2017 no ha hecho más que empezar y ya pertenece a Ryan Gosling
Arranca el año en el que el actor se juega pasar de ser un tipo guapo a un actor que puede marcar época
Baudelaire decía que el mayor truco del diablo fue convencer al mundo de que no existía. El actor Ryan Gosling (Londres, Canadá, 36 años) ha recreado esa artimaña para hacer creer al mundo que es guapo. Eso ya lo tiene conseguido. Pero durante 2017 mutará definitivamente en estrella. Tres de las películas más esperadas del año (La ciudad de las estrellas. La La Land, Blade Runner 2049 y First man) descansan sobre esos hombros que, tal y como describía Emma Stone en Crazy stupid love (2011), parecen diseñados con Photoshop. Hollywood lleva años intentando domarle, y él ha arrastrado críticas, parodias y memes. Este año por fin suelta lastre. Es su momento.
El año acaba de empezar y ya le pertenece, y además conseguirá que creamos que ha sido idea nuestra. Estas son las pruebas a las que Gosling se enfrentará con la certeza de que va a superarlas.
El nuevo Brad Pitt, ahora sí
Hollywood se comporta con los actores jóvenes como con la comida exótica. Son incapaces de saborearlos sin compararlos con otro. Brad Pitt sería como el sabor a pollo: todos los actores rubios recuerdan a él. Pero Gosling tiene mucho más en común con Pitt que los reflejos dorados. Ambos son hombres moldeados como guaperas, y aunque sigan la corriente porque les sale rentable, nunca terminan de encajar en realidad. Si existiera una convención de sex-symbols, Ryan y Brad se la pasarían en una esquina mirando al suelo. Durante el rodaje de Crazy stupid love, Gosling se ponía la camiseta corriendo en cuanto terminaba su escena, mientras otros como Zac Effron se habrían paseado por el rodaje luciendo su torso naranja y dejándose fotografiar para Instagram. La única razón por la que Gosling aceptó ponerse cachas es porque su personaje lo requería: "Hice mucho ejercicio. Todo el mundo puede tener [abdominales]. Todos los tenemos. Están ahí, sólo tienes que destaparlos".
Este es el mismo motivo por el que engordó 27 kilos para The Lovely Bones (Peter Jackson, 2009), aunque fuera despedido dos días antes del rodaje. "No hablé mucho durante la preparación [con el director], ese fue el problema", recuerda el actor. "Me presenté en el rodaje, y me había equivocado por completo. Así que me quedé gordo y sin trabajo", añade. Como le sucede a Brad Pitt, Ryan es un visceral actor de carácter atrapado en el cuerpo de un modelo de ropa interior. La ventaja es que Gosling apostó directamente por los papeles conflictivos, sin pasar por el desfile de dramas perfumados que arrastró Pitt durante los 90.
Hay un hombre en Hollywood que lo hace todo
La ciudad de las estrellas. La La Land (Damien Chazelle, 2016; estreno 13 de enero) baila al ritmo que Gosling ha marcado. Y todo apunta a que desfilará triunfante hasta la madrugada del 22 de enero, cuando consiga el Oscar a la mejor película. Se trata de un musical de los de toda la vida, que parece iluminar colores que no existían, pero dirigido al narcisismo de la era Instagram. Y es un traje hecho a medida para su actor principal. Ryan Gosling baila, canta y toca el piano como si llevase toda la vida haciéndolo.
Explota su carisma de crápula sentimental movido por la nostalgia, y sabe funcionar como un caballeroso pedestal en el que su compañera de reparto, Emma Stone, brilla más que en ninguna otra de sus películas. Si Stone ocupa el espacio como las estrellas, Gosling descansa como un planetario desde el cual verlas mejor.
Es una película ingenua que no se disculpa por ello, una apuesta temeraria que según los expertos la Academia de Hollywood abrazará ansiosa de evasión para inaugurar la era Trump. Gosling sufrió inseguridades ante la posibilidad de que el público la considerase demasiado ridícula. "Los personajes se ponen a cantar y bailar de repente, y vuelan sobre las estrellas", explica, "y los espectadores tienen que aceptarlos como personas del mundo real. Ese era el reto. Y sobre todo no es una película cínica, en absoluto. No hay nada irónico en ella. Es una película que va con el corazón por delante".
La secuela del año, la pelea con Harrison Ford y la botella de whisky
El misterio que rodea Blade Runner 2049 (Denis Villeneuve, 2017; estreno 6 de octubre) no sólo afecta a la trama de la película. El tráiler sugiere que Gosling interpreta a un policía que busca al replicante fugado Rick Deckard (Harrison Ford) 34 años después de la primera parte, Blade Runner (Ridley Scott, 1983). Ni sabemos por qué Deckard (Harrison Ford) ha envejecido a pesar de ser un replicante, ni entendemos por qué en las fotos promocionales Ford lleva una camiseta de andar por casa y Gosling luce el abrigo más alucinante que hemos visto en nuestras vidas. El Guggenheim de los abrigos. El Freddie Mercury de la ropa de invierno.
