¿Hay que quitarse la corbata para vender aviones a Irán?
El presidente de Airbus obvió esa prenda en la entrega de un primer aparato en Teherán
El acuerdo nuclear con Irán ha abierto las puertas a volver a hacer negocios con ese país de 80 millones de habitantes. Entre los más jugosos está la renovación de la flota aérea civil, envejecida tras décadas de sanciones estadounidenses. Los gigantes Airbus y Boeing estuvieron entre los primeros en despachar ejecutivos a Teherán el año pasado. Ahora la empresa europea acaba de entregar el primer avión, un A-321 de 189 pasajeros. Pero, ¿hay que quitarse la corbata para vender en la República Islámica?
Tal es la impresión dada por el presidente de Airbus, Fabrice Bregier, quien durante la ceremonia de llegada del aparato a Teherán apareció sin esa prenda habitual en el mundo de los negocios, pero muy controvertida en Irán. La revolución de 1979, que dio lugar al peculiar sistema de gobierno iraní, tuvo un carácter marcadamente antioccidental traducido en la prohibición de signos como corbatas y pajaritas.
Salvo en el caso de los médicos, el uso de las chalinas se considera antirrevolucionario y, de vez en cuando, la policía recuerda a las tiendas de ropa que no pueden exhibirlas en sus escaparates. La imagen de los funcionarios iraníes sin corbata en actos oficiales, tanto dentro como fuera del país, se ha convertido en marca a la par con la capa negra (chador) con la que se cubren las piadosas chiíes. Sin embargo, durante todo este tiempo los extranjeros han seguido utilizando la corbata en sus tratos diplomáticos o empresariales con Irán.
No cabe duda de que la entrada en el mercado iraní es muy importante para Airbus. “El renacimiento del sector de la aviación de Irán es uno de los desarrollos más importantes para nuestra industria en muchos años”, ha declarado Bregier. El A-321 que entregó es el primero de un centenar encargado por Teherán, que ha hecho otro pedido de 80 aparatos a Boeing.
Los signos también son importantes, sin embargo. Y como con la decisión de cubrir las estatuas de los Museos Capitalinos de Roma durante la visita del presidente Hasan Rohaní, un exceso de complacencia puede resultar contraproducente.
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