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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Heredero de Basquiat, rapero y marfileño

Médéric Turay expone en el Murcia Street Art Project junto a 84 artistas de 40 países

Analía Iglesias
El artista Médéric Turay mientras pinta una de sus obras.
El artista Médéric Turay mientras pinta una de sus obras.

Él hizo el camino de norte a sur. Salió de Estados Unidos y quiso volver al continente natal por su propio pie. Médéric Turay nació en Abiyán, Costa de Marfil, pero desde muy pequeño vivió con sus padres en Washington D.C., por la misión pública de su padre, que era militar. Se crió como un niño norteamericano y aprendió a amar el arte de los grandes maestros muy pronto, pero decidió volver a Costa de Marfil, a “re-enraizarse”. Ahora vive en Casablanca, porque considera que es un óptimo cruce de caminos entre Occidente y África. “Marruecos se está imponiendo como una plataforma para los artistas africanos”, opina.

Mientras hablamos, mira el móvil y sonríe: constata los 10.000 y pico de likes que ha cosechado la foto de su obra en la página del evento Murcia Street Art Project , que arranca este miércoles 5 de abril, en el Museo de Bellas Artes de Murcia. Un lienzo suyo se expondrá con los de otros 85 artistas seleccionados, de 40 países, hasta el 9 de julio

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Acaba de presentar en Rabat dos obras que destellan en las paredes exteriores del Museo Mohammed VI de Arte Moderno y Contemporáneo y además dos frescos ambulantes; uno en el tranvía capitalino y otro en uno de los trenes que unen Rabat con Casablanca, en el marco de L’Afrique en capitale, el evento con que Marruecos celebra su vuelta a la Unión Africana. Hay un homenaje a la madre-continente en el fresco más grande, con huellas de Picasso, quizá también de Arcimboldo.

Turay tiene 37 años y es uno de esos artistas urbanos que ya se mueven con una troupe de ayudantes imprescindibles, por la envergadura de las obras, y porque trabaja aquí y allá, sin parar: hace años que la galería Saatchi de Londres colecciona sus piezas; ha expuesto en Barcelona; ahora Murcia; el mes que viene, Nueva York (en una subasta benéfica las en la que habrá obras como las del cotizado escultor ghanés El Anatsui ) y, después del verano, en la Galerie 38 de Casablanca.

Se siente muy cerca del artista neoyorkino Jean Michel Basquiat, pero con las preocupaciones de un marfileño: “Los clisés africanos son muy frecuentes y tienen que ver con la vestimenta o el look del pelo. Siempre ha habido miedo de no estar a la moda internacional y eso impide la expresión. Hoy comenzamos a desacomplejarnos, nos reencontramos y valoramos nuestra vestimenta, por ejemplo. En cuanto a la lengua, los africanos francófonos empiezan a tener más voz, porque antes temían hablar, ahora tienen menos complejos, justamente, gracias al arte”, considera.

Cuenta que empezó en el 84, en Washington, imitando la estética del cómic y a los clásicos. "Yo iba a la secundaria y amaba a Leonardo Da Vinci, a Picasso y a Basquiat. Eran los años que nacía el hip hop: lo más fácil era convertirme en un artista americano, pero creí que tenía que conocer mis orígenes y ser un artista africano: hacía falta volver a Costa de Marfil y recuperar mis raíces, mi etnia y todo lo que había perdido. Soy una mezcla de agni y dioula (mi padre es dioula, como el presidente actual, y mi madre, agni). Entonces, ese pedazo de vida me permitió hacer la fusión y preguntarme: ¿qué puedo aportar de nuevo a mi cultura?”, explica el artista.

Turay fue rapero; es rapero, mejor dicho, pero no tiene ganas de hablar de eso y, en cambio, sí quiere contar que está creando su propia marca de diseño de indumentaria. Dice que prefiere ir descubriendo de a una sus caras, como las de sus personajes estridentes: “Mis personajes no tienen identidad, pero los rostros son multicolor. Trabajo también los colores con el café, que es la primera materia de exportación en Costa de Marfil”.

Fragmento de una obra de Turay.
Fragmento de una obra de Turay.

Entonces, cuando expone sus obras, se escribe de Turay y también se escribe sobre el café, la materia prima de la que vive un pueblo. Quizá sea esa una manera de abordar lo que el artista considera la falta de solidaridad entre “blacks”: “es difícil de decir, pero, es cierto, son siempre los mismos estereotipos y falta de un espíritu colectivo, cada uno hace lo que le parece, y nada se arregla”.

Sobre la firma

Analía Iglesias
Colaboradora habitual en Planeta Futuro y El Viajero. Periodista y escritora argentina con dos décadas en España. Antes vivió en Alemania y en Marruecos, país que le inspiró el libro ‘Machi mushkil. Aproximaciones al destino magrebí’. Ha publicado dos ensayos en coautoría. Su primera novela es ‘Si los narcisos florecen, es revolución’.

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