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Columna
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El silencio y la mentira

El discurso de Puigdemont lleva dentro la amenaza; el de Rajoy solo es silencio

Antonio Elorza
Carles Puigdemont y Oriol Junqueras durante el acto de apertura de campaña para el referéndum del 1-O.
Carles Puigdemont y Oriol Junqueras durante el acto de apertura de campaña para el referéndum del 1-O.Jaume Sellart (EFE)

En uno de los monumentos más singulares de la Antigüedad, el bajorrelieve de Behistún, el rey Darío explica las razones de la derrota de quienes se habían rebelado contra él: eran "reyes mentirosos" y "quien sea rey debe precaverse de la mentira". Darío da cuenta puntual de esos enfrentamientos, como prueba de su verdad y del espíritu de justicia.

Al leer la carta de los cuatro dirigentes catalanes, cabe apreciar que en la actualidad los papeles se han invertido. En una sociedad dominada por los medios y la imagen, quienes hablan son "los reyes mentirosos", para justificar su rebelión, en tanto que el Gobierno les deja el terreno libre y confía solo en sus recursos técnicos para sostener el Estado de derecho. No se cuida siquiera de destacar la mentira de los rebeldes.

La mentira de fondo es incuestionable: según el relato de Puigdemont y los suyos no dejaron de proponer desde el principio un diálogo rechazado por Rajoy. Solo que tras la entrevista Rajoy-Mas de septiembre de 2012, donde fue rechazado el concierto bis, la Generalitat emprendió por su cuenta el camino de la independencia, de manera que hasta hoy el único contenido del "diálogo" hubiese sido aprobar el referéndum. En un atraco político mal puede dialogarse con quien ya ha sacado el revólver. Nunca hubo una oferta catalanista de plantear la cuestión partiendo de cero. Menos dentro del marco constitucional.

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Mentiras sobre mentiras. El TC recortó, no "tumbó" el Estatut, y por ello no pudo romperse el "pacto constitucional de 1978", falsa interpretación pro domo del proceso constituyente. Si se limitó la libertad de expresión, fue desde una Generalitat que controla los medios en régimen de monopolio contra cualquier opinión disidente. No se impiden actos políticos, véase Tarragona. Si hubo querellas contra el Govern y la Mesa del Parlament, fue por haber impuesto sus decisiones independentistas, anticonstitucionales, con absoluto desprecio de las más elementales reglas de la democracia representativa.

Ahora ofrecen un "referéndum pactado". En su ejercicio de propaganda mendaz de cara al exterior, los cuatro dirigentes olvidan un pequeño detalle: el referéndum o plebiscito "de autodeterminación" -por fin salió la liebre del sombrero- ya lo han convocado ellos, e incluso está aprobada una mini-Constitución. Lo están viviendo en régimen de placer solitario. Ofrecer ahora " un diálogo abierto y sin condiciones " es un sarcasmo.

Posiblemente eficaz: los grandes intereses capitalistas -y ahí está el Financial Times- quieren que esto se resuelve como sea. El discurso de Puigdemont lleva dentro la amenaza; el de Rajoy solo es silencio. Ganan los mentirosos.

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