Construir barato
Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal hablan de la diferencia entre construir con poco dinero y poner el presupuesto como excusa para justificar un mal resultado.
“La falta de medios ha sido con frecuencia una dificultad añadida, pero nunca una excusa. Siempre hemos obtenido lo que nos proponíamos”. Al contrario de buena parte de los arquitectos, Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal hacen público siempre el coste de sus proyectos. Pero además comentan las dificultades económicas, o los ingenios para lidiar con la economía, dándoles tanta importancia como a las decisiones estructurales. Han escrito, por ejemplo, sobre los tres millones de euros que tuvieron de presupuesto para el Palais de Tokyo de París (de 5.500 metros cuadrados) donde, a pesar de las limitaciones, trabajaron una superficie de 8.000. Consideraban que tenían que ir más lejos.
Habituados a exprimir cada euro, y a cumplir presupuestos, se descolocaron cuando les encargaron un hotel de lujo en Lugano. “No teníamos ninguna razón para proponer soluciones costosas”. Su idea de un hotel era que la mejor habitación es la que tiene mejores vistas. Por eso ampliaron las estancias e invirtieron las proporciones habituales entre metros de fachada y profundidad edificada para ganar vistas.
“No partimos nunca de la idea de construir barato, sino que nos preguntamos cómo podemos obtener todo lo que queremos”. En el libro Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal Actitud (Gustavo Gili) los arquitectos hablan, entre otras cosas, de su empeño en reducir el margen de los imprevistos. También de lo innecesario: “Por qué los aeropuertos actuales tienen vestíbulos inmensos cuando bastaría con alturas libres de cuatro metros? ¿Cuál es la razón de ese crecimiento en altura considerando el poco tiempo que la gente pasa en ellos?”.
Más allá de los excesos, Lacaton y Vassal se preguntan también por la escala: “A partir de 1.000 metros cuadrados no sirve de nada aumentar la superficie y revestirlo todo de mármol es una opción menos interesante que animar al cliente”. Y por la tecnología: “¿No habremos perdido el norte sobre lo que nos aporta?, plantean en alusión a su uso como alarde decorativo. También abordan la traducción arquitectónica de las ideas: “Desde el punto de vista de la normativa el confort no es más que reglas y cifras, mientras que, en realidad, se trata de una sensación”.
Todo para concluir en la traducción económica de las decisiones arquitectónicas: “El policarbonato nos interesa como una piel simple que se coloca igual que un sistema prefabricado. Es el cerramiento más inteligente que existe. Es mejor que el vidrio porque resuelve la estanquidad sin necesidad de marco ”. O “En las estructuras metálicas, con un precio del acero que se mantienen alrededor de los 1’8-2€/Kg la relación entre el peso y el precio es muy directa”.
Para economizar, Vassal aconseja, finalmente, ampliar al máximo el espacio habitable. Exigirse como creador y abandonar las manías de arquitecto.
Babelia
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