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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Gramática parda, desidia política e impunidad

La separación entre Industria y Energía revela que el Gobierno rehúye el problema de la competitividad

Jesús Mota
Álvaro Nadal, ministro de Energía
Álvaro Nadal, ministro de EnergíaEFE

Quien espere del nuevo Gobierno de Mariano Rajoy algún hálito reformista, por pequeño que sea, o un atisbo de gestión racional está en el mismo trance psicotrópico de quien intenta buscar un gato negro en un cuarto oscuro con la certeza de que no está allí. Debemos a la insigne Joan Robinson la metáfora del gato negro y al señor Rajoy la sobreabundancia de signos políticos y administrativoas de que en la próxima legislatura nos espera la misma dosis de aspavientos y decisiones vacías que en la anterior, con un suplemento de mediocridad y la confirmación de que la idea administrativa del presidente sigue anclada en tiempos de Calomarde. Comprobémoslo.

El presidente ha decidido constituir un ministerio de Energía y Agenda Digital que ha entregado en manos de Álvaro Nadal; al mismo tiempo, ha lanzado el área de Industria a la órbita del ministerio de Economía (el de Guindos, patrón escolástico de la doble verdad; en Madrid decimos que no hay ajuste y en Bruselas que se recortará “cuanto sea necesario”). Tan incompetente divorcio es más interesante, por dañino, que el morbo de los dos hermanos Nadal (la gestión de Alberto en la secretaría de Estado de Energía alcanzó niveles de dramática mediocridad) compitiendo por un ministerio. Porque resulta que la energía en España es uno de los inputs más caros de cualquier producto y que el coste de la electricidad para las empresas está entre un 20% y un 30% por encima de lo que le cuesta la electricidad como media a las empresas europeas. Y para que se aprecie con claridad que este Gobierno se desentiende del problema de la competitividad real, separa Industria de Energía, es decir, cercena la coordinación entre los costes de las empresas y el precio de la energía.

No se agotan aquí los prodigios de la desidia. Cuando la parte más consciente de la intelligentsia económica y social del planeta está preocupada por el llamado cambio climático y su evidente relación con el exceso de consumo energético, ¿donde sitúa el señor Rajoy el departamento de Medio Ambiente? ¿En el nuevo ministerio de Energía, como parece imponer una lógica elemental? Pues no. En Agricultura, como hasta ahora. No son estos los únicos signos astrales de que este Gobierno no está concebido para reformar o gestionar. Si algo necesita la política económica para salir del colapso del déficit o la precariedad laboral es una vicepresidencia económica, facultada para negociar en España y en Bruselas los términos del ajuste pendiente y la defensa de un cierto Estado de bienestar. Pues bien, el área económica sigue dividida (y debilitada) en Economía y Hacienda.

Cambio y reforma no definen al nuevo Gobierno, sino desidia e impunidad. Ahí está el nombramiento de José Enrique Fernández de Moya como nuevo secretario de Estado de Hacienda para demostrarlo. Alcalde de Jaén, consiguió transformarla en una de las ciudades más endeudadas de España. Tan lógico como que un analfabeto ocupase el ministerio de Educación. No pasa nada. La gramática parda gobierna el país. Según los clásicos consiste en “verlas venir, dejarlas marchar y si te mean encima decir que llueve”.

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