¿Qué hace tu mascota cuando no estás en casa?
Los animales de compañía no acatan las normas de sus amos cuando están a solas
Max tiene plan para hoy. El terrier va a esperar sentado junto a la puerta a que vuelva Katie, su cuidadora. Plumita, un canario, pasará el día mejorando su vuelo frente a un ventilador y Leonard, un estilizado caniche blanco entusiasta del heavy metal, aprovechará la ausencia de sus amos para poner Bounce, de la banda estadounidense System of a Down, a toda pastilla. Así pasan el día los protagonistas de Mascotas, la nueva película de animación de Universal Pictures, que llega a los cines el próximo 5 de agosto.
La cinta fantasea sobre lo que hacen los animales de compañía cuando se quedan solos en casa, la realidad no es siempre parecida a la de Max, Plumita y Leonard. En la vida real, las mascotas duermen mucho, comen, muerden cosas y, a veces, se agitan.
Traky es una doberman mezclada que tiene fijación por los calcetines de colores. “Se los lleva al salón y los coloca por tonalidades sobre el sofá”, cuenta Guillermo, con quien convive. Bubu, un joven gato Bombay negro con los ojos color pistacho, ha aprendido a abrir la nevera cuando José Antonio se marcha a dormir. “He puesto cinta adhesiva y aun así consigue abrirla. Menudos atracones se pega”, afirma su dueño. Y Sammy, un loro yako gris, originario del centro de África, roba todo lo que alcanza con su pico desde los barrotes de su jaula en la cocina de los Villanueva.
Las normas que los cuidadores imponen a sus mascotas para la convivencia no tienen validez una vez que no están con ellos, admiten los expertos. En el momento en que se marchan los humanos, la casa, con sus provocadores rollos de papel higiénico, despensas llenas de golosinas, cómodas camas y sofás e incitantes pantuflas, queda a merced de los cuadrúpedos. “Con su actitud los animales no buscan romper las normas o vengarse, no tienen un comportamiento tan complejo, solo necesitan ocupar su tiempo con actividades”, sostiene Marta Amat, profesora del Máster en Etología Clínica de la Universidad Autónoma de Barcelona. Por la Red circulan decenas de vídeos en los que las mascotas hacen de las suyas cuando no están bajo la supervisión de sus cuidadores.
La actitud pasiva, de descanso, es la más habitual en los cánidos, de acuerdo con un estudio publicado en 2013 en Journal of Veterinary Behaviour. En él, científicos de la Universidad degli Studi de Milan y la Universidad de Montreal analizaron la conducta de 30 perros sanos de diferentes edades a los que se dejó solos durante 90 minutos. El resultado reflejó que buena parte del tiempo mostraron una actitud pasiva (22 minutos aproximadamente), en contraposición al que dedicaron a prestar atención al entorno (9 minutos), a jugar (6 minutos) a aullar (4 minutos), a sollozar (2 minutos), a moverse (1 minuto), a explorar (1 minuto) y a ladrar (menos de un minuto).
Los perros disfrutan mucho de la compañía, tanto humana como de otros animales. Los gatos, por el contrario, necesitan pasar tiempo a solas y sufren menos con la separación. Un estudio de la Universidad de Lincoln (Reino Unido) publicado en 2015 demostró que el comportamiento de los gatos variaba muy poco cuando sus amos estaban ausentes. Utilizaron una muestra de 20 felinos que permanecieron en su entorno habitual mientras que cambiaron a sus dueños o los dejaron solos. La única variación que detectaron los investigadores fue que las mascotas maullaban más a su verdadero cuidador que al extraño.
El que tengan un carácter independiente no significa que no establezcan lazos con sus cuidadores ni que no necesiten estímulos y que no tengan un carácter juguetón. