Viaje a la revolución racial de Estados Unidos a través del ‘soul’
Detroit, Los Ángeles, Memphis, Nueva York... Recorremos el país siguiendo la pista de las míticas discográficas negras

En una de sus discusiones más delirantes, Paul Weller y Noel Gallagher intentaban encontrar la puya definitiva para derribar al otro. “La diferencia entre tú y yo, Noel, es que a mí me gusta el soul”, probó Weller. “No, Paul, la diferencia entre tú y yo es que a ti te gusta el jazz”, contestó Gallagher.
Moraleja: No tiene el soul el lastre intelectualoide con el que cargan los fans del jazz y encontrar a alguien interesado en el pop que no reconozca esa influencia es como cazar un animal mitológico. A todos, incluso a los que no bailan ni en las bodas, les gusta el soul, esa fórmula que secularizó la energía extática del góspel y el trote del rhythm and blues, que provocó el chasqueo de dedos de músicos de rock ingleses, que ha sufrido mil mutaciones (quiet storm, retro-soul, deep soul, disco, r&b) hasta llegar a ese neo-soul revivalista que desde hace ya más de una década suena sin parar en esos termómetros de la música ya masificada que son los probadores de las tiendas.
En Where did our love go? The rise and fall of the Motown Sound, uno de los mil libros sobre la legendaria discográfica, encontramos una razón. La historia empieza con un capataz que trata fatal a sus esclavos negros, pero que siente un deseo atroz por aquella esclava que se mueve y canta tan bien. El soul, y especialmente el que no negaba su vocación comercial, derribó muros entre la música de raza y las listas de venta masivas y triunfó en comunidades aún segregadas para normalizar la idea de iconos de raza negra.
Ahora, hablar de discográficas de soul es como hacerlo de pubs familiares ingleses (las cadenas se comen todo) o de cajas de ahorro españolas (en continua fusión), pero en su día, antes de ser asimiladas por multinacionales, un sello soul (también blues o jazz) era un blasón y una dinastía, con sus ídolos, características, territorios y templos.
Estas son las míticas discográficas negras de Estados Unidos (pincha en la foto).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
¿Qué es el tiempo?
La economía que heredará Kast: una inflación controlada, pero con estrechez fiscal y desempleo alto
¿Cuántos caseros han cobrado la ayuda para desahucios suspendidos? Apenas 3.000 en cinco años
La gran industria pide al Gobierno que incluya 300 millones de ayudas en las medidas de final de año
Lo más visto
- Lotería de Navidad 2025 | 79432, el primer premio de la Lotería de Navidad
- Comprobar Lotería de Navidad 2025: consulta la pedrea con los números premiados
- El Gobierno y Bildu acuerdan extender a 2026 la prohibición de desahuciar a personas vulnerables
- Europa presiona a Ucrania para que contenga el éxodo de jóvenes hacia los países vecinos
- Oona Chaplin: “Le conté a James Cameron que vivía en una cabaña en los árboles y que estaba iniciando un proyecto de permacultura con una amiga”




























































