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Antonio Najarro y la coreografía canina de ‘Lolo’

El bailarín Antonio Najarro con su perro, 'Lolo', en la sede madrileña del Ballet Nacional, que dirige desde 2011.

EL BAILARÍN Y COREÓGRAFO Antonio Najarro (Madrid, 1975) entra con elegancia en una de las salas de ensayo del Ballet Nacional de España, del que es director desde hace más de seis años. En sus brazos carga a su pequeño westi blanco, Lolo. Llevan juntos 12 años y se han vuelto inseparables.

El perro es tan disciplinado como su dueño y permanece inmóvil en una silla del local. “Se lo he contagiado yo. Igual que la necesidad de cariño y contacto físico. Y él a mí me ha enseñado a disfrutar de no hacer nada”. Lo dice porque, desde que tiene a Lolo, una de sus aficiones es observarlo mientras duerme.

Ahora que la mascota es mayor, le da medicación para combatir la artrosis. A sus 41 años, también el bailarín empieza a notar “la tralla” que le ha metido a su cuerpo. Dice que ha llegado el momento de asumir el desgaste físico que genera su profesión. “En ese aspecto, Lolo y yo vamos un poco a la par. Siempre hemos estado muy compenetrados”.

Cuando compró el animal, Najarro era ya una figura consagrada del baile y viajaba constantemente con la compañía que lleva su nombre. “Por eso mis padres tuvieron que ejercer de educadores”. La situación se mantuvo solo los primeros años. En cuanto el perro aprendió a comportarse, su dueño no dudó en llevárselo con él a todas partes. “Lolo ha conocido tanto mundo a mi lado que es un compañero de vida, y cuando me falte seré aún más consciente de lo mucho que me aporta”.

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