“Depende del producto que sea, nos podemos fijar en varias cosas”, señala Miguel: “En el queso para pizzas, hay que indagar en el nivel de grasas y su origen. Habitualmente, se le añaden grasas de origen animal, porque no debemos olvidar que es un derivado lácteo, pero en algunas ocasiones llevan otra mezcla de productos que no provienen de las grasas animales. Eso sí es importante y hay que fijarse [y evitarlas]. Sin olvidarnos, además, de su alto contenido en azúcares”. Otro ingrediente que puede llamarnos la atención es la fécula de patata ¿Tiene sentido encontrarla en un queso rallado? En realidad, sí, porque es un antiapelmazante que se utiliza como espesante en las cremas y purés, o como antiadherente en masas o pastas para estirar y dar forma –como ocurre en este caso–. Las féculas que proceden de trigo, maíz, arroz o patata son a priori, según la científica, más saludables que los aditivos químicos.