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“El Gobierno me implantó un chip y controla todos mis movimientos”

João Henriques

LOBO FERNÁNDEZ asegura que el Gobierno le implantó un chip subcutáneo para controlar todo lo que hace. Cree que es una conspiración “institucionalizada y a gran escala”. Además, se siente constantemente observado. “Me hacen fotos, me graban en vídeo y luego meten la información en el ordenador. Se creen que no me doy cuenta”, protesta.

¿Por qué querría el Gobierno espiarle con un chip? Porque la información es poder. Y sé que no soy el único. Nos controlan a todas horas. Nos tienen bien atados. Pretenden domesticarnos.

¿Cree que su familia está metida en el ajo? No de forma consciente. Son simples marionetas que hacen lo que se les dice sin cuestionar nada. No les culpo porque son ingenuos, manipulables. Basta con traerles una pelota con la boca para que, sumisos, te la cojan y la tiren lejos una y otra vez. Si les acerco la pata, se arrodillan y me la agarran. No importa las veces que lo repita. No se cansan. Me dan pena. Si yo puedo modificar su conducta a mi antojo, qué no podrá hacer el Gobierno.

¿Ellos saben que lleva usted un chip en el cuerpo y les da igual? Claro que lo saben. Pero no piensan en lo que esto significa. Ellos mismos se abren cuentas en Facebook, donde comparten información personal, documentos gráficos, intimidades.

¿Les preocupa esto? En absoluto. Viven adocenados por las grandes corporaciones.

"El otro día tiré varios libros de una estantería y me los comí. Pensé que nadie me observaba y ya veo que estaba equivocado".

Parece que haya leído usted a George Orwell y se le haya indigestado la lectura. ¿Cómo lo sabe? ¿Cómo sabe esto?

Cómo sé el qué. El otro día tiré varios libros de una estantería y me los comí. Pensé que nadie me observaba y ya veo que estaba equivocado. Los medios estáis implicados, el grupo PRISA, todos. No sé ni por qué acepté esta entrevista.

¿Pero qué tiene que ocultar? Todos tenemos cosas que ocultar. Por eso existe el derecho a la intimidad [gime].

¿Acaso es sospechoso de algo? ¿Es esto un interrogatorio? (gruñe). Estoy en una lista de peligrosos, una lista absolutamente racista… Estoy…, estoy controlado y no he hecho absolutamente nada malo, nada… (gime, da vueltas sobre sí mismo). Es puro racismo, racismo institucional…

Si se tranquilizara, puede que el Gobierno confiara más en usted y dejara de vigilarlo. ¿Quieren que hable? Pues no puedo hablar, no quiero hablar, no me da la gana (escarba en el suelo, como buscando micrófonos).

Relájese. Cuéntelo, no puede ser tan grave. No puedo, es algo privado. Es mi intimidad.

Tengo aquí un trozo de jamón… (Babea). ¡Oh! Esto es un golpe bajo.

Es jamón del bueno… ¡A veces me gusta revolcarme en heces! ¡Me da placer! ¡Y si me da la gana me las como! ¿Contento? ¡Ya tienen lo que querían! (engulle el trozo de jamón). Madre mía, esto es Cinco Jotas, ¿no? Si me da otro trozo, qué demonios, le digo dónde escondo los calcetines.

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