Encuentros Tënk, una incubadora para impulsar el desarrollo del cine documental africano
Una veintena de realizadores africanos acude a la cita en Saint Louis con un puñado de propuestas para persuadir a productoras independientes del Norte y del Sur
La joven Cyrielle Raingou se acerca al micrófono, aclara su voz y, dirigiéndose a los asistentes, comienza: "Al fondo de su taller y entre montones de inventos, el sexagenario Djidda Gadji ha encontrado la solución para acabar con Boko Haram. 'Es el invento definitivo', dice desde su taller de fabricación de máquinas agrícolas en Yaoundé, Camerún. Djidda Gadji ha diseñado el prototipo de un arma destinada a vencer al enemigo: el cycloneur, un artefacto que dispara viento con una intensidad próxima a la de un ciclón. Preocupado por si le roban el invento, Gadji guarda el proyecto en secreto, desconfía de los medios y de la sociedad en general, y yo soy la única persona a quien revela los misterios de su trabajo y de sus numerosos inventos". Raingou hace una pausa, está algo nerviosa, y no quiere perderse la primera reacción de los asistentes, un grupo de expertos productores y distribuidores de cine que escuchan atentos la propuesta de la realizadora. Raingou es una joven cineasta camerunesa que viene a Saint Louis (Senegal) en busca de apoyo para realizar su proyecto. Lo que acaba de leer, aunque parece el argumento de una película de ficción, es la sinopsis de un documental de creación.
Junto a ella, una veintena de cineastas viajan a Saint Louis para asistir a los encuentros Tënk de co-producción, una cita ineludible para los nuevos documentalistas independientes africanos. Tënk significa pitch en wolof, el idioma nacional de Senegal, un término anglosajón que se utiliza en el sector audiovisual para referirse a la presentación y el lanzamiento de una idea para una película, generalmente frente a un comité de expertos, que valoran la viabilidad y la originalidad del proyecto.
Los encuentros Tënk nacen hace 14 años por iniciativa de Docmonde, una red de profesionales del sector audiovisual basada en la cooperación justa creada por Africadoc, un programa de formación que desarrolla talleres de escritura y encuentros de co-producción en distintos lugares de África para impulsar y dinamizar el cine documental independiente en el continente. El proyecto persigue un objetivo claro: crear una red de realizadores, productores y distribuidores independientes de cine documental en una docena de áreas geográficas donde el género está ausente o poco desarrollado. Así surge Africadoc Network, la plataforma por excelencia del cine documental africano.
Wabinlé Nabié viene directamente desde Ouagadougou para mostrar su cara llena de cicatrices, unas marcas realizadas en el rostro que caracterizan a los Bwaba, un grupo étnico de los más de 60 que existen en Burkina Faso. "Mi cara está escarificada y yo porto estas cicatrices como una seña de identidad. Todo el mundo las reconoce, sin embargo nadie sabe de donde vienen, ni qué sentido tienen. Les Scarifiés explora la identidad y la cultura de los Bwaba, buscando el sentido de la escarificación, practicada durante muchos siglos en distintas partes de África para indicar la herencia tribal de una persona, aunque su verdadero significado es todavía un misterio. ¿Qué sentido tiene la escarificación? ¿Por qué existe? ¿Desde cuándo se practica? Hoy está prohibida en Burkina y está condenada a desaparecer", asegura Wabinlé. "Hasta el momento no existe ningún film que haya explorado ni investigado esta práctica".
El proyecto persigue un objetivo claro: crear una red de realizadores, productores y distribuidores independientes de cine documental en una docena de áreas geográficas donde el género está ausente o poco desarrollado
Wabinlé Nabié es un narrador de historias nato. Empezó en el mundo del teatro hace años y también ha escrito un libro de cuentos para niños que recopila las historias de su etnia. Es la segunda vez que viene a los encuentros Tënk de Saint Louis y está muy contento de que su proyecto haya sido seleccionado para esta edición. "Cuando era pequeño, se reían de mí en la escuela, me llamaban 'el niño que se peleó con un tigre'. Prohibir la escarificación es prohibir una de las grandes manifestaciones culturales de nuestros ancestros; yo no reivindico las cicatrices, pero tampoco las condeno. Quiero hacer un documental sobre la escarificación antes de que desaparezca, porque ha sido un rasgo de identidad muy importante en África, una tradición ancestral cargada de simbolismo".
Las propuestas desprenden autenticidad y compromiso. Escuchar los distintos tënk o propuestas de proyecto de los realizadores africanos que asisten a los encuentros puede dejar atónito a cualquier espectador medio europeo, habituado a ver largometrajes sobre emigración, guerra y hambre, temas recurrentes cuando el escenario es África. La mayor parte de las producciones europeas que ponen el foco en el continente a menudo describen un paraíso remoto y exótico, con una naturaleza exuberante, aunque también optan por mostrar un lugar donde el conflicto y el atraso son los pilares de toda una civilización. En general, ofrecen una mirada reduccionista, simplista y superficial del continente que no hace ningún favor a nadie, aunque a menudo las películas revienten las taquillas. No se trata de una visión errónea, aunque sí incompleta. África es mucho más que emigración, guerras y hambre, y eso es precisamente lo que investigan y desarrollan esta nueva generación de cineastas, que quieren dejar las películas de colonialismo trasnochado y las historias románticas e irreales atrás.
