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RED DE EXPERTOS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Deben dejarse indemnes viejas agresiones porque ocurrieron en el pasado?

Lo más conveniente para la víctima a la hora de evitar traumas parece siempre reaccionar, de una manera o de otra, frente al ataque inicial

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Participantes en la fiesta del Orgullo Gay en Madrid 2016.Jaime Villanueva
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¿Han visto la película Brokeback mountain? Pues si no lo han hecho no sigan leyendo porque les voy a contar el final: en él, uno de sus protagonistas, Jack Twist, es brutalmente asesinado por ser homosexual.

Tras el salvaje asesinato, los allegados de la víctima no buscan justicia. Probablemente porque, por aquel entonces, declararse abiertamente gay constituía una condena al escándalo y a la exclusión social. Así, en la práctica, los homosexuales no estaban protegidos por lo la ley. O lo estaban mucho menos que los heterosexuales.

Los autores del film omiten indicar la fecha exacta en la que el horrible acontecimiento ocurre. Pero, a ojo de buen cubero, se calcula que aconteció bien entrada la última mitad del siglo XX. Es decir, es bastante probable que esos asesinos estén actualmente vivos.

Las sociedades evolucionan hoy más rápidamente que nunca. Los avances en los derechos de los homosexuales es un claro ejemplo de eso. Antes, para que un cambio como el que están gozando hoy los homosexuales se produjera, tenían que pasar decenios, si no siglos. La mayor velocidad de estos cambios es algo sin duda bueno, pero conlleva una serie de situaciones a las que nunca antes el hombre se tuvo que enfrentar: cuando, por ejemplo, el conjunto de la población mundial comprendió que esclavizar a un ser humano era una cruel salvajada, no se pudo juzgar a los esclavizadores ya que éstos habían muerto siglos atrás.

Pero, gracias al rápido avance de las mentalidades, hoy sería posible juzgar a aquellos que cometieron muchos crímenes: Volviendo al ejemplo de Brokeback mountain, hoy sería posible someter a la justicia a los asesinos de Jack Twist (como demostramos anteriormente, ellos siguen probablemente vivos).

Mi ejemplo no es válido porque está basado en una película de ficción. Permítanme presentarles el caso de Bárbara, una adulta que sufrió años de acoso escolar durante su niñez. Los abusos a los que fue sometida por parte de sus profesores y sus compañeros (estos últimos actuaban animados por los primeros) eran espantosos: desde constantes insultos y vejaciones hasta abusos físicos pasando por la marginación. Incluso hoy, muchos años después, Bárbara no puede acercarse a ese colegio sin que le entren escalofríos.

Bárbara es hoy una profesional de éxito. Algo realmente imposible de imaginar si echamos un vistazo a las pésimas notas obtenidas en sus años escolares: "El acoso al que estaba sometida me convirtió en una niña hiperactiva incapaz de retener la concentración. Eso sin contar con que los profesores me evaluaban siempre a la baja", se explica Bárbara.

Del acoso escolar no se habla lo suficiente. Y las cosas no existen hasta que no se hablan de ellas

El motivo por el que Bárbara nunca pidió ayuda es el mismo por el que hoy se esconde tras un nombre falso: "Me sentía humillada, no quería que nadie supiera cual era mi situación".

El caso de Yolanda (nombre falso) es también relevante: un buen día una colega suya la insultó humillándola en público: "Antes, yo nunca tuve problema alguno con esa compañera, yo no le había hecho nada. Cuando le pedí explicaciones me contestó, con descaro, que en su región era normal insultar a la gente. Ante una actitud que consideré inaceptable, decidí respetuosamente quejarme a mi jerarquía", explica Yolanda para luego continuar: "En la institución en la que yo trabajaba no querían problemas: Allí no se culpaba al que causaba el problema sino al que lo evidenciaba: Si un día Pepito le clavaba un cuchillo a Juanito, la empresa atacaba a Juanito por problemático".

Tras la queja presentada por Yolanda, ésta sufrió una escalada de pavorosos ataques a su persona y a su trabajo que acabaron causándole una severa depresión. Yolanda fue víctima de lo que hoy se conoce como mobbing (acoso laboral), un fenómeno que, probablemente, aun no estaba suficientemente identificado cuando ella lo sufrió.

Sucede que hoy Bárbara y Yolanda tienen la posibilidad de buscar justicia por los abusos sufridos hace años. Ellas podrían denunciar a esas entidades donde se les acosaba. La pregunta es: ¿Deben hacerlo? Para responder esta pregunta, hemos hecho averiguaciones cuyos resultados se expresan a continuación.

