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Columna
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Ensoñaciones

De modo que algunas construcciones carísimas parece que se van a pagar solas, como la independencia de Cataluña, pero no, la estamos pagando los españoles

Félix de Azúa
El fiscal anticorrupcion, Fernando Bermejo en las oficinas del Puerto de Barcelona acompañado por una comitiva judicial.
El fiscal anticorrupcion, Fernando Bermejo en las oficinas del Puerto de Barcelona acompañado por una comitiva judicial. GIANLUCA BATTISTA

Es de sobra conocida (pero debemos recordarla de vez en cuando) la admirada exclamación que arrancó a un atónito Josep Pla la colosal iluminación de los rascacielos de Manhattan: “Y todo esto, ¿quién lo paga?”.

Los pobres y los de medio pelo tendemos a soñar que las cosas se pagan a sí mismas, del mismo modo que el Creador alimenta a las avecillas del campo. También es de sobra conocida la famosa frase de la miembra socialista que ante una reclamación judicial se justificó aclarando que el dinero público no era de nadie. Ensoñaciones de pobres y de medio pelo. El dinero siempre es de alguien. En general, de otro.

De modo que algunas construcciones carísimas parece que se van a pagar solas, como la independencia de Cataluña, pero no, la estamos pagando los españoles. Sobre todo, los pobres y los de medio pelo. Del mismo modo que pagamos a la madre de la independencia, Convergencia y Unió, mediante un 3% cariñosamente sustraído de nuestros bolsillos. Entiéndase: se lo birlan a los constructores, pero estos caballeros saben que repercutir un 3% en el precio final es algo perfectamente honrado.

El asunto empieza a ser turbador cuando nos percatamos de que también pagamos la totalidad de los partidos españoles, menos los recién llegados, vía subvención y pudrición. Las múltiples corrupciones que han situado a nuestro país junto a Rumanía en términos de honradez pública nacen de la cleptocracia de los partidos.

Podría resolverse mediante una financiación que pesara exclusivamente sobre los cargos, militantes y votantes de cada formación, y no sobre los desvalidos contribuyentes. Pero para que eso fuera así lo tendrían que votar los partidos. Que es como pedir a los cerdos que se suiciden para ahorrarnos la matanza.

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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