En el cine, al igual que en otras disciplinas, los africanos demuestran un gran talento y una mirada diferente, fresca, curiosa y sorprendente. Y quieren contarla. "Solo así podemos trazar un camino seguro hacia el desarrollo de nuestro propio cine y de nuestra sociedad", asegura Thierno Souleymane Diallo, que viene desde Guinea Conakri con su proyecto El cementerio de la película. Souleymane quiere rescatar Mouramani, una obra de 23 minutos realizada por Mamadou Touré en 1953; el primer film guineano y también el primero hecho por un negro africano al sur del Sáhara. "Una película de la que todo el mundo ha oído hablar, pero que nadie ha visto. Quiero recuperar la historia y resolver el misterio, apropiarme de la memoria del pasado para intentar crear una nueva narrativa", explica el director. "Vengo de Guinea, allí no hay dinero para la producción cinematográfica, no tenemos instituciones que nos representen, no hay salas de cine… No hay nada. Esta historia es necesaria para reanudar el camino, hay que poner en valor el cine de los pioneros, seguir su rastro, interrogar su mirada y su percepción del arte. Utilizo el cine como una arma contra el olvido".
África es mucho más que emigración, guerras y hambre, y eso es precisamente lo que investigan y desarrollan esta nueva generación de cineastas, que quieren dejar las películas de colonialismo trasnochado y las historias románticas e irreales atrás
Cineastas de Argelia, Túnez, Togo, Níger, Mauritania, Marruecos, Cabo Verde, Malí, Guinea Conakri, Camerún, Burkina Faso o Senegal han sido seleccionados a partir de los talleres de escritura celebrados en distintos lugares de África para asistir a los encuentros Tënk con el objetivo de encontrar el apoyo necesario para desarrollar sus proyectos documentales. Son la nueva generación de documentalistas africanos, dispuestos a trabajar duro para impulsar el desarrollo del sector en sus países de origen.
Todos traen historias reales que hablan de sueños, de aspiraciones, de tradición, de misterio, de espiritualidad y de cultura. El cine documental independiente emerge como un género muy potente para explorar y difundir la realidad que les rodea, para rescatar y cuestionar la historia con una nueva mirada. Permite expresar ideas y realidades que promueven el conocimiento para impulsar el desarrollo social y humano. Los jóvenes cineastas consideran el documental un arma y un aliado que vale para combatir el olvido, para inspirar el cambio o para denunciar costumbres inaceptables, como hace el camerunés Abdoulaziz Zra. Le Guetteur cuenta la historia de Moustapha, un hombre cuyo trabajo consiste en pasear por los mercados, iglesias y mezquitas de Gazawa, un pueblo en la frontera de Camerún con Nigeria, en busca de niñas y jóvenes para negociar con sus familias y proponerlas como esposas a ricos comerciantes nigerianos. "El matrimonio infantil y forzado aún existe en muchas sociedades africanas porque todavía existen hombres como Moustapha, que hacen negocio con las familias en situación de pobreza y necesidad", asegura Zra.
Aunque los encuentros Tënk tienen un sentido y un enfoque muy prácticos —encontrar financiación para realizar documentales independientes— aquí se debaten temas muy trascendentales. "¿Hacia donde camina nuestra sociedad? ¿qué nos espera a las nuevas generaciones? ¿estamos preparados para coger las riendas de nuestro futuro?", se pregunta Wided Zoghlami en 10 años y una revolución más tarde, un documental que explora la mirada de cuatro jóvenes tunecinos que en 2007, bajo la dictadura de Ben Ali, hicieron la revolución en un barrio popular de la capital. Zoghlami se reencuentra con ellos para hacer una crónica de la juventud olvidada de Túnez a través de sus protagonistas, que 10 años después observan frustrados como nada ha cambiado.
Frente a ella y con los oídos bien abiertos, 50 productores y distribuidores de países del Norte y del Sur escuchan la propuesta con atención. Todos vienen en busca de nuevas miradas, de historias todavía sin contar, de maneras distintas de narrar la riqueza y la diversidad que emanan a borbotones de todo el continente africano. La elección es difícil, pero es apasionante estar presente junto a las nuevas promesas del cine documental independiente africano, quienes con pasión y entrega intentan conseguir los medios para contar historias que consideran necesarias.
La colección de propuestas que circula por esta sala es la prueba definitiva de la creatividad y el compromiso de los jóvenes realizadores africanos. Con humor, con dramatismo o con imaginación, los encuentros Tënk de co-producción demuestran que la nueva generación de cineastas quiere promover el diálogo y el conocimiento para impulsar el desarrollo de la sociedad africana a través del cine.
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