La mejor postura para cuando él quiere y ella no: ninguna
Ni fingir, ni mentir, ni discutir, ni debatir... Cuando tu pareja quiere tener sexo y a ti no te apetece, decir no es la única opción
"Vaya noche... Después de la pelea delante de todo el mundo en el cumpleaños nos fuimos, estaba enfadadísimo, a gritos todo el camino, pero al final se vino a mi casa. Nos metimos en la cama cada uno en su lado, y a los cinco minutos se le ocurre meterme mano. 40 veces le dije que no, pero empezó a decir tonterías: que si veo a otro, que qué relación es esta, que si ya no me gusta... Me estaba haciendo sentir tan mal y estaba tan rayado que le dejé, no quería que pensara que me pasa algo o que no quiero estar con él, era solo que me apetecía cero. Cuando terminamos se dio la vuelta y se durmió y yo al final acabé llorando en el salón".
A esa conversación le siguió un relato bastante áspero sobre lo mal que se había sentido ella en ese durante, y además, sobre lo mal que se sentía en ese momento precisamente por sentirse mal teniendo sexo con su novio. La charla terminó en un debate sobre si estaba bien o era un error arreglar los problemas en la cama, pero a ninguna de las presentes se le ocurrió preguntar por qué no había dicho no, ninguna pensó que negarse hubiese sido una opción. No fue la única vez que se trató el tema y cualquier mujer que ya haya entrado en el terreno del coito es susceptible de mantener esta o alguna conversación parecida.
Aquello, que esa veinteañera calificó literalmente como "una noche de mierda", ocurrió hace ya algunos años, sigue ocurriendo y se llama violación dentro de la pareja, ese término tabú que social, política e institucionalmente muchos no terminan de aceptar porque parece inverosímil que lo haga con quien se comparte cama cada noche, o muchas noches, o alguna noche. Solo 52 países en el mundo tienen leyes sobre violencia conyugal, y el barómetro sobre violencia de género de la Comisión Europea del pasado noviembre reveló que una clara mayoría de los encuestados (hombres y mujeres) no piensan que una violación dentro de la pareja sea exactamente una violación: en lugares como Italia, Portugal o España, alrededor de la mitad de los encuestados creen que está mal pero no es ilegal. Y en Latinoamérica, donde cualquier forma de violencia contra la mujer se vuelve más cruda, esta creencia está también más normalizada.
El pasado miércoles, un blog mexicano publicaba un post titulado Posiciones sexuales para cuando él quiere y tú no, una guía de consejos posturales que la autora ha retirado después de una avalancha de críticas en la red por promover la violación. Los hay que se echan las manos a la cabeza ante la acusación, pero el disparate comenzaba así: “Llegas a casa con la única intención de meterte a la cama a dormir, pero justo ese día tu pareja ha venido a casa… ¡con tremendas ganas de poseerte que bueno! Tienes dos opciones, decirle que te duele la cabeza (respuesta que los hombres odian) o… limitarte a las posiciones sexuales que aquí te comparto. Seamos prácticas y resolvamos sin hacer tormentas. Le darás gusto, estarán juntitos, no tendrás que hacer mucho esfuerzo y dormirás plácidamente”. Después, en cada una de las seis posturas que recomendaba, añadía un comentario pizpireto que realzaba sus ventajas. Todo ventajas creerte obligada a decir sí.
La premisa de la que se parte es clara: él quiere, ella no quiere. No debería haber más que contar. Ni mentir, ni fingir, ni discutir, ni debatir, la respuesta a eso debería ser un no, un rotundo y claro no que la autora en cuestión ni siquiera se plantea como opción, como no lo hacen muchas otras mujeres. Algunas pensarán que acostarse con su pareja sin ganas es algo que le ha pasado a todo el mundo, lo grave de la cuestión es que ese pensamiento quizás se acerque a la realidad.
Si ese post hubiese estado ilustrado con algunas de las imágenes de la Guía de la buena esposa de 1953 que Pilar Primo de Rivera escribió durante el franquismo, hubiese chirriado menos. El número 2 de aquellos 11 consejos decía: "¡Luce hermosa! Descansa cinco minutos antes de su llegada para que te encuentro fresca y reluciente". El tercero rezaba: "Sé dulce e interesante. Su aburrido día de trabajo quizás necesite mejorar. Tú debes hacer todo lo posible por hacerlo. Una de tus obligaciones es distraerle".
Si se comparan aquellas recomendaciones de la dictadura española con el discurso de sumisión a la voluntad sexual del hombre —por supuesto sin importar la de la mujer— que destila todo el texto del blog, no hay mucha diferencia. El misionero, por ejemplo, es "obviamente" la primera posición que hay que intentar: "No tienes que mover un solo músculo de tu cuerpo. Si tu pareja nota que comienzas a quedarte dormida, simplemente haz un pequeño gemido y eleva un poco las piernas arqueando tu cuerpo". No solo recomienda negar el deseo propio, o la ausencia de él, sino que hay que esforzarse porque el otro no se dé cuenta.
Una de cada tres mujeres en el mundo que ha tenido una relación ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja
El post en cuestión podría resultar incluso divertido, por lo absurdo, si no fuese porque acumula una serie de ideas que llevan siglos expandiéndose como una pandemia y que parecen difíciles de erradicar: la mujer al servicio del hombre, la mujer como objeto de satisfacción sexual del hombre, las necesidades de la mujer por debajo de las del hombre, la pertenencia en la pareja de la mujer al hombre, el control del hombre sobre la mujer, la culpabilización de la mujer si no da algo al hombre, una histórica negación (o denigración o mutilación) de los deseos sexuales de la mujer y el sexo como obligación conyugal.
Un lote completo para seguir nutriendo las cifras que contribuyen a la cultura de la violación (la alta tolerancia social y la normalización de las agresiones sexuales). Una de cada tres mujeres en el mundo que ha tenido una relación ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja (según los datos de ONU Mujeres); en España, una mujer es violada cada ocho horas; en el último informe de la Agencia de la Unión Europea para los Derechos Fundamentales se ponía de relieve "la prevalencia y el carácter repetitivo de la violencia en la pareja contra las mujeres", una de cada cinco europeas ha experimentado violencia física y/o sexual desde los 15 años; en México, las cifras son una estimación caótica que permite la impunidad ante la violencia sexual; en Estados Unidos se calcula que entre un 14% y un 25% de las mujeres sufrirán una agresión sexual por parte de sus parejas en algún momento de su relación, según la Coalición Nacional Contra la Violencia Doméstica.
Aún así, En Estados Unidos, como en Bulgaria o Guatemala, muchos ciudadanos no creen que pueda considerarse violación el sexo forzado en la pareja. Algo que podría llegar a tener cierto sentido hace un siglo, o incluso hace medio en España, por el contexto cultural (o por la falta de él). Hoy, todavía algunas abuelas criadas en aquella mitad de centuria espetan a su nieta: "Anda, haz caso al novio, no vaya a ser que se enfade". Una frase que tendría que estar enterrada y sustituida por la firmeza de una pregunta que las madres esgrimen para zanjar de forma impepinable cualquier cuestión, y que debería ser mantra: "¿Qué parte del no es la que no has entendido?".
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