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3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

La puerta de África

En el ferry de la empresa ARMAS de camino a Melilla

Foto de un ferri dejando la costa de Motril a su espalda. Elena Cabrera
Foto de un ferri dejando la costa de Motril a su espalda. Elena Cabrera

Un pequeño equipo de porCausa nos vamos a la frontera de España con Marruecos, que es la frontera de Europa con África, una de las fronteras que separan a quienes somos los ciudadanos de tipo uno, con derechos, del resto que parece ser que no los tienen.

El embarque en Motril ha sido sorprendente. Lo primero que nos ha llamado la atención es que hay un puesto fronterizo donde hacen un control de acceso antes de subir al ferri. No hace falta pasaporte pero hay un control de DNI. El despliegue policial es inaudito si pensamos que estamos moviéndonos entre dos ciudades españolas. Le he preguntado al policía que nos ha atendido que a qué se debía el control y me ha respondido: "por seguridad" ¿Seguridad de quien?, he pensado yo.

Hemos coincidido con el cambio de turnos de policía nacional. No sé cuántas lecheras llevamos en la tripa del barco, yo he contado unas seis. Uno de los policías nos ha explicado muy amablemente que rotan cada dos semanas. Me parece bien, creo que puede evitar que se creen espacios de corrupción. Aunque no sé si lo harán por eso.

Hemos subido al ferri y lo hemos recorrido. Al llegar a la parte de atrás nos hemos encontrado con una piscina pequeña animada por una música “de boda” a tope de volumen que estaba mezclando un DJ. Cuando hemos soltado amarras han aparecido 3 animadores, una chica y dos chicos. Han estado todo el viaje haciendo juegos y actividades dignas de un crucero.

Me apoyo en la barandilla de la cubierta 8. Somos pocos. Observo a un pequeño grupo de pasajeros bailar, un grupo de policías nacionales discutir animadamente mientras comen, la costa española se aleja y crece el oleaje.

Miro el mar y me vienen a la cabeza todas las cifras de muertos del año pasado. Más de 5.000 personas murieron intentando atravesar este mar, este muro natural que separa a un mundo de otro. Las olas son pequeñas pero contundentes, hay muchos borreguitos blancos. Me viene a la cabeza el tuit de Frontera sin Filtros con una foto de una lancha, llena de gente y llena de agua, que intentó cruzar el estrecho el lunes. Todos los días hay personas que se juegan la vida en este mar, que hoy aparece implacable y sombrío.

Bommmmbaaa… la música me devuelve al barco y me dan ganas de llorar. ¿Por qué no pueden todos usar este barco para cruzar en lugar de esas lanchas ilegales? Pienso en mis hijos, qué suerte han tenido de nacer el lado bueno del muro… pero ¿lado bueno hasta cuando? Lo que se siembra se recoge.

Ya estamos llegando a Melilla...

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