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MIRADOR
Columna
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Descanso

La cultura, sea lo que sea, está por encima de ministerios, Gobiernos y hasta del Estado mismo

Julio Llamazares
El ministro de Educación en funciones, Íñigo Méndez de Vigo, durante la segunda jornada del debate de investidura de Mariano Rajoy.
El ministro de Educación en funciones, Íñigo Méndez de Vigo, durante la segunda jornada del debate de investidura de Mariano Rajoy.Javier Lizón (EFE)

Al franquismo se le podrá acusar de todo pero no de falta de imaginación a la hora de bautizar sus ideas. Así, que a los obreros los llamara productores; al Día del Trabajo, San José; a los antisindicatos, sindicatos verticales, o a la dictadura, democracia orgánica, indica hasta qué punto los ideólogos del franquismo ponían todo su ingenio al servicio de la corrección política, o antipolítica, que entonces, ya se sabe, la política no existía. En ese orden de cosas, que la información y el turismo se integraran en un mismo ministerio o que otro se intitulara de Educación y Descanso no eran ni mucho menos extravagancias; al contrario, confirmaban la imaginación de un régimen que, como todas las dictaduras, utilizó las palabras como un arma cargada de irrealidad.

Estos días, mis compañeros de la cultura (otra palabra cargada de irrealidad: para algunos son cultura hasta los toros) andan quejándose de que de nuevo Mariano Rajoy relegue la Cultura a un ministerio compartido con la Educación y el Deporte en lugar de darle uno para ella sola. El debate está tan caliente que uno no se atreve a mediar en él y menos conociendo cómo las gastan mis compañeros, que a la mínima se molestan. Así que llevo días escuchando y leyendo opiniones a favor y en contra, todas tan razonables como irrazonables, pues discutir sobre si una cosa que ni siquiera sabemos qué es merece o no tener un ministerio propio entra en el territorio de la hermenéutica, y sin manifestarme al respecto, una actitud que me granjeará, lo sé, fama de poco claro y esquivo. Cuando lo que a mí me ocurre es que me da lo mismo lo que Rajoy haga con su Gobierno y con la cultura. Si tanto uno como otra han sobrevivido a ministros como Esperanza Aguirre o como el actual (que, como premio a no haber hecho nada desde que lo es, ejercerá la portavocía también del nuevo Gobierno), está claro que la cultura, sea lo que sea, está por encima de ministerios, Gobiernos y hasta del Estado mismo.

Desde que comencé a escribir soy consciente de que me dedico a algo que, a más de no ser una profesión, goza de poco respeto social. Y menos entre esas personas que por su ideología piensan que la cultura es cosa de perdedores. Por eso no me sorprende que los Gobiernos de esa ideología la unan a otras dos actividades que también creen improductivas, como la educación y el deporte, en un ministerio que lleva el nombre de las tres. Lo que me sorprende a mí es que no lo llamen de Educación y Descanso, que es lo que en el fondo piensan.

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