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MIRADOR
Columna
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Ce o dos (2)

Hoy añoramos aquellos días del cambio de siglo en que Europa, incluida España, lideró las inversiones en energías renovables

Javier Sampedro
Patricia Espinosa,  Emmanuel Macron, Frank Bainimarama y Antonio Guterres  durante la Cumbre del Clima en Bonn (Alemania).
Patricia Espinosa, Emmanuel Macron, Frank Bainimarama y Antonio Guterres durante la Cumbre del Clima en Bonn (Alemania).WOLFGANG RATTAY / REUTERS

Despierta. El mundo ha cambiado. Desde que empezaste a obsesionarte con las fronteras, las identidades y demás conceptos arcaicos de la zoología comparada, las emisiones de CO₂ han alcanzado un máximo histórico. Llevaban unos años estancadas, y los economistas se congratularon de ello con pompa y propaganda, pero esa burbuja de pereza nos acaba de estallar entre las manos. Los miles de expertos que han intervenido estos días en la Cumbre del Clima de Bonn lo han certificado por encima de toda duda razonable. Los científicos son gente poco dada al exceso verbal, pero piensan sinceramente que el tiempo se está agotando. Mientras dormías tu sueño tejido de racismo y caspa, el mundo ha cambiado. A peor.

España, por supuesto, está fuera de la liga. Nosotros discutimos de temas esenciales como las fronteras y la identidad. No nos molesten con lo accesorio, con todas esas ecuaciones que prometen amargar la vida a nuestros hijos, nietos y demás generaciones que hayan de venir. Nosotros somos España, troncos. Nosotros pasamos de matemáticas mientras el Mediterráneo se muere. Al fin y al cabo, el gran culpable del aumento de emisiones es China, y Alemania tampoco lo ha hecho muy bien estos años.

Pero la obligación de un científico es mirar al futuro. Y el eje China-Alemania es, paradójicamente, la esperanza de ese porvenir incierto. “Si Alemania y China trabajan juntas en energías renovables, un sistema sostenible de transportes y unas políticas efectivas, pueden cambiar el curso global de la vía hacia un futuro de bajo carbono”, dicen los dos máximos responsables de cambio climático de China, Jiang Kejun, y de Alemania, Brigitte Knopf, en un editorial del Nature del 2 de noviembre. Sus argumentos son poderosos.

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Hoy añoramos aquellos días del cambio de siglo en que Europa, incluida España, lideró las inversiones en energías renovables. Hoy es China quien lidera ese sector, con un 40% de su generación energética producida por molinos de viento y placas solares. El gigante asiático hasta tiene sobre la mesa una prohibición de los coches con motor de combustión. Sería el primer país del mundo que se atreviera a tanto, pero quien haya paseado por Pekín oliendo el aroma de la gasolina mal quemada solo podrá apoyar esa medida. Alemania, y por arrastre el resto de Europa, podrán confiar buena parte de su crecimiento económico a diseñar y fabricar coches eléctricos para el inmenso mercado asiático. Lo que haga el eje chino-alemán, en cualquier caso, marcará la tendencia mundial, por mucho que le irrite al inquilino de la Casa Blanca y a su rompedor peluquero.

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