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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

África a pedales (6): un lugar llamado olvido

Autor invitado: Alfonso Rovira

Capítulo anterior: En Congo, en casa

Bici africana - Título (FILEminimizer)

Hace tan solo unas semanas parecía imposible salir de Yaundé, pero ahora los días y las semanas discurren a velocidad creciente. O quizás pierdo la noción del ayer, del hoy y el mañana. Hace ya prácticamente dos meses del inicio del viaje y cada día que pasa valoro más lo acertado de viajar en bici. Es un viaje duro, para valientes… o inconscientes. Supongo que algo de los dos me puedo adjudicar. Pero sea lo que sea, ves cosas que nunca verías en coche, en moto, en autobús… y mucho menos en avión. Pues la bici te hace pasar por pueblos olvidados… lugares que no existen en los mapas. Y gente que descubre contigo el avance de la civilización… o la locura de Occidente. 

Los habitantes de estas tierras no forman parte de ninguna guía de viaje. Ni salen en fotos de panfletos turísticos. Ni son nombrados en ningún apasionado discurso de un guía. Quizás no son entendidos como un reclamo atractivo… pues no llevan el cabello pintado en barro rojo, ni platos en la boca, ni larguísimas lanzas apoyadas al hombro, ni viven rodeados de leones salvajes…

Tampoco practican ritos de máscaras con tambores, ni danzas curiosas… Ayuda quizás a su desconocimiento que están demasiado lejos de los circuitos habituales, de los aeropuertos, de las ciudades… Lo que imposibilita verlos en viajes relámpago, en los que salimos del hotel y corremos de un punto a otro para hacernos una foto con los animales, o con las tribus “enseñadas”… enfundados en nuestros trajes de aventurero y con cámaras que pagarían años de sustento a cualquier familia de aquí. 

Cerca de Ouesso - Título (FILEminimizer)Estos lugares y esta gente son remotos. No hay hoteles. Ni ninguna clase de hospedaje para turistas. No son evidentes. Ni fáciles de acceder. Pero aquí en Congo son la esencia de la campaña que forma la mayor parte del país. 

Para verlos hay que estar dispuesto a sufrir las inclemencias del camino. Incomodidades, calores, insectos, escasez de agua potable y alimento, mosquitos y condiciones de higiene poco más que básicas… Pero sin lugar a dudas la balanza se decanta hacia el verlos. Pues a medida que acumulo kilómetros, se transforman en el atractivo que más se aprecia al pasar los días. 

Y esto que me encuentro sumergido en paisajes de ensueño…

De nuevo la Ruta

Durante muchos días seguidos, cada día emprendo la ruta de nuevo y realizo las paradas necesarias para no sucumbir al calor ni al hambre. Y después de llenar el estómago y charlar con los aldeanos, me levanto con energía renovada para continuar de nuevo. Una y otra vez. Abandonándome dulcemente a su ritmo y cultura. Así que no es tan solo el cuerpo que se recarga… sino también mi espíritu. Compensando con creces los enormes momentos de vacío intermedios.

Al paso de los kilómetros conozco la vida del pescador, del cazador y del recolector africano.  Y profundizo en la organización que impera en los poblados que visito. Donde la “Chefferie”, la casa del jefe del pueblo, tiene que ser el lugar a visitar si pretendes quedarte. Pues es él quien te ofrecerá la hospitalidad local y te dará cobijo donde crea conveniente. 

Con el tiempo voy conociendo también los pasatiempos de los niños… y el miedo que les causa la presencia de mundele; el blanco en la bici.

Niños africanos

Los niños son niños en todas partes. Son curiosos… Pero aquí muchas veces necesitan un extra de confianza. Eres el extraño. 

Así que para acercarte a ellos tienes que pasar un proceso... Pero afortunadamente no tengo prisa. Y puedo darles el tiempo suficiente…

A veces sientes una mirada furtiva. Unos ojos grandes, con infinita curiosidad te observan…

Primero son miradas lejanas. Una cabecita que tímidamente asoma escondida detrás de una puerta, de un árbol o una ventana… Y cuando intuye que le descubres, se esconde de nuevo…Pero sabes que volverá…  Pues cuando pasa el tiempo la curiosidad siempre acaba venciendo. Así, cuando llega el momento propicio, se acercan…. bajando la mirada. Y con una gran dosis de timidez, se colocan bajo las faldas de su madre, bajo las cuales encuentran el hueco para incrustar su ojo y observarte… O detrás de las espaldas de un padre protector… en este caso divertido, que les ofrece un refugio donde espiar al extraño visitante…

Y Entonces… aparece una sonrisa… Un pequeño acercamiento. 

Es el momento de ofrecerle una galleta, una bebida o alguna mueca graciosa, para que la criatura entre en confianza… Y entonces descubres que esa criatura apocada gradualmente se convierte en un torbellino de alegría. Y pasas entonces a convertirte en juguete. Su juguete.