¿Qué temperatura hace en esa película? ¿Por qué sus dos personajes se enzarzan en una pelea a puñetazos? Esto lo sabemos porque el propio Ryan ha contado que durante el rodaje de dicha escena su hija de dos años no dejaba de gritar "¡dale papá, que vas ganando!", hasta que Ford le asestó un gancho real en la cara a Gosling por accidente. Cuando un asistente trajo hielo para la mandíbula de Gosling, Ford lo cogió y se lo puso en la mano. Un par de días después, el actor se disculpó ofreciéndole a Ryan un vaso de whisky escocés. A continuación, cogió el resto de la botella y se largó. Y todo sin mediar palabra. Gosling la considera la mejor experiencia de toda su vida.
Tráiler de 'Blade Runner 2049'
Nuestro hombre en la Luna
Este año, además, Gosling llegará hasta la Luna en First man, donde por primera vez en toda su carrera desde que hizo El joven Hércules interpretará a un héroe. Neil Armstrong no llevaba capa ni mallas, sino un traje de astronauta. Un pequeño paso para Ryan Gosling, un gran salto para Damien Chazelle, el director de La La Land, con quien repite.
Se ponga lo que se ponga, nunca parece ir disfrazado
Si hay una persona que puede sacar adelante unos pantalones de vestir por encima del tobillo (La La Land), un surtido de camisas hawaianas que deberían estar criando polvo en el garaje de su padre (Dos buenos tipos) y una chaqueta bomber dorada con un escorpión bordado en la espalda (Drive), ese es Ryan Gosling. Se ponga lo que se ponga encima, nunca parece ir disfrazado.
La clave está en que, incluso cuando pasea por la alfombra roja, el actor está interpretando un papel. "Creo que existe la percepción de que los actores quieren ser el centro de atención, y en algunos casos es cierto", explica, "pero yo siento que lo que realmente te lleva a convertirte en actor es el instinto de desaparecer. De convertirte en otra persona. De no ser tú mismo". Ryan Gosling se ha convertido en una estrella porque se comporta como tal, y se mete tanto en el papel que ha convencido al mundo entero de que lo es.
Del 'Mickey Mouse Club' a la educación sexual de Britney
Con sólo 13 años, Gosling empezó a sustentar a su familia gracias al programa de televisión Mickey Mouse Club. Sus bromas sexuales incomodaron a las madres de sus compañeras de trabajo, Britney Spears y Christina Aguilera, que se quejaron al canal de la actitud soez de Ryan. "Sólo les contaba historias de posturas y vocabulario sexual", aclara el actor, quien reconoce sentirse en cierto modo responsable por lo erótica que se volvió Britney después: "Cuando la vi bailando con aquella serpiente enroscada en su cuerpo, pensé: '¿Eso es cosa mía?".
Gosling llegó a vivir con su también compañero Justin Timberlake, cuya madre se hizo cargo legalmente de Ryan cuando su madre tuvo que volver a Canadá. Tras dejar de ser un chico Disney (Gosling recuerda que apenas hacía nada en el programa porque no tenía tanto talento como sus compañeros, y se pasaba el día paseando por Disneyworld), se convirtió en El joven Hércules en una serie de televisión. Después se evaporó y, tras una relación con Sandra Bullock, reapareció en el mundo transformado en el héroe romántico definitivo gracias a El diario de Noa. Gosling no se soportaba con su compañera de reparto, la actriz Rachel McAdams, pero aquella película disparó las expectativas del público respecto a los besos bajo la lluvia, y etiquetó la imagen pública del actor, que en varias ocasiones ha estado a punto de perder el control sobre ella. Hasta ahora.
Y amante y padre de familia
Ryan lleva cinco años con la actriz y modelo Eva Mendes. Tienen dos hijas (Esmeralda, de 2 años, y Amada, de 7 meses), y viajan a todas partes juntos. Esto es todo lo que se sabe de la familia Gosling-Mendes, y ese es el verdadero triunfo del actor. Mientras todo el mundo esté pendiente de su juego de camisetas con Macaulay Culkin, del meme "Ryan Gosling no quiere cereales", del libro de pinta y colorea que ilustró, del antes y después de sus abdominales como si fuese un producto de la teletienda y de lo bien que le sienta la ropa cara, nadie hablará de su vida privada.
Nadie hablará del hombre, camuflado a la sombra de los fuegos artificiales de la cultura pop. Ryan Gosling se comporta como si fuera fruto de nuestra imaginación, y el mundo entero le ha seguido la corriente. Resulta un tipo desconcertante y misterioso. Ese es el verdadero secreto de su éxito: cuando nadie sabe quién eres, puedes ser quien quieras.
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