El sueño americano sigue vigente sobre la pasarela
Monse, Tommy Hilfiger y Lacoste logran que pasado, presente y futuro convivan en armonía en una jornada marcada por el optimismo
Las expectativas generadas por Monse en la semana de la moda de Nueva York eran muy altas, tanto que la marca decidió en último momento cambiar el emplazamiento para que nadie se quedara fuera. A pesar de ello, el desfile empezó media hora tarde mientras la organización intentaba acomodar a todo el mundo. Nadie quería perdérselo. Y no podía ser menos: el pasado dos de septiembre se había anunciado que sus fundadores, Laura Kim y Fernando García, serán los nuevos diseñadores creativos de Óscar de la Renta, la casa donde se conocieron y que les vio crecer. Su acenso ha sido meteórico: en tan solo tres temporadas han llegado donde otros necesitan años. Y a tenor de la colección primavera verano 2017 que han presentado este sábado, la mejor hasta la fecha, se muestran imparables.
La reinvención de la camisa sigue en el centro de su propuesta. Con ella han logrado crear un lenguaje propio y reconocible, algo que no es fácil de lograr en un mundo en el que todo parece inventado. Prendas que con un lenguaje contemporáneo logran condensar con maestría la herencia y el imaginario de dos universos diametralmente opuestos: la pijamería clásica con los vestidos de fiesta. Tras una primera parte que continuaba ahí donde lo habían dejado la temporada pasada, la colección abrazó la tradición del vestuario marinero en vestidos camiseros rallados en rojo, blanco y azul que caen con fluidez sobre el cuerpo dejando al desnudo los hombros. Después acentuó su espíritu rebelde con la introducción de la lentejuela en conjuntos de actitud más roquera, para terminar uniendo las dos ideas en espectaculares largos vestidos de lentejuelas a rallas.
Pasado, presente y futuro también coincidieron en la mediática presentación que Tommy Hilfiger organizó en los muelles del sur de Manhattan para celebrar el lanzamiento de su colección cápsula TommyxGigi en colaboración con la modelo Gigi Hadid y la puesta a la venta de su colección de otoño 2016. El equipo del diseñador estadounidense tardó cinco días en instalar allí el Tommy Pier, una replica a su medida de los clásicos parques de atracciones americanos. Un marco espectacular para una de las apuestas más fuertes de la marca: la adopción del nuevo modelo “lo veo, lo compro”. Éste implica el reajuste del calendario, la apertura a público en general a este tipo de presentaciones y la introducción de la compra inmediata justo después del desfile: “El nuevo formato de nuestro desfile #TommyNow es un paso más en nuestra larga historia de democratización de la pasarela. Unir moda y entretenimiento es una progresión natural de nuestro enfoque con el objetivo de que la energía y la emoción de la NYFW sea asequible a nuestros consumidores globales”, explica el diseñador a este periódico.
Hadid fue la verdadera estrella de la fiesta. La rutilante embajadora de la marca y vieja amiga de Hilfiger, con veintidós millones y medio de seguidores en Instagram, abrió y cerró el desfile de una colección en el que se repasaron en clave juvenil los temas que alimentan al diseñador desde hace treinta años. Abrigos, sudaderas y vestidos de inspiración náutica, deportiva y rockera se combinaron en estilismos muy variados que celebraban la individualidad y tiñeron la pasarela de los colores de la bandera americana. Aunque en versión 3.0, el sueño americano sigue vigente.
Mirar atrás para proyectar hacia adelante es algo que está resolviendo muy bien el diseñador Felipe Oliveira Baptista en Lacoste. Bajo su batuta el cocodrilo ha logrado ponerse al día y rejuvenecer. En su particular viaje, Baptista nos lleva la próxima temporada a un lugar donde lo sartorial, lo deportivo y la ropa de estar por casa convive sin estridencias y con plena naturalidad. Destacar en la colección femenina el interesante trabajo que ha realizado inspirado por Brigitte Bardot en la película Le Mepris de Jean-Luc Godard y que se ha traducido en apetitosos vestidos de cortes cincuenta y una apasionante declinación del albornoz.
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