A veces no tengo tanta suerte… y corren y corren en dirección contraria, llorando desconsolados por la presencia de alguien que imaginan peligroso… El monstruo de sus sueños que viene a por ellos. Y no les culpo, pues a mí mismo me reconozco extraño, enfundado en mi carcasa de ciclista.

Niños Epoma 2 - Título (FILEminimizer)

Los Jóvenes

Los que no son tan pequeños acostumbran a tener la reacción contraria. Quieren verte. Descubrir quién eres. De dónde vienes. Su francés es elemental… pero no importa… se comunican como pueden. Una sonrisa, una mirada, un gesto… Y sabes lo que quieren. Siempre es lo mismo. Quieren saber de ti. Miran mis alforjas como un cofre del tesoro. Imaginan los extraños dispositivos mágicos que debo poseer. Un foco, un fogón, una tienda, una linterna. La curiosidad les posee. Mas respetuosos, no osan acercarse demasiado. 

En sus vidas dentro de sus casas de barro no tienen lujos. Y de repente ver a un extranjero con 4 alforjas repletas de cosas es como asistir al circo. Todo un acontecimiento. 

La cara de alegría al dejarles la bici paga cualquier viaje. Ya no es sólo mi transporte… ahora es mi principal reclamo.

En Ruta _ Titulo (FILEminimizer)

Noches de Fogata

Recuerdo una de las cenas alrededor del fuego, cuando un extranjero de un pueblo lejano, sorprendido también por la noche, me acompañaba. Resultando en una extraña sensación de confort viajero alrededor de las llamas. Contamos historias… y vinieron los niños de nuevo. 

En lugares como aquel, declarado zona protegida, su comida es tan solo arroz. Pues la caza les queda prohibida. Hecho un tanto extraño, pues en otros países a los lugareños les dejan cazar para alimentarse (Nunca para vender), ya que ha sido su modo de vida durante miles de años, demostrando no dañar el medio… Pero hace unos años el gobierno incautó aquí los rifles de caza, que les había traído a estos pueblos una facilidad de conseguir sustento. 

De todas formas, la acción tiene un sentido: evitar al furtivo. Difícil juzgarlo… El furtivo hace mucho daño en estos parajes… pero está claro que para sus habitantes no les ha hecho la vida más fácil. Su dieta se basa en el arroz… y cebolla y mandioca cuando son afortunados, ya que debido a los elefantes, que la consideran un manjar privilegiado, en algunas zonas no tienen ni este lujo.

Fogata Epoma - Título (FILEminimizer)

La Comida de los Dioses

Ah, la mandioca… no existe mejor alimento en el mundo para el ciclista. Carbohidratos concentrados. Una masa compacta envuelta en hojas y cocinada al vapor o a la brasa, constituye una fuente de energía que nunca he visto en otro lado. Sola es insulsa… pero ya no me importa. Esta bomba pesada y concentrada, es una explosión de energía para mis piernas fatigadas. Mis barritas energéticas, la mayor parte regaladas o comidas por ratones, son una broma química al lado de este milagro natural. 

La primera vez que lo comí, estaba destrozado durante una larga etapa. Mis piernas no respondían y el calor sofocaba como nunca. Pero la amabilidad local me regaló esta vez su comida: carne de mono en caldo y mandioca. Y descansé en la sombra de sus casas. Al partir, toda debilidad en mis piernas había desaparecido. Parecía más fuerte que por la mañana.  Desde entonces, considero la Mandioca comida de dioses. Dioses modestos, por supuesto.

Niños Kabo - Título (FILEminimizer)

Los pueblos del Camino

Cuántos recuerdos agradables de esta gente me llevaré a Europa… vestidos de sencillez, inocencia y hospitalidad, ceden sus humildes casas al desconocido extranjero.

Estas casas de paja y barro forman un continuo de pequeños pueblos que se suceden a lo largo de kilómetros de carreteras y caminos. Repletos de gente que vive de sus recursos, sin complicaciones, apartada de los males que nos aquejan en Occidente… o incluso en sus propios países. 

Son pueblos pequeños que raramente superan los 100 habitantes y todos tienen algo en común. En ellos, de nuevo te das cuenta de que no existe nada más allá del ahora. Son estos momentos de pausa y tranquilidad cuando veo que a pesar de las horas de sol y la inclemente lluvia, el viaje merece la pena ser vivido a pedales. Pues, como en la selva, me transportan a un lugar que poco ha cambiado, habitado por gentes que me recuerdan que el estrés y los lujos, muchas veces no son la única forma de vivir posible.

Epoma Niños - Titulo (FILEminimizer)

(Continuará)

¡Espero que os haya gustado! Si queréis seguir mis aventuras, iré alternando artículos en el Blog de África no es un país y en el mío, Algo Más que un viaje

Os invito también a conocer ver la entrevista realizada a Chema Caballero Que aparte de escribir en África no es un país y ser pionero de los programas de Niño Soldado, es  autor del libro “Edjengui se ha dormido”, sobre los pigmeos de la Selva de Camerún.

Todas las fotos del autor.

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