Paradoja
Durante miles de años el mundo fue infinito, pero se ha encogido y ahora puede rodearse en un día
Dentro de poco comenzarán los millones de viajes que hoy se dicen “desplazamientos” porque en verdad no son viajes. El mundo se ha encogido y puede rodearse en un día. Durante miles de años el mundo fue infinito: a partir de Constantinopla comenzaba un arcano y más allá de Finisterre caía en turbadora vertical el fin del mundo. Europa flotaba sobre un anillo ilimitado que nadie podía penetrar. Quien osara, perecía. Todo estaba inmóvil.
Comenzó a menguar el mundo cuando la familia Polo decidió ampliar su negocio en 1252. En pocos años, como si un animal antediluviano despertara, abrió el Asia sus alas colosales y comenzó a escupir fuego por las fauces. La primera expedición duró dos años y les llevó hasta Pekín, pero la segunda, a partir de 1269, fue la que emprendieron con el joven Marco. Este adolescente se quedaría 16 años en tierras del khan y sería la fuente del célebre libro conocido por El millón dadas las enormes cantidades que asignaba, fueran habitantes, monedas, animales, países o gemas. El mundo había encogido.
El libro se convirtió en una guía para quienes se aventurasen en el Asia y por esta razón lo llevaba consigo Cristóbal Colón, convencido de que iba a fondear en las Indias. Hay una rara edición, obra de Juan Gil, de las muy curiosas notas del almirante al libro. Y esa fue la segunda apertura, cuando abrió sus alas, no ya el dragón, sino el águila americana y el mundo se duplicó. Al tiempo, encogió de nuevo. Y ha seguido encogiendo.
Todo es leyenda en El libro de las maravillas. La edición que presenta ahora Abada es obra del gran Juan Barja e incluye las preciosas estampas que figuran en el ejemplar que Juan sin Miedo regaló a su tío, el duque de Berry, en 1413. Un regalo principesco. Entonces y ahora.
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