Socotra, la isla de los misterios
POCOS LUGARES del mundo han atesorado tantos misterios. La isla de Socotra, perdida en el Índico, entre el Cuerno de África y la península arábiga, acuñó su leyenda desde tiempos remotos. Tierra de incienso y de mirra, del milagroso áloe que curaba las heridas de guerra de griegos y romanos, Socotra era también lugar de brujos, de genios y de monstruos. Marco Polo estableció que sus habitantes eran los hechiceros más poderosos del mundo. Allí vivían serpientes voladoras y se creía que en sus montañas habían hecho nido el ave Fénix y la no menos fabulosa ave Roc, la gigantesca rapaz descrita por el viajero Simbad. El escritor, fotógrafo y cineasta barcelonés Jordi Esteva escuchó hablar de la isla a los mercaderes y marinos árabes de Zanzíbar, de Mombasa, de Lamu, y sus relatos encendieron su deseo de visitarla. Sus viajes a Socotra han dado pie a una película y dos libros, el segundo de los cuales, recién aparecido (Socotra; Atalanta), reúne una extraordinaria selección de fotos en blanco y negro que reflejan toda la fascinación que ha ejercido la enigmática isla a través de los tiempos. Esteva intimó con sus habitantes, pastores, camelleros y viejos magos; se dejó poseer por aquel mundo perdido escuchando junto al fuego. Una isla misteriosa amenazada por peligros muy reales: la nunca lejana presión turística y la inestabilidad política de la región. Socotra pertenece a Yemen y su situación ha atraído los intereses de las grandes potencias: se rumorea incluso que EE UU querría trasladar allí a los presos yemeníes de Guantánamo. ¡Tiembla, Simbad! Texto de JACINTO ANTÓN
pulsa en la fotoUn drago, el árbol que según la tradición nació de la sangre vertida en la lucha entre un elefante y un dragón.Jordi Esteva
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