‘El Hormiguero’
¿Hay que pinchar esa burbuja mediática que ha convertido al programa en la diana perfecta y obvia causas más importantes?
Hace casi dos años que no veo El Hormiguero. Desde que me mudé a Colombia me entero de lo que pasa en el programa de Pablo Motos por Facebook. Es decir, por los posts diarios de algunos medios que, casi siempre, relatan momentos machistas protagonizados por el presentador. La invasión en mi muro es tal que me surge una duda: ¿Dónde está la barrera entre la denuncia social y la necesidad de conseguir visitas?
Desde hace demasiado tiempo las mujeres hemos aguantado comentarios machistas en programas de entretenimiento, informativos y anuncios de televisión. Así que cualquier campaña o iniciativa que se dedique a alzar la voz tras años de silencio viral, es bienvenida. Ya no somos señoras pasivas ante la pantalla, ahora tenemos Internet.
Lo que cuestiono es si es necesario pinchar esa burbuja mediática que ha convertido a El Hormiguero en la diana perfecta y obvia causas más importantes. Es tan sencillo (y sospecho que rentable) apuntar hacia este objetivo que hasta una risita de Shakira sirve como campaña feminista. O tal vez es que es fin de mes y hay que alimentar las estadísticas.
Al levantar la cabeza del ordenador me encuentro con un grupo de mujeres en Tumaco, en el Pacífico colombiano. Han sobrevivido a los peores abusos sexuales. Viven en condiciones de pobreza extrema. Para celebrar que están vivas le han entregado al océano una rosa con su dolor. Repiten que no es hora de callar. Su silencio, dicen, sería cómplice de la violencia que han vivido. Pero, aunque no callen, no las veo en el muro de Facebook.
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