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Una gran odisea espacial

El astrónomo Rafael Bachiller recuerda la inquietud ante la última y peligrosa misión de la sonda Cassini

Rafael Bachiller, Director del Observatorio Astronomico Nacional, frente al edificio histórico del Parque del Retiro.
Rafael Bachiller, Director del Observatorio Astronomico Nacional, frente al edificio histórico del Parque del Retiro.LUIS SEVILLANO ARRIBAS (EL PAÍS)

Durante 22 horas, un silencio sobrecogedor mantuvo en vilo a los astrónomos del planeta tierra. La sonda Cassini cruzaba los anillos de Saturno para su última misión. Y justo cuando tomaba el camino de su gran final, el contacto por radio se perdió. “Todos los astrónomos estábamos con los dedos cruzados, pendientes de lo que podía suceder. Era un momento especialmente peligroso. Ya había recorrido unos 3.500 millones de kilómetros, pero ahora había nuevos riesgos”. Rafael Bachiller es director del Observatorio Astronómico Nacional (IGN). Enamorado de las estrellas desde que era un niño que miraba el firmamento, el pasado 26 de abril dirigía sus ojos al cielo con expectación. Una de las misiones más ambiciosas de la historia de la exploración espacial pasaba por un momento delicado. La Cassini podía impactar contra las partículas de los anillos que había ido a estudiar, los de Saturno. “Fue un alivio enterarse de que toda la operación se había desarrollado correctamente”, recuerda Bachiller, “y que tras esas 22 horas de inquietud, la nave se había insertado en su nueva órbita y la antena estaba bien posicionada enviando nuevamente información”.

Cassini se despedía aproximándose al sexto planeta de nuestro sistema solar. Lejos -en espacio y tiempo- quedaba el 15 de octubre de 1997 cuando fue lanzada desde Cabo Cañaveral. En estas dos décadas, se ha convertido en la primera nave en orbitar alrededor de Saturno, ha investigado su composición y la de sus satélites, ha mandado imágenes asombrosas, ha resuelto incógnitas y ha abierto nuevas preguntas. En septiembre se precipitará sobre el planeta para desintegrarse en su densa atmósfera. “Si se dejase a la deriva o aparcada en la órbita, cabría la posibilidad de que la sonda cayera en una de las lunas de Saturno creando así una ligera contaminación”, explica Rafael Bachiller. “Ha sido una gran odisea espacial. Siete años de viaje para llegar a Saturno y trece de estudios que han revolucionado el conocimiento del planeta y de sus lunas”.

Maniobra de aproximación de Cassini a Saturno.
Maniobra de aproximación de Cassini a Saturno.EL PAÍS

“Lo que hace muy particular a Cassini es que es el fruto de la colaboración entre las agencias espaciales americana y europea”. Lo cuenta Rafael Bachiller frente al edificio que Carlos III mandó construir en el Retiro para albergar el Real Observatorio de Madrid. “Dicen que por sus proporciones y su armonía es la mejor obra de Juan de Villanueva, el arquitecto del Museo del Prado”. Y al volver la vista al pasado, Bachiller recuerda como en los siglos XVII y XVIII la colaboración entre científicos de distintos países permitió que avanzara el conocimiento del Universo. “Confiemos en que ahora los cambios introducidos por la administración Trump en los presupuestos de la NASA no afecten a estas colaboraciones internacionales”.

Sin esas alianzas se hace más difícil viajar a miles de millones de kilómetros, donde buscamos las respuestas a las muchas incógnitas que todavía plantea nuestro planeta. “El estudio de los planetas hermanos de la Tierra nos ayuda a comprender el origen de nuestro sistema solar, y por lo tanto nuestro propio origen. Además, los espectaculares fenómenos atmosféricos que tienen lugar en los planetas gigantes como Saturno, pueden servir como ejemplos extremos de algunos fenómenos en nuestra propia atmósfera”. Por ejemplo, la tormenta hexagonal en su polo norte. “Este es uno de los grandes misterios del gigante de los anillos”. Bachiller lo describe como un hexágono regular y perfecto de unos 14.000 kilómetros de lado, “un fenómeno único en el sistema solar”.

También Titán, el mayor de sus satélites, plantea sus enigmas. Es el único objeto de nuestro sistema donde se han encontrado evidencias directas de líquidos. “El descenso de la sonda europea Huygens sobre Titán”, Bachiller recalca europea con cierto orgullo, “fue sin duda otro de los momentos más emocionantes de la astrofísica contemporánea. Era penetrar en un mundo nuevo que los ojos humanos nunca habían contemplado antes”.

Como los descubridores que se lanzaban más allá de donde acababan los mapas, Cassini se ha adentrado en territorios desconocidos. Así podremos entender mejor cómo la Tierra llegó a ser el lugar que ocupamos hoy. “Y sin embargo”, puntualiza Rafael Bachiller, “no vamos a Saturno solo para estudiar la Tierra. Vamos a Saturno y a los otros cuerpos del sistema solar porque están ahí. Y su mera presencia supone un desafío al afán explorador del ser humano y a su anhelo por conocer”. Por las preguntas y sus respuestas. Por el asombro. Por el afán de superación.

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