un parlamento ingobernable. Pero quizás el principal problema no es la ausencia de mayorías claras, sino la de mayorías capaces: que puedan reconducir la crisis política en Cataluña, que no se alimenten de la perpetuación del conflicto ni pretenden darlo por listo, ignorando sus raíces. @sandraleon_
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Opinión
- Elecciones catalanas 2017
- Carles Puigdemont
- Declaración Unilateral Independencia
- Elecciones Catalanas
- Ciudadanos
- Elecciones autonómicas
- Referéndum 1 de Octubre
- Cataluña
- República
- Autodeterminación
- Referéndum
- Elecciones
- Gobierno autonómico
- Conflictos políticos
- Ideologías
- Política autonómica
- Comunidades autónomas
- España
- ERC
- Partidos políticos
- Política
- Procés Independentista Catalán
- Independentismo