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CLAVES
Columna
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Premios y castigos

Ni humilles al vencido ni pagues a traidores.

Víctor Lapuente
Las concejalas de la CUP en el ayuntamiento de Barcelona, Maria Rovira y María José Lecha ante la sede de la delegación del Gobierno en Barcelona.
Las concejalas de la CUP en el ayuntamiento de Barcelona, Maria Rovira y María José Lecha ante la sede de la delegación del Gobierno en Barcelona. ALEJANDRO GARCÍA / EFE

Una de las curiosas paradojas de la paternidad es que los padres más autoritarios, dispuestos a castigar por cualquier cosa, son los que luego dan a sus hijos los regalos más desmesurados. Los reprenden duramente por no comerse la sopa. Pero les compran una moto si aprueban la secundaria.

Algo parecido ocurre con los constitucionalistas. Aquellos que claman por un escarmiento severo contra los independentistas son los mismos que, cuando la marea política baja, hacen las concesiones más generosas a los nacionalistas.

Porque los premios son la cara B de los castigos. En ambos casos, se trata de promover ciertos comportamientos por medio de motivaciones externas, en lugar de fomentar el sentido de la responsabilidad.

Si castigamos de forma excesiva a alguien con quien cooperaremos en el futuro, desencadenamos una espiral de desconfianza. Cuanto mayor es el castigo por saltarse las normas, mayor el premio por regresar a la normalidad. La compensación por volver al redil es proporcional a la humillación que infringimos al castigar. El devenir del Estado de las autonomías ha seguido este ciclo alcista de premios y castigos. Las manifestaciones a favor de la independencia se han encontrado con sobreactuaciones y amenazas de represalias onerosas por parte de los defensores del orden constitucional. Y, en cuanto los independentistas han aparcado las demandas de soberanía, se les han transferido competencias y recursos sin la contrapartida de recaudar sus propios impuestos para financiarlos. Como los malos regalos a los niños: generosidad sin corresponsabilidad.

Si los constitucionalistas optan por un duro correctivo a los organizadores del 1-O, el mismo 2-O ofrecerán ya compensaciones cuantiosas a quienes deserten del independentismo. La única fórmula para desactivar esta dinámica perversa es minimizar tanto los castigos presentes como las concesiones futuras.

Es la opción menos atractiva cuando los nervios están tan crispados. Pero es la más efectiva, como nos enseña la historia de los grandes enfrentamientos humanos. Ni humilles al vencido ni pagues a traidores.@Victorlapuente 

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