Paco Ramírez es secretario de Colega Madrid (Colectivo LGBT de la Comunidad de Madrid) y director del Observatorio Español contra la LGBTfobia. Para él, "se trata de un tema complejo porque depende de muchas cuestiones, sobre todo si se tuvieron en su momento medios legales o materiales para denunciar las agresiones, o si se tenía la madurez y conciencia de los hechos que se sufría".

Añade: "Aunque las reivindicaciones LGBT son visibles en medios de comunicación, aún nos falta un mayor compromiso por parte de la sociedad. Muchos consideran privilegios o derechos especiales lo que simplemente son derechos humanos y acceso a una equiparación social e igualdad de oportunidades total".

La conclusión a la que llega Paco es rotunda: "Creo que deberían perseguirse retroactivamente actitudes de personas que agredieron, fomentaron las agresiones, o simplemente miraron a otro lado. No se trata de tomarse la revancha ni perseguir condenas penales, pero sí conseguir una reprobación oficial de esas actitudes."

Pridicam Mobbing Madrid es la Plataforma en la Comunidad de Madrid contra los riesgos psicosociales y la discriminación laboral. Esta es su respuesta a nuestra pregunta: "Desde el punto de vista estrictamente jurídico la decisión de emprender acciones por daños pretéritos queda siempre limitada a los plazos prescriptivos legalmente establecidos. Por una cuestión de seguridad jurídica, las acciones están sujetas a plazo, y por ende no podemos emprenderlas una vez finados los mismos. Si bien es cierto que hemos de atender al tipo de acción y a la jurisdicción competente para determinar dicho plazo, no es menos cierto que en cualquier caso todas las acciones están sujetas a término y hemos necesariamente de tenerlo en cuenta a la hora de tomar decisiones".

Por último, nos situamos en Barcelona donde Carmen Cabestany, secretaria de la asociación Nace (No al Acoso Escolar), protesta: "Del acoso escolar no se habla lo suficiente. Y las cosas no existen hasta que no se hablan de ellas".

"En realidad, el problema del acoso escolar va muy en paralelo al de la violencia de género. La diferencia es que el segundo sucede en casa de las víctimas mientras que el primero sucede en la misma administración, por lo que se tiende a encubrir el problema", concluye Carmen preguntándose: "¿Cómo es posible que no se estudie el acoso escolar en magisterio en educación infantil o primaria? Es inaceptable".

Explica Carmen: "En el momento de sufrir acoso escolar la familia del niño puede denunciar. Pero es una opción difícil. Primero porque los niños menores de catorce años no son imputables. Segundo por la falta de material probatorio frente la que se encuentran las víctimas en la mayoría de los casos".

Las reacciones ante el acoso no deben ser tomadas a la ligera. Carmen, mediante unos ejemplos, explica porqué: "La administración a veces pone a disposición de sus trabajadores teléfonos a los que acudir en caso de ser acosados: Desde el momento en el que son las mismas administraciones las que pagan esos teléfonos, hay que desconfiar. En el tema del acoso escolar, también se ha dado el caso de padres que denuncian a los colegios donde sus hijos son acosados y esos colegios, quizás por venganza, denuncian a los padres después (por ausentismo o por cualquier otra excusa)".

Adaptamos nuestra pregunta inicial al caso del acoso escolar y reformulamos la pregunta: ¿Es posible para un adulto denunciar un acoso escolar sufrido durante su infancia? La pregunta es relevante ya que ese tipo de acoso puede dejar dañinas secuelas que, en muchos casos, simplemente no se superan: Es el triste caso de Rebeca, una mujer de 28 años, que cometió suicidio víctima del acoso escolar que sufrió a los 14 años. Esta es la respuesta de Carmen Cabestani: "Iniciar acciones legales en estos casos es difícil porque, según los abogados consultados, se trata de acciones casi siempre prescritas".

Pero Carmen insiste en que existen otras vías efectivas: "Se trata de acciones terapéuticas. Por ejemplo, ayudar a otra persona que esté sufriendo una situación similar. Mi experiencia demuestra que esto resulta reequilibrador y compensador para la víctima. Otra cosa que funciona muy bien es contarlo. Joel era un chico que por vergüenza y miedo no reaccionó mientras sufría acoso escolar. Tiempo después acudió a diversos programas de televisión a compartir con la audiencia su caso. La experiencia resultó de lo más terapéutica y curativa para él".

En definitiva, frente una agresión lo ideal es reaccionar en el momento y de forma certera. Si esto no fuera posible y se decide perseguir la agresión hay que tener en cuenta los plazos transcurridos desde la agresión ya que esta pueden haber prescrito. Y, en cualquier caso, lo más conveniente para la víctima a la hora de evitar traumas post agresivos, parece siempre reaccionar, de una manera o de otra, frente al ataque inicial.

Miguel Forcat Luque es economista y trabaja para la Comisión de la Unión Europea. El artículo no refleja necesariamente el punto de vista de la institución para la que trabaja.

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