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Jaime Beriestain, la metamorfosis de los espacios

El equilibrio de impactos y colores es lo que hace atractivo y confortable este salón, en el que lo que menos se ve en la pared es el Fauno tocando la flauta doble, de Picasso, devorado por el intenso colorido del lienzo de Bosco Sodi Untitled. El sofá, un diseño de Jaime Beriestain, está tapizado con tela que el chileno ideó para el Grupo Lamadrid. Lo mismo sucede con las cortinas y los cojines y con la mesa circular de mármol abujardado. Las butacas las firmó Giovanni Offredi para la empresa Saporiti en 1970.
El equilibrio de impactos y colores es lo que hace atractivo y confortable este salón, en el que lo que menos se ve en la pared es el Fauno tocando la flauta doble, de Picasso, devorado por el intenso colorido del lienzo de Bosco Sodi Untitled. El sofá, un diseño de Jaime Beriestain, está tapizado con tela que el chileno ideó para el Grupo Lamadrid. Lo mismo sucede con las cortinas y los cojines y con la mesa circular de mármol abujardado. Las butacas las firmó Giovanni Offredi para la empresa Saporiti en 1970.Manolo Yllera
Anatxu Zabalbeascoa

El interiorista chileno Jaime Beriestain se ha hecho un hueco en el mundo del diseño barcelonés tras trabajar para la élite de su país. Llegó como estudiante aventajado hace casi dos décadas. Y después de formarse en una de las escuelas de la ciudad abrió su concept store: un negocio de venta de muebles —nuevos y vintage restaurados— y cocina —casera y con productos cosmopolitas reconocibles: pastel de zanahoria en lugar de sifones y esferificaciones—. Así, en su restaurante, los clientes disfrutan los muebles antes de adquirirlos. El antiguo presidente del Institute of Contemporary Art, Ivan Massow, fue uno de ellos. Luego le encargó la reforma de su piso barcelonés, en el que Beriestain hizo un trabajo de arqueólogo —rastreando radiadores de época y descubriendo los muros originales— y de creador: reinventando una casa en la que se entra por la cocina y cada rincón acoge al visitante con colorido, comodidad y calidez.

En el recibidor de la casa, sin luz natural, Beriestain apostó por ubicar la cocina para marcar un ambiente acogedor y práctico. El color gris antracita aporta más calidez a la luz artificial. Las lámparas vintage son de su tienda. La encimera es de granito negro flameado y cepillado. Los taburetes son también vintage. Las estanterías metálicas son de cocina profesional. Los cerrojos africanos, las peanas y la vajilla provienen de su concept store, y los dibujos son de Bene Rohlmann y de Peyrone.pulsa en la fotoEn el recibidor de la casa, sin luz natural, Beriestain apostó por ubicar la cocina para marcar un ambiente acogedor y práctico. El color gris antracita aporta más calidez a la luz artificial. Las lámparas vintage son de su tienda. La encimera es de granito negro flameado y cepillado. Los taburetes son también vintage. Las estanterías metálicas son de cocina profesional. Los cerrojos africanos, las peanas y la vajilla provienen de su concept store, y los dibujos son de Bene Rohlmann y de Peyrone.

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