_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Paradoja

Durante miles de años el mundo fue infinito, pero se ha encogido y ahora puede rodearse en un día

Félix de Azúa
"El libro de las maravillas", de Marco Polo, anotado en los márgenes por Cristóbal Colón.
"El libro de las maravillas", de Marco Polo, anotado en los márgenes por Cristóbal Colón.

Dentro de poco comenzarán los millones de viajes que hoy se dicen “desplazamientos” porque en verdad no son viajes. El mundo se ha encogido y puede rodearse en un día. Durante miles de años el mundo fue infinito: a partir de Constantinopla comenzaba un arcano y más allá de Finisterre caía en turbadora vertical el fin del mundo. Europa flotaba sobre un anillo ilimitado que nadie podía penetrar. Quien osara, perecía. Todo estaba inmóvil.

Comenzó a menguar el mundo cuando la familia Polo decidió ampliar su negocio en 1252. En pocos años, como si un animal antediluviano despertara, abrió el Asia sus alas colosales y comenzó a escupir fuego por las fauces. La primera expedición duró dos años y les llevó hasta Pekín, pero la segunda, a partir de 1269, fue la que emprendieron con el joven Marco. Este adolescente se quedaría 16 años en tierras del khan y sería la fuente del célebre libro conocido por El millón dadas las enormes cantidades que asignaba, fueran habitantes, monedas, animales, países o gemas. El mundo había encogido.

El libro se convirtió en una guía para quienes se aventurasen en el Asia y por esta razón lo llevaba consigo Cristóbal Colón, convencido de que iba a fondear en las Indias. Hay una rara edición, obra de Juan Gil, de las muy curiosas notas del almirante al libro. Y esa fue la segunda apertura, cuando abrió sus alas, no ya el dragón, sino el águila americana y el mundo se duplicó. Al tiempo, encogió de nuevo. Y ha seguido encogiendo.

Todo es leyenda en El libro de las maravillas. La edición que presenta ahora Abada es obra del gran Juan Barja e incluye las preciosas estampas que figuran en el ejemplar que Juan sin Miedo regaló a su tío, el duque de Berry, en 1413. Un regalo principesco. Entonces y ahora.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_