Un ‘Quijote’ ‘made in China’
DECÍA PAUL VALÉRY: “No es nunca un autor el que hace una obra maestra. Las obras maestras se deben a la calidad de los lectores”. En el Festival Internacional Cervantino de la ciudad mexicana de Guanajuato fue imposible no pensar en él y también en Adorno, que consideraba que “la misión del arte hoy es introducir el caos en el orden”.
Guanajuato es una ciudad fantástica: sus calles principales son subterráneas, su héroe popular es el minero Pípila, que participó junto a los insurgentes en la independencia de México, y también hay una escultura del Quijote subido a Rocinante, junto a la que a cualquier hora del día hay gente fotografiándose y creyendo al guía de turno que asegura que don Quijote nació ahí. Sí, en Guanajuato.
Lo que menos espera uno en Guanajuato es dar con la Ópera de Pekín de la provincia de Ghizou interpretando su adaptación de El caballero Don Quijote: inevitable asistir a la representación. Una hora antes hablo con Jorge Volpi, director del festival: “La idea es descubrir cómo se interpreta el Quijote en otras culturas. Buscábamos una combinación excéntrica, poco convencional, poco predecible en nuestra tradición occidental”. En la platea de la explanada de la Alhóndiga de Granaditas coincido con la poeta Elena Medel y juntos observamos cómo se lee el Quijote en China.
–La primavera está llena de flores –dice un Sancho Panza caracterizado como un enano. El actor, Yu Fan, pasa todo el espectáculo en cuclillas y al final será quien más aplausos reciba.
–No estoy para esto ahora. Me interesa más la plata que Google –responde el caballero andante.
Según la interpretación del director Shaoyun Chen, Dulcinea es famosa en la comarca por ser muy fea, pues el diablo la creó así.
Cuando escuchamos la música que interpreta la orquesta, mentalmente nos mudamos a un restaurante chino con cuadros por los que desciende el agua de un río en tres dimensiones. Y cuando aparece don Quijote con una lanza y suena un pasodoble, reímos incrédulos. Según la interpretación del director Shaoyun Chen, Dulcinea es famosa en la comarca por ser muy fea, pues el diablo la creó así. En mitad de una insólita coreografía, el Quijote dice: “Es bien difícil encontrar un buen gobernador”. Tras dos horas de disparatados intentos de liberaciones de chicas en rediles imaginarios, desencuentros con una duquesa y elevadas piruetas, queda claro que hay tantas Dulcineas como lectores hay de las novelas, y que cada cual introduce el caos que quiere en el supuesto orden original.
Con los aplausos, Elena me mira con los ojos rasgados y, como siempre, acierta: “Me he convertido en china desde el primer gong. Desconcierta ver un icono tan familiar abordado con códigos tan lejanos. No sé si me gusta o no me gusta”.
Nos despedimos de Volpi y nos entregamos al delicioso bullicio de Guanajuato. Caminando me viene a la cabeza esa enseñanza de Paul Claudel que siempre me acompaña y condensa toda voluntad creativa: “El orden es el placer de la razón, pero el desorden es la delicia de la imaginación”.
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