El absurdo avanza
IMAGINEMOS UNA reunión del Colegio de Arquitectos presidida por este eslogan: “Somos arquitectos”. Quien dice una reunión de arquitectos dice un congreso de poetas o un simposio de médicos. Suena un poco raro, ¿no?, que se señale lo evidente. Podemos admitirlo en esas reuniones de vecinos celebradas en los salones de un hotel: “Asamblea de vecinos de la calle Tal, número cual”. Ahí sí se entiende porque uno puede equivocarse de sala y votar una derrama que no le corresponde. Ahora bien, si la directiva del PSOE se reúne y los periodistas están viendo los rostros (conocidísimos) de sus dirigentes y han acudido a su sede convocados por el mismo PSOE, ¿qué sentido tiene ese cubo del primer plano de la foto donde se afirma que son la izquierda? ¿Acaso hay alguna duda?
Y, de haberla, ¿en la cabeza de quién está: en la de los que presiden la reunión o en la de los ciudadanos que al día siguiente tropezaríamos con esta imagen en las páginas de los periódicos? Hay algo oscuro en esa información que casi se nos pasa por alto, algo que se dirige a nuestro inconsciente más que a nuestro encéfalo. No logramos imaginar una reunión del PP, presidida por el mismísimo Rajoy, a cuya entrada figurara en grandes caracteres el lema “Somos la derecha”. Está claro que son la derecha, los votantes lo hemos sabido siempre y Rajoy también. ¿A qué abundar en lo obvio? ¿Acaso no resulta indiscutible que el PSOE es la izquierda? Debe de haber por fuerza en esas tres palabras un mensaje oculto al que curiosamente no hizo alusión ningún editorial de la fecha. El absurdo avanza. Nos rodea.
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