La City estornuda
Cualquier opción de Brexit es peor que su alternativa
Cuando la City estornuda, Londres se constipa y Reino Unido coge pulmonía. La City está estornudando por la incertidumbre del qué pasará, y como el Gobierno ni sabe ni contesta, ha decidido ponerse en lo peor.
El informe de la consultora Oliver Wyman (¿se acuerdan? la de la crisis de la banca española de 2012) para preparar al sector inquietará: calcula que el Brexit superduro aumentaría los costes de la banca instalada en Londres en un 4% y que las entidades deberán reforzar su capital hasta en un tercio (casi 60.000 millones de euros). Porque afrontarán todas las dificultades para hacerles trajes a medida a los europeos, el grueso de sus clientes favoritos.
Varios bancos ultiman su traslado parcial o total al continente, más Fráncfort que Ámsterdam. Como el HSBC y otros asiáticos y norteamericanos que recayeron junto al Támesis porque este desembocaba entonces en Normandía. La emigración afectará a entre 20.000 y 40.000 bancarios cualificados, entre una cuarta parte y la mitad del personal del sector financiero local.
Todo eso es normal. Cuelga de la necesaria previsión de las empresas, que deben planificar con tiempo su relocalización, sus afectados, sus opciones.
Lo extraordinario es que deban redoblar esfuerzos por culpa de la indigencia intelectual, carencia de datos, ausencia de estrategia, inanidad en el liderazgo y fragmentación en taifas en las que chapotea el Gobierno de la señora May. Su negociador, David Davis, se presentó a la reciente segunda ronda, sobre la factura financiera del divorcio, con la mesa en blanco (de papeles, ideas y hasta intuiciones) y se largó al cabo de un par de horas (solo escuchando). Un símbolo.
El canciller del Exchequer, el paloma Philip Hammond pretende un Brexit minimalista, contra el secretario del Foreign Office, el halcón maximalista Boris Johnson. May insinúa periodos de transición flexibles, pero aún susurra que es mejor ningún acuerdo que uno desfavorable. Y la ministra de Interior, Amber Rudd, confiesa ignorar qué pretende, pero promete a los empresarios que dispondrán de todos los obreros europeos que necesiten… y su jefa la matiza. Qué guirigay. No puede ser de otra manera, porque cualquier opción de Brexit es peor que su alternativa.
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