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Columna
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Europa ‘über alles’

La reelección de Merkel para un cuarto mandato abrirá un nuevo tiempo en Europa

Francisco G. Basterra
Angela Merkel durante una rueda de prensa en Berlín.
Angela Merkel durante una rueda de prensa en Berlín.AXEL SCHMIDT (REUTERS)

El verano que vivimos peligrosamente: los misiles balísticos norcoreanos, el estallido en Barcelona del terrorismo yihadista que creíamos controlado, o el impensable, ilegal y disparatado intento de secesión de Cataluña han tenido un contrapeso ilusionante en una sorprendente euroeuforia en una Unión Europea que muchos daban por desahuciada. Gracias a la movilización europea, liderada por Angela Merkel, frente al peligro de Donald Trump y a la retirada estratégica y proteccionista de Estados Unidos.

La canciller alemana, 12 años ininterrumpidos en el poder, lanzó la bomba el 28 de mayo en Múnich; puso pie en pared frente al desdén de Trump hacia el Viejo Continente. Refiriéndose a EE UU y al pequeño Reino Unido, producto del catastrófico Brexit, advirtió que los tiempos en que podíamos descansar totalmente en otros se han acabado. “Los europeos debemos tomar nuestro destino en nuestras propias manos”. Afirmación de resonancia parecida, por su alcance, a la famosa frase de Mario Draghi, al enunciar que: “El Banco Central Europeo hará todo lo necesario para sostener al euro. Y, créanme, eso será suficiente”.

La nueva dinámica europea apuntada dará nuevos pasos tras el domingo 24 de septiembre, cuando la hija de un pastor protestante, la científica, doctora en Física, la niña tímida que no se atrevía a saltar del trampolín de la piscina de su instituto, criada bajo el comunismo en la RDA, gane —como es altamente previsible— su cuarto mandato como canciller de Alemania. La duda solo anida en con quién gobernará el país, líder económico y político de Europa: socialdemócratas, liberales renacidos o los Verdes.

La elección es un referéndum sobre la mujer que tuvo el coraje, contra la cobarde corrección política, de permitir la llegada de 1,5 millones de refugiados en 2015 y 2016. Y de intentar, con un alto coste económico y político, integrar a los nuevos alemanes, embridando al tiempo a la extrema derecha.

Merkel, a pesar del fundamentalismo de su política de austeridad a ultranza ante la Gran Recesión, que tanto paro y dolor humano causó a lo largo y ancho de Europa, se ha alzado sobre sus previsibles cenizas. La canciller es un poderoso contraste con Trump y es capaz de enfrentar los intentos de Putin de dividir a Europa. Hoy por hoy, la mejor defensora de Europa y de la deteriorada Alianza Transatlántica. La europea indispensable. Para sus detractores, la canciller, por falta de audacia, no ha preparado suficientemente a Alemania para el futuro. Se resiste a usar el superávit presupuestario, 26.000 millones, para incrementar la inversión.

Una Alemania europea, ya no sobre todo, puede dar paso a una Europa über alles. Defensora de sus valores democráticos y de solidaridad, por encima de todo. El triunfo de un europeísmo integrador y sostenible que provea de bienestar a los ciudadanos. El realismo de Merkel —extraordinario el lema electoral de los demócrata cristianos: “Por una Alemania en la que vivir bien y ser feliz”— se potenciará con el radical centrismo de Macron, que lucha contra la vieja resistencia francesa a las reformas. Un consenso centrista de dos pragmáticos. Abordemos el otoño con un inteligente optimismo europeo. fgbasterra@gmail.com

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