Claves para una buena protección de la piel de los niños en verano
Las quemaduras solares, alteraciones de la pigmentación y picaduras son las consultas médicas más frecuentes
La piel es el órgano más extenso de nuestro cuerpo y el que más expuesto queda a las inclemencias climatológicas. En verano, el sol, la escasez de ropa que sirve de protección o los baños en el mar y la piscina suponen un sobreesfuerzo para nuestra barrera protectora natural más externa. Los niños, sobre todo los menores de tres años, tienen una piel inmadura en vías de desarrollar todo su potencial defensivo frente a circunstancias externas como la luz solar. Por ello, es aconsejable tomar especiales medidas de protección para evitar quemaduras solares o alteraciones en la pigmentación (manchas o lunares) que, junto con las picaduras (insectos, medusas), son las consultas médicas con niños más habituales en verano.
La piel de un bebé de cuatro meses no tiene las mismas necesidades que la de un niño de nueve años. La edad es uno de los factores a tener en cuenta a la hora de cuidar la piel en verano. “La protección solar se debe elegir en función de la edad del niño. Los menores de seis meses y hasta los tres años deben evitar la exposición directa al sol y el uso de cremas con protección solar. Es aconsejable utilizar barreras físicas, como la ropa”, explica Raúl Lucas, jefe de sección de Dermatología Pediátrica del Hospital La Paz de Madrid.
La forma de proteger la piel del niño varia a partir de los tres años, cuando las medidas de protección de la piel son similares a las de los adultos. Es decir, filtros físicos, como el uso de gorro y gafas solares, y una crema con protección solar alta “que sea de calidad, a ser posible adquirida en una farmacia, y que se aplique sobre la piel de manera abundante y repetidas veces durante la exposición solar, sobre todo tras los baños”, aconseja el dermatólogo.
Estas son las claves para una buena protección solar de los niños:
- Evitar exponer a los bebés al sol y bañarlos en el mar o la piscina. La piel de los niños menores de seis meses es demasiado sensible y puede sufrir irritaciones y quemaduras, sobre todo en las horas centrales del día, de doce a dos.
- Utilizar siempre gafas de sol y gorro. Estos dos complementos para el niño no pueden faltar en la bolsa de la playa. La cabeza es una de las zonas del cuerpo más expuestas a la luz solar y el gorro previene insolaciones e incluso quemaduras del cuero cabelludo. En cuanto a las gafas, se trata de una barrera eficaz contra el sol para prevenir daños en la córnea.
- Un error habitual a la hora de proteger la piel de los niños en verano es utilizar escasa crema de protección solar y no repetir la aplicación varias veces después del baño. Conviene ser generoso con la cantidad de crema que cubre la piel y volver a poner más, sobre todo cuando el niño se ha bañado.
- La higiene diaria tras la playa y la piscina. Un baño después de que la piel haya estado expuesta a la intemperie, los baños de mar o piscina y el sol es fundamental para cuidarla y renovarla. Un baño con un jabón neutro o de pH ácido, a una temperatura templada y no demasiado largo así como la aplicación de una crema hidratante mantiene la piel sana y previene irritaciones.
Cuidados para niños con pieles sensibles y peculiares
Uno de los problemas dermatológicos más frecuentes en niños es la dermatitis atópica. Estas pieles que presentan manchas ásperas y blanquecinas necesitan un seguimiento por parte del pediatra, que recomendará para el verano “un producto fotoprotector específico, que no contenga alcohol y que sea bien tolerado por la piel del niño. También es recomendable en estos casos una higiene diaria con una jabón neutro y la aplicación de una crema hidratante”.
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