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El secretísimo sabe mejor

La gastrononía apuesta por cenas clandestinas o cócteles en sitios recónditos

Imagen de la Sala Macallan.
Imagen de la Sala Macallan.
Pablo León

Un pastrami bar sorprende en medio del barrio barcelonés del Born. Se trata de un pequeño local especializado en el fiambre italiano, adorado en Nueva York. Pero hay más sorpresas: una fila de neveras de apariencia viejuna esconde una puerta que se abre a un cuidado espacio inspirado en los speakeeasy (las barras donde se vendía alcohol de manera ilegal durante la ley seca). “Nos apetecía hacer algo divertido”, cuentan los impulsores de Pastrami Bar/ Paradiso Cocktail (Carrer de Rera Palau, 4; Barcelona), “y con un toque clandestino”.

Pastrami Bar / Paradiso Cocktail Bar.
Pastrami Bar / Paradiso Cocktail Bar.

Además de disfrutar de los sándwiches del embutido casero; de los ahumados artesanos (interesante el de caballa) de Rooftoop SmokeHouse, reverenciados por una legión de seguidores, o de algún otro plato de su pequeña, pero cuidada carta, el lugar es perfecto para llevar a beber a cualquiera.

La carta, ideada por el coctelero Giacomo Giannotti, que elige desde los ingredientes hasta la puesta en escena, ofrece, además de clásicos, una amplia gama de cócteles de autor

Rooftoop SmokeHouse.
Rooftoop SmokeHouse.

“No me lo creo” es la exclamación que más se oye cada vez que la puerta secreta oculta tras las neveras de mentirijilla se abre. Dentro hay otro truco. Recorriendo el local se llega a una aparentemente destartalada estancia, con luz titilante, que esconde otra puerta secreta. Esta lleva a una pequeña estancia forrada en cobre (La Sala Macallan, patrocinadores de la misma porque les encantó el proyecto y con capacidad para unas 15 personas) forrada en cobre. No es fácil llegar; tienen que invitarte o guiarte.

Otro lugar donde también hay que ser invitado son los Tasty Mondays de La Bicicleta Café (Plaza de San Ildefonso, 9. Madrid). Se trata de cenas, comisariadas por el chef del local Guillermo Galiana, para un máximo de nueve personas, en los bajos —en la cueva— del café malasañero. Tras el verano, arrancan de nuevo las veladas.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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