
En el pavo no hay solo pavo: qué mirar en la etiqueta del paquete de embutidos para elegir el mejor
Y otras cinco claves para descifrar los alimentos que encontramos en el supermercado

La etiqueta de estas judías verdes en bote es a priori muy sencilla: solo lleva las judías, agua y sal. Sin embargo, “las conservas suelen ser un producto con alto contenido en sal”, explica Miguel. “Cada vez más la industria alimentaria está tratando de reducirlo, y eso es bueno”, pero mientras tanto se puede conseguir rebajar el sodio con un truco muy sencillo: lavarlas con agua antes de cocinarlas. “Mejor eso que dejar de consumirlas. Al final, la gente utiliza este tipo de productos porque no dispone de tiempo para cocinar, por ejemplo, las legumbres frescas –que requiere de mucho tiempo–, así que esta es una buena forma de hacerlo sin pasarse con la sal”. Un consumo moderado de esta sustancia es fundamental para la salud: según la OMS, la reducción de la ingesta de sodio mitiga significativamente el riesgo de tensión arterial en los adultos.

Un error habitual suele ser confundirlas o pensar que la mantequilla, al ser más grasienta y consistente, es la ‘hermana mala’ de la margarina. Pero, como ocurre con muchas otras cosas, las apariencias engañan. “La mantequilla es un producto, derivado lácteo, que proviene de la leche de vaca y la margarina es un alimento que va a provenir de aceites o de grasas vegetales”, explica Miguel. Y ese tipo de grasas son las que debemos evitar en la medida de lo posible. Especialmente las grasas trans. “La legislación aún no obliga a que se especifiquen en los alimentos que están presentes”, recuerda la experta, “pero si en la etiqueta encuentras ‘aceites vegetales hidrogenados’, probablemente ese producto incluya grasas trans”.

“El pavo es un alimento que tiene un contenido graso menor que otras proteínas de ave que se utilizan, como pueden ser las del pollo, y por eso tiene una gran demanda”, recuerda la experta. Sin embargo, algo que solemos pasar por alto es la proporción real de pechuga de pavo que tiene el producto, y ahí es donde radica la diferencia. Hay paquetes que llevan solo un 65% de pavo, los hay con menos del 50% y otros que llegan al 92%. “Cuanto más porcentaje tiene de esa carne de ave pues menos va a tener de lo demás (que es añadido)”, recuerda Miguel: “Y que pueden ser azúcares, almidones, aromas, etc...”. Por eso, siempre que se pueda, la experta recomienda optar por embutidos con un alto porcentaje de carne.

Al igual que ocurre con las bebidas azucaradas o las salsas, en este producto de desayunos resulta fundamental controlar las cantidades y el valor calórico. Tampoco debe despistarnos el reclamo ‘integral’ del paquete porque para nada exime a los copos de llevar una alta cantidad de azúcares. En este caso, como su cantidad es de 26 g de azúcar por cada 100, con una ración generosa, ya estaríamos servidos para todo el día, pues la OMS recomienda no excederse de los 25 gramos al día para "proporcionar beneficios adicionales en la salud".
![<p>“Depende del producto que sea, nos podemos fijar en varias cosas”, señala Miguel: “En el queso para pizzas, hay que indagar en el nivel de grasas y su origen. Habitualmente, se le añaden grasas de origen animal, porque no debemos olvidar que es un derivado lácteo, pero en algunas ocasiones llevan otra mezcla de productos que no provienen de las grasas animales. Eso sí es importante y hay que fijarse [y evitarlas]. Sin olvidarnos, además, de su alto contenido en azúcares”. Otro ingrediente que puede llamarnos la atención es la fécula de patata ¿Tiene sentido encontrarla en un queso rallado? En realidad, sí, porque es un antiapelmazante que se utiliza como espesante en las cremas y purés, o como antiadherente en masas o pastas para estirar y dar forma –como ocurre en este caso–. <a href="https://www.directoalpaladar.com/ingredientes-y-alimentos/que-son-las-feculas-y-como-podemos-utilizarlas-en-la-cocina" target="_blank">Las féculas</a> que proceden de trigo, maíz, arroz o patata son a priori, según la científica, más saludables que los aditivos químicos. </p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GSGEYAEEXVMWTF43KLHAYE76XU.jpg?auth=5a81eb90bd32a49a2d56f32fd2b88ebaed829154ed75a2be40f1284818b43a92&width=414)
“Depende del producto que sea, nos podemos fijar en varias cosas”, señala Miguel: “En el queso para pizzas, hay que indagar en el nivel de grasas y su origen. Habitualmente, se le añaden grasas de origen animal, porque no debemos olvidar que es un derivado lácteo, pero en algunas ocasiones llevan otra mezcla de productos que no provienen de las grasas animales. Eso sí es importante y hay que fijarse [y evitarlas]. Sin olvidarnos, además, de su alto contenido en azúcares”. Otro ingrediente que puede llamarnos la atención es la fécula de patata ¿Tiene sentido encontrarla en un queso rallado? En realidad, sí, porque es un antiapelmazante que se utiliza como espesante en las cremas y purés, o como antiadherente en masas o pastas para estirar y dar forma –como ocurre en este caso–. Las féculas que proceden de trigo, maíz, arroz o patata son a priori, según la científica, más saludables que los aditivos químicos.