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Ratas y castores en Estocolmo

En los nueve primeros meses de 2016 se han registrado 740 incidentes relacionados con estos roedores en Estocolmo.
En los nueve primeros meses de 2016 se han registrado 740 incidentes relacionados con estos roedores en Estocolmo. Stephen Dalton (Getty)
Guillermo Altares

LAS CALLES del centro histórico de Estocolmo –una de las 14 islas unidas por 57 puentes que forman la capital sueca– componen uno de los espacios urbanos más impecables de Europa. Al pasear de noche por la ciudad vieja en los primeros días del otoño se experimenta la sensación de encontrarse en un lugar perfecto, que combina belleza y tranquilidad con autenticidad. En ningún momento nos sentimos en un decorado, algo que ocurre a menudo en algunas ciudades monumentales europeas. Sin embargo, una presencia inesperada rompe de golpe todo el cuadro: a unos metros del Palacio Real, una rata tremenda se pasea impune y descarada entre las piernas de un grupo de turistas que ­descubren rápidamente, y entre gritos, que no se trata de un gato que quiere atención.

“Invasión de ratas en Estocolmo”, titulaba a toda página en septiembre el diario Dagens Nyheter, el mayor periódico de Suecia.

“Invasión de ratas en Estocolmo”, titulaba a toda página en septiembre el diario Dagens Nyheter, el mayor periódico de Suecia, que acompañaba la información con todo tipo de gráficos no aptos para aquellos que padezcan fobia a los roedores. “¿Por qué las ratas están ocupando Estocolmo?”, se preguntaba por su parte el diario digital en inglés The Local. Otro paseo por las colinas que dominan la ciudad, Södermalm, el barrio en el que viven los protagonistas de la saga Millennium, representó una nueva oportunidad para contemplar la belleza de la capital sueca, mezcla de agua y espacios verdes, pero también la proliferación de ratas. No significa que la ciudad esté sucia, todo lo contrario, ni que padezca una huelga de basuras o algún tipo de contingencia sanitaria. Es peor: las ratas han aprendido a no comerse el veneno.

Tommy Tuvunger, el responsable de plagas del Ayuntamiento de Estocolmo, explicó al Dagens Nyheter: “Las ratas pueden encontrar muchas otras cosas para comer, un auténtico smorgasbord [el célebre bufé sueco que reúne todas las especialidades de la cocina nórdica]. Si fuesen una rata, ¿qué escogerían, medio perrito caliente abandonado en una papelera o algunos granos de cereales envenenados?”. En los nueve primeros meses de 2016 se produjeron 740 incidentes relacionados con ratas, un 30% más que en 2015. El Ayuntamiento teme que lleguen hasta los 1.000 al final de año. La solución consiste en encontrar un veneno eficaz y tan atractivo como los manjares que los animales rebuscan en las basuras.

La prueba de que no se trata de un problema de limpieza son los otros animales que proliferan desde hace un año en Estocolmo: los castores, que, como las nutrias, necesitan aguas no contaminadas para instalarse. Los ecologistas calculan que existen unas 10 colonias en la ciudad, un hábitat perfecto por la multiplicación de lagos y árboles. Sin embargo, no está claro que una urbe de 2,1 millones de habitantes sea el lugar adecuado para unos laboriosos bichos que tienen la costumbre de abatir árboles y montar presas con ellos. Estocolmo tiene, definitivamente, un problema de roedores.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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