Así es su orgasmo, esto le pasa por la cabeza
Qué significa llorar antes, durante o después del coito
Las reacciones de las personas durante las relaciones sexuales son muy diversas. Hay quien pone gestos un tanto peculiares, quien grita, quien no hace un solo ruido, o incluso, hay a quien le entra la risa en pleno orgasmo. O aún más desconcertante para su pareja: le da por echarse a llorar.
En realidad, tener este tipo de reacciones extremas no es tan raro. De hecho, a quien no le ha pasado, parece haber escuchado alguna historia al respecto. Pero, ¿hay un motivo para que esto ocurra? Como apunta la sexóloga Nayara Malnero en su blog “seguramente a veces se llore de decepción y disgusto pero, francamente, no creo que la mayoría de las veces ocurra así”, recordando que si crees que es el caso, quizás sea necesario mejorar las técnicas de comunicación en pareja.
Sin embargo, la razón puede estar en que, en palabras de la sexóloga, “el orgasmo viene acompañado de una descarga no solo física, sino también emocional. Esa tensión que se acumula y se acumula, para después descargar de golpe, puede hacer que nuestros sentidos se revolucionen”, provocando que se nos escapen o bien unas lágrimas o unas carcajadas. Y sí, ambas pueden ser de felicidad.
El sexo como catalizador de emociones
La idea que se extrae de las palabras de Malnero es que el sexo revoluciona nuestras emociones, pero como apunta la también sexóloga Ana García, "no es lo mismo si el ataque de llanto nos sobreviene antes, durante o después".
“La mayoría de veces cuando se produce antes, suele responder a nuestro estado de ánimo por razones varias”. Es decir, que quizás estábamos conteniendo una emoción como la tristeza o la ansiedad, y en un momento de intensidad como es la conexión sexual estas sensaciones nos desbordan y aparecen sin poder evitarlo.
"La mayoría de veces cuando [el llanto] se produce antes [del coito], suele responder a nuestro estado de ánimo por razones varias", Ana García
Sin embargo, si esto ocurre durante o posteriormente al orgasmo, García apunta a que “se debe a una gran descarga fisiológica que se manifiesta a través del llanto o de la risa”. La idea que subyace es que “es tan intensa la excitación, que no es suficiente con solo descargar la tensión sexual acumulada, se necesita del llanto o la risa para poder descargarlo y liberarlo completamente. Por lo que tanto el llanto como la risa en el orgasmo equivale a una gran satisfacción”.
Otra de las dudas es si la risa y el llanto, que solemos entender como antagónicos, corresponden a una misma explicación. A este respecto, Ana García argumenta que “la razón por la que se produce el llanto o la risa durante una relación sexual, es la misma, la descarga de la tensión acumulada. Algunos lloran y otros ríen, no depende de nada el hecho de que sea una emoción u otra, cada uno lo expresa a su manera”.
Disforia poscoital
Si bien la explosión de emociones es una de las posibles explicaciones, la otra es lo que se conoce como disforia poscoital o post-sex blues, que es algo así como un bajón emocional tras el encuentro sexual. La explicación es que tras la expectación que genera la relación sexual y el disfrute de la misma, hay algunas personas que sienten verdadera tristeza ante el final de la experiencia, ante el vacío de que todo se ha acabado, hasta el punto de poder experimental el llanto.
No se trata solo de una cuestión subjetiva, ya en 2009 el psiquiatra Richard Friedman analizó la disforia poscoital llegando a la conclusión de que la causa parecía estar en la amígdala. Si bien esta es la parte del cerebro que regula nuestra ansiedad, la clave es que esta deja de funcionar durante el orgasmo, pero al terminar este, y volver a activarse, vuelven a aparecer todos nuestros problemas y preocupaciones, razón por la que sufriríamos ese bajón. Es decir, que según Friedman, la disforia poscoital sería una respuesta biológica natural ante la vuelva a la realidad, tras la relajación mental que conlleva el placer sexual.
"Las reacciones post-orgásmicas son más diversas y complejas, ya que entran en juego otros factores psicológicos y circunstanciales", Pere Estupinyà, divulgador científico
Sobre este mismo tema, en 2011 la Universidad de Tecnología de Queensland realizó una encuesta entre más de 200 mujeres jóvenes, de las cuales casi el 33% dijo haber experimentado el fenómeno en algún momento. En concreto, decían haber experimentado emociones como la melancolía, llanto, ansiedad, irritabilidad o sensación de inquietud, inmediatamente después del orgasmo.
Más recientemente, en 2015, se publicó un estudio acerca de la disforia poscoital en la revista Medicina Sexual, que analizaba las respuestas de 230 mujeres estudiantes universitarias. Así, se concluyó que el 46% habían experimentado la disforia poscoital al menos una vez en la vida, y que el 5,1% lo había hecho en las últimas cuatro semanas.
El investigador principal, Robert Schweitzer, comparaba estos datos con investigaciones previas basadas en los correlatos del funcionamiento sexual en las mujeres, para concluir que “los resultados de nuestra investigación original en este área ahora han sido confirmados en un estudio internacional sobre emociones poscoitales negativas, que parecen tener funciones evolutivas”. Asimismo, afirmaba que no parecía haber una relación entre la disforia poscoital y el nivel de intimidad de las relaciones.
La relación con las hormonas
Si bien ambos estudios se realizaron con población femenina, lo cierto es que hay poca información sobre si afecta de manera diferente a la masculina. Como matiza Ana García, “lo poco que se sabe es que, durante las relaciones sexuales, suele ser la mujer la que es más emocional y más apegada, y por esto el llanto y la risa se produce más en mujeres que en hombres”.
"El llanto y la risa se produce más en mujeres que en hombres", Ana García, sexóloga
Sin embargo insiste en que “no se puede generalizar, ya que hay hombres que son muy emocionales y a los que también les pasa”, argumentando que lo que ocurre quizás es que el caso masculino haya sido menos estudiado.
Otra de las posibles razones de la diferencia en los sexos puede ser la cuestión hormonal. En este sentido, el divulgador científico Pere Estupinyà aclara en primer lugar que si bien “para la excitación hace falta testosterona, para el placer dopamina y, para la erección, que se active el nervio pélvico” —esto suele ser común para todos—, las reacciones post-orgásmicas son más diversas y complejas, “ya que entran en juego otros factores psicológicos y circunstanciales”.
Pese a ello, sí que reconoce que las hormonas juegan un papel durante el orgasmo, sobre todo la oxitocina. “A nivel de sensaciones, yo no diría que la oxitocina da tristeza, pero sí que hace a la persona estar más sensible”.
Así, una posible explicación es que, tras el orgasmo, la oxitocina genere “un estado de hipersensibilidad, y esto, en determinadas circunstancias, puede desembocar en risa y, si hay preocupaciones o sensaciones de culpa ocultos, en llanto”, continúa el divulgador.
Aunque Estupinyà reconoce que se trata de una teoría más bien especulativa, basándose en “posibles mecanismos coherentes con lo que se sabe de la neuroquímica de la respuesta sexual”, lo cierto es que “como la oxitocina se libera en mayor cantidad en mujeres que hombres”, este argumento podría explicar la disparidad entre ambos.
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