Ciudades Anti-Trump
El poder de las ciudades como antídoto al movimiento Trumpista
"No vamos a convertir a nuestra policía en fuerzas de seguridad antiinmigración", comenta Bill de Blasio, alcalde de Nueva York. "Si la gente quiere vivir aquí, vivirán aquí. Pueden usar cualquier oficina en este edificio", afirma Marty Walsh, alcalde de Boston. "Esta ciudad no va a ser intimidada por la administración federal. Tenemos el imperio de la ley y los tribunales de nuestro lado", dice Ed Murray, alcalde de Seattle. "En Chicago damos la bienvenida a todas las personas si persiguen el sueño americano, ya sean de Polonia o Pakistán, Irlanda, India o México", declara Rahm Emanuel, alcalde de Chicago.
Estas declaraciones reflejan la gran división de un Estados Unidos todavía atónito después de la toma de posesión de Donald Trump. Aunque Hillary Clinton ganara el voto popular por más de 2.9 millones de votos, el voto rural y obrero blanco que Trump supo despertar resquebrajó todos los pronósticos electorales. Ahora a los demócratas les toca enfrentarse a un ejecutivo demagogo con representantes de extrema derecha durante los próximos cuatro años y al menos dos años en minoría en ambas cámaras del Congreso.
Y es que la gran división en Estados Unidos no es tanto racial sino una división entre la realidad urbana y la realidad rural: si las ciudades han sido la columna vertebral del partido demócrata; las zonas rurales son el corazón del republicanismo. De las 20 ciudades más grandes de los Estados Unidos, solamente Fort Worth (Texas), San Diego (California) y Jacksonville (Florida) tienen alcaldes republicanos. En este sentido, las últimas elecciones estadounidenses no solo han radicalizado el posicionamiento político entre unos y otros, sino que ha acentuado las tensiones ya existentes entre lo urbano y lo rural.
Tal y como afirma Benjamin Barber, profesor de la Universidad de Fordham, las ciudades son actualmente la única institución pública que realmente funciona respondiendo directamente a las necesidades de la ciudadanía. Según escribía en un artículo reciente en The Nation, la política de Donald Trump está destinada al fracaso ya que la realidad del proceso de urbanización está en su contra y la creciente disfunción de la soberanía nacional en un planeta irreversiblemente interdependiente y crecientemente urbano también.
Durante el discurso de inauguración, Trump alardeó de su América primero mientras acusaba a la hipotética economía ruinosa del país, amenazando con deportar inmigrantes y prometiendo restablecer la seguridad de las fronteras.
Al poco tiempo, varios alcaldes de las principales ciudades de Estados Unidos se movilizaban para plantar cara a un gobierno al que acusaban de xenófobo y racista. Algunos de los principales ejes temáticos que señalaban como frente de batalla fueron sus críticas al salario mínimo, las propuestas de inmigración o su escepticismo sobre el cambio climático
¿Pero podrán realmente las ciudades frenar las políticas promovidas por el Gobierno de Trump? Algunos de los intentos se describen a continuación.
Ciudades por la agenda del Cambio Climático
Después de que Trump llegara al poder, 37 alcaldes estadounidenses firmaron una carta abierta instándole a adoptar una postura firme sobre el cambio climático, solicitando que se respete el acuerdo firmado en la Declaración de París de COP21 y pidiendo que se apoyaran las iniciativas locales con fondos federales.
La carta, firmada por alcaldes tanto del partido demócrata como del republicano, concluye diciendo: “estamos preparados para seguir adelante incluso en ausencia de apoyo federal, sabemos que si nos mantenemos unidos en esta cuestión, podemos hacer cambios que resonarán durante generaciones”.
Michael Bloomberg, exalcalde de Nueva York, remató la estrategia en una carta que publicó en su diario Bloomberg bajo el título Washington no tendrá la última palabra sobre el cambio climático, diciendo que si Trump se retira del acuerdo de París, "recomendaré que los 128 alcaldes de los Estados Unidos que forman parte del Pacto Global de Alcaldes a busquen unirse en su lugar".
Frente urbano por el salario mínimo
Tanto Donald Trump como su vicepresidente Mike Pence han afirmado públicamente varias veces que se debería eliminar el salario mínimo federal. ¿Podrían las ciudades frenar esa prohibición? De hecho, el movimiento Lucha por 15$ une a más de 100 ciudades del país para establecer el salario mínimo en 15 dólares. Ciudades cómo San Francisco, Seattle, Chicago, Oakland, Pittsburgh o Washington, D.C. ya aprobaron a finales de 2016 dicho aumento. Si el movimiento sigue prosperando, un frente de ciudades podría aprobar y ofrecer un salario mínimo para el 60% de la población estadounidense, contradiciendo las leyes federales que quisiera imponer Trump.
Ciudades en contra de la deportación de inmigrantes
Desde el día después de las elecciones, el alcalde de Nueva York Bill de Blasio, se ha presentado como defensor de los inmigrantes ante las políticas de deportación de Trump. De Blasio ha propuesto crear una nueva coalición de alcaldes para impulsar una reforma migratoria en dirección progresiva para proteger a los inmigrantes indocumentados.
En su llamada durante las movilizaciones después de la toma de posesión, De Blasio invitaba a imaginar qué pasaría si 200 ciudades del país dijeran simultáneamente que no van a permitir las políticas de deportación. Varios alcaldes se sumaron a De Blasio prometiendo desafiar la orden ejecutiva del presidente Trump que amenazaba con cortar el financiamiento federal a las ciudades que ofrecen protección a los inmigrantes indocumentados en sus comunidades.
Estas iniciativas de ciudades, antes aisladas en la relación bilateral Ciudad-Estado, encuentran un respaldo creciente a través de plataformas como el Parlamento Global de Alcaldes, la organización C40 (frente de alcaldes para el Cambio Climático) o la Conferencia de Alcaldes de Estados Unidos.
Parece obvio que muchas ciudades se han ido convirtiendo en una especie de protectorados de la diversidad, el multiculturalismo y la defensa de derechos humanos y el medioambiente. En esta nueva era Trump, su eficacia trabajando en un frente común para frenar políticas federales discriminatorias se pone a prueba más que nunca.
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