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Tribuna
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Crónica de una tragedia anunciada

Este calor de octubre era previsible y por lo tanto, la falta de previsión y de medios es inexplicable

Llamas del incendio forestal que afecta a la zona de la Reserva Natural de los Ancares (Galicia)Vídeo: Lorenzo Brais (EFE). Video : ATLAS

El cambio climático debe ser tenido muy en cuenta en la lucha contra los incendios forestales. En un hecho sin precedentes, el huracán Ofelia alcanzaba fuerza 3 y se acercaba a las costas atlánticas peninsulares, generando los fuertes vientos que azotaron Galicia este fin de semana. Algo que tiene mucho que ver con la rápida expansión de los fuegos que estamos viviendo estos días: temperaturas inusualmente altas, vientos muy fuertes y falta de humedad, han abonado el terreno para el incendio perfecto.

Desgraciadamente octubre ha llegado con unas condiciones extremas en el monte, un monte en el que dominan especies pirrófitas —eucalipto y pino—, mucho más susceptibles a la expansión del fuego. Pero este calor de octubre era previsible, y por eso es inexplicable la falta de previsión, y de medios, como los despidos de bomberos forestales en Galicia pese al alto riesgo de incendio. Este cóctel molotov se ha movido incontrolable durante horas devorando el norte de España y se ha cobrado, hasta el momento, la vida de cuatro personas.

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Asistimos a la crónica de una muerte anunciada; más aún si cuando a la tragedia ambiental se une la pérdida de vidas humanas. Sin embargo, pese al drama incendiario que hemos vivido este año, y el aviso de calor y sequía extremos para la época del año, en la noche del domingo hubo una absoluta ausencia por parte de las instituciones en Galicia para afrontar esta catástrofe. Los vecinos y vecinas se vieron en muchos casos solos haciendo frente a la tragedia.

La respuesta de las instituciones en esta noche negra no es suficiente. Miles de personas, sintiéndose desamparadas, han puesto su vida en peligro para intentar frenar las llamas que amenazaban no solo, sus casas o su monte, sino su pasado, su presente y su futuro. Y frente a esta solidaridad, la respuesta política no ha estado a la altura; y aunque no se hubiera podido evitar el incendio, sí se podían haber reducido sus consecuencias. Frente al agravamiento del riesgo de incendios y el impacto del cambio climático, falta una verdadera política que no sea un parche y aborde las amenazas desde la raíz del problema. Una política transversal y amplia, que incluya un plan forestal sostenible y propuestas para que el mundo rural tenga posibilidades reales de futuro. Desgraciadamente este Gobierno está ciego y es incapaz de verlo.

Todo apunta a que los incendios han sido provocados, tanto en Galicia como en Asturias. Estamos demasiado acostumbrados a que se hable de delitos ambientales mientras dura la catástrofe, pero también a que finalmente nadie acabe pagando por ellos. En esta ocasión el impacto de la acción de los incendiarios ha sido brutal, generando un autentico terrorismo ambiental que atenta contra nuestro patrimonio, que nos cuesta millones de euros y que debe ser perseguido hasta sus últimas consecuencias.

Debemos llegar hasta el final en la investigación de todos estos incendios y dotar a los juzgados de los medios necesarios para poder hacerlo y encontrar culpables. Estos atentados ambientales no pueden quedar impunes, y sobre las personas responsables debe aplicarse toda la contundencia que sea posible. De lo contrario, estaríamos mandando un mensaje erróneo. ¿Quién se acuerda hoy de la sentencia por el desastre del Prestige? Por desgracia en España los delitos contra el medioambiente continúan saliendo muy baratos.

Juantxo López de Uralde es diputado de Unidos Podemos y coportavoz de EQUO.

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