Todo lo que no sabías del porno hecho en España
El cine para adultos patrio ha pasado de hacer DVDs para videoclubs a tener que adaptarse a las páginas en 'streaming'. Más allá de Nacho Vidal, no ha sido capaz de perfilar un 'star system', pese a sus propios gurús. ¿Tiene futuro? ¿Cuánto cobran las actrices? ¿De qué obtienen beneficio?
No es lo mismo Jenna que Julia, no es lo mismo Rocco que Moisés, no es lo mismo Los Ángeles que Barcelona. Y no es lo mismo “fuck me” que “fóllame”. Dicen que en el iceberg que es Internet todo lo que está sumergido, la gran mayoría, es pornografía, y un cachito de ese hielo (mala metáfora, mejor oxímoron) es el porno español que se hace de carne, hueso, sudor y gemido castellano cervantino en páginas como Cumlouder, Actrices del porno, Leche69 o Fakins, entre otras.
Aunque permanezca underground (a la vez que muy visitado), el hecho es que de vez en cuando asoma, ya sea en casos tan sórdidos como el de Torbe o en la popularidad de actrices como Amarna Miller, que ha saltado al mainstream mediático como una especie Sasha Grey española, con toques de cultura, inquietud, feminismo y arte. Incluso apoyó a Podemos en las pasadas elecciones. ¿Qué pasa en el porno español?
“Nos dedicamos al porno en lengua española, a esos usuarios que más que una estupenda rubia estadounidense prefieren ver a una actriz que hable su idioma, una chica más normal, más cercana, que podría ser la pescadera o la panadera”, dice Fernando Chierichetti, general manager de páginas como Actrices del Porno o Leche69.
A pesar de todo, el sector XXX patrio no ha destacado por su facilidad para amoldarse a los cambios que impone la era digital. “Al porno español le ha costado mucho evolucionar y abandonar la obsoleta industria basada en el DVD, pero cada vez aparecen más iniciativas on line a imagen y semejanza de las grandes plataformas estadounidenses como Brazzers, BangBros, Reality Kings, etc”, explica Fogardo, pseudónimo de uno de los promotores de la web sobre porno Orgasmatrix. “Más que críticos de pornografía nos consideramos algo así como unos sumilleres, unos selectores que recomiendan a sus lectores lo mejor”, dice.
“Al porno español le ha costado mucho evolucionar y abandonar la obsoleta industria basada en el DVD"
Las cosas han cambiado mucho: si antes había que entrar a escondidas en un sex shop, pasar al mal trago de pedir una revista XXX a la quiosquera (envuelta con el periódico) o arriesgarse a ser interceptado mirando películas cochinas en el vídeo VHS familiar, ahora basta con un par de clicks para acceder a todo un universo de sexo explícito. De ahí su éxito. “Es curioso, pero el porno ha sido un sector pionero en casi todos los avances tecnológicos: desde el streaming a las webcams, pasando por el pago a través de Internet o la realidad virtual. Es como un campo de pruebas”, dice Fogardo.
En España conviven varias generaciones de actores: los más clásicos como Nacho Vidal, Sara Mai, Toni Ribas, Sophie Evans o Rebeca Linares junto con estrellas de nuevo cuño como Apolonia Lapiedra, Medusa, Aris Dark, Susy Gala, Carolina Abril o Nekane, por citar solo algunas. El llamado Niño Polla, con aspecto infantil pero muy bien dotado, es una figura a tener en cuenta. Muchas jóvenes transitan la pasarela de programas televisivos como Hombres, mujeres y viceversa, para acabar en la industria pornográfica: se trata de conseguir algo de fama y dinero como sea. Es el caso de nombres como Ana de Marco o Brenda Starlix. Algunas hicieron el camino inverso: dejaron el porno para caer en la tele, como Lucía Lapiedra, que se transformó en los realitys en Miriam Sánchez. También María Lapiedra tuvo sus minutos de gloria en la pequeña pantalla.
Muchas jóvenes transitan de programas televisivos como 'Hombres, mujeres y viceversa' a la industria pornográfica: es el caso de Ana de Marco o Brenda Starlix
Aún así, no podría decirse que hay un star system como el estadounidense, con sus celebradas estrellas y su glamurosa gala anual de los premios de la AVN, los Oscar del cine X. Eso sí, en diferentes localidades de España, como Barcelona, Valencia o Murcia, se celebran salones eróticos donde se puede encontrar una versión reducida de aquello. “España es un país pequeño con un mercado pequeño en el que tres o cuatro empresas se lo reparten todo”, explica Fernando Chierichetti, “además no es un negocio nada sórdido, como suele pensarse: si vas a nuestras oficinas podrían ser la de cualquier otro tipo de empresa que venda cualquier otro tipo de producto”.
El negocio detrás de los portales de porno
Las fuentes de ingresos pueden ser varias, desde las cuotas para hacerse socio a la publicidad, pero realmente lo que da dinero son las webcams a través de las cuales uno puede interactuar con modelos en directo, Internet mediante. “Las escenas pornográficas ya se pueden encontrar de forma gratuita en tubes como Xvideos o Pornhub, así que los ingresos por gente que pague cuotas cada vez son menores. Utilizamos los vídeos, en realidad, para atraer tráfico a las webcams. Si alguien me dijese ahora que pretende montar un productora para vivir de los vídeos le diría que no lo intentase”, explica Chierichetti. De hecho, muchas de las chicas que acaban haciendo porno han dado el salto desde la webcam.
¿De dónde provienen las otras? Muchas simplemente escriben a las empresas para ofrecer sus servicios. “Recibimos bastantes mails de chicas (y muchos más de chicos) que quieren entrar en el negocio, pero no todo el mundo sirve. Eso sí, hay que explicarles bien en lo que se están metiendo, un trabajo duro física y mentalmente, con mucha presión social. Lo que graben ahora estará disponible para siempre, y que no se engañen: alguien conocido lo va a acabar encontrando. Así que siempre recomiendo que lo hablen primero con sus seres más cercanos para evitar disgustos”, explica Daniel Casado, director de contenidos de Cumlouder, empresa radicada en Gijón pero que graba en Barcelona o Los Ángeles.
Tienen medio millón de visitas diarias y otros negocios en Internet relacionados con gafas de sol y fútbol. “Al final no dejamos de ser una empresa que vende cosas por Internet”, dice Casado. Las tarifas que cobran son de 300-400 euros por escena vaginal en actrices novatas. Los precios, si la cosa funciona, pueden subir a 500 o 600. Si hay sexo anal u otras modalidades la tarifa puede ser más alta.
Las tarifas que cobran son de 300 ó 400 euros por escena vaginal en actrices novatas. Pueden subir a 500 o 600 y si hay sexo anal u otras modalidades la tarifa puede ser más alta
Gracias a la facilidad de acceso, el porno empieza a ser cada vez más aceptado, sobre todo por las nuevas generaciones que han convivido con él desde muy pronto, no se sabe si de manera totalmente saludable. Además, el género es criticado habitualmente por machista. Y no solo el porno extremo que implica golpes, insultos, ahogos, llantos y otros tipos de humillaciones, sino el porno convencional, del que aquí mayormente hablamos, por aquello de que objetualiza a la mujer y muestra un sexo poco real.
“Está claro que la mayor parte del porno podría considerarse machista (por lo demás, como cualquier otro negocio)”, concluye Fogardo, “sin embargo, me gustaría señalar que existen unas corrientes cada vez más importantes de porno diferente, alternativo, diverso, artístico o feminista (incluso ético a nivel laboral), a las que deberíamos prestarle más atención”. Este tipo de porno lo podemos encontrar en páginas como la de Erika Lust, directora feminista, en makelovenotporn, una web de sexo real (no fantasía pornográfica) o para ir más allá de lo estándar, el porno arty de A four chambered heart.
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