Macron regenera la política
Francia quiere recuperar la confianza de la población en la clase política

El presidente francés, Emmanuel Macron, ya ha cumplido 100 días en el cargo y ha querido darle al comienzo de su mandato un sello de transparencia al impulsar una ley de moralización de la vida pública que, como dijo su ministra de Justicia, Nicole Belloubet, pretende recuperar la confianza de la población en la clase política.
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Esta norma acaba con la práctica de los legisladores de contratar como asistentes parlamentarios a cónyuges o hijos, a quienes en muchas ocasiones ni siquiera se les veía pisar la Asamblea Nacional pese a las jugosas nóminas que percibían. No es algo nuevo. Muchos parlamentarios, tanto de izquierdas como de derechas, han utilizado este tipo de argucias durante largo tiempo sin que nadie se rasgara las vestiduras. Pero tras años de crisis, la tolerancia de los franceses parece haberse agotado.
Fueron las revelaciones de empleos ficticios para su mujer e hijos las que precipitaron la caída del otrora favorito presidencial, el conservador François Fillon. También dimitió el ministro Bruno Le Roux, pese a que al Gobierno socialista le quedaban pocas semanas de mandato. Con otra candidata, la ultraderechista Marine Le Pen investigada por presunto desvío de fondos del Parlamento Europeo para pagar a empleados de su partido, Macron no dudó en hacer de la probidad una prioridad en su carrera al Elíseo.
Aunque no va tan lejos como hubiera deseado la organización Transparencia Internacional, la normativa moralizadora le permite a Macron mostrar su voluntad de probidad y, de paso, hacer gala de eficiencia gracias a una ley que, en términos generales, pocos han criticado públicamente. Algo que le viene bien a un presidente que cae en las encuestas tras apenas tres meses en el Elíseo y que afronta un otoño caliente con nuevas leyes, como la reforma laboral, que aventuran una oposición mucho más feroz.
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