_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Razón y fe

De esa ciega pasión nacen las xenofobias, el odio o el miedo al otro, las banderas, las patrias y las fronteras

Manuel Vicent
Acto a favor de la indepencia en Tarragona.
Acto a favor de la indepencia en Tarragona. David Ramos (Getty Images)

Frente a las leyes inexorables que rigen la materia en todo el universo, el espíritu humano solo está gobernado por la fe y la razón, dos fuerzas implicadas en un combate interminable desde el principio de la historia. La razón es una fuerza elaborada, muy cara de producir, sometida a constantes pruebas; es la base de la ciencia y la única herramienta que poseemos para comprender la naturaleza. En cambio la fe, que puede mover montañas, es barata de fabricar y muy fácil de obtener, no necesita ser probada, no admite fisuras, es ubicua e inmutable, se inocula de forma sencilla de padres a hijos y se propaga velozmente como un virus a cualquier raza y en cualquier lugar. Los sueños de la razón a veces engendran monstruos, pero a causa de la fe se mata y se muere, se convierte uno en mártir o en verdugo, se declaran guerras de exterminio y por decreto, incluso, permite soñar con una felicidad eterna en otra vida. La fe suele ir acompañada de la emoción, una carga magnética que los humanos probablemente compartimos con otras especies de mamíferos superiores. Se trata de una reacción psicofisiológica ante lo real o lo imaginario, que nos convierte en santos, en visionarios y en fanáticos. De esa ciega pasión nacen las xenofobias, el odio o el miedo al otro, las banderas, las patrias y las fronteras. Razón y fe nunca se cruzan, pero están enraizadas en la vida y determinan nuestra convivencia. Si un extraterrestre, acostumbrado a las leyes que gobiernan el universo, visitara España en este momento, creería haber caído en un país de locos poseídos por pasiones pueblerinas, incapaces de someter sus problemas políticos a la razón, estúpidos dispuestos a aniquilarse una vez más por un ideal imaginario de unidad o independencia de una patria hipotética, sin saber que esa montaña que la fe es capaz de mover, les puede caer encima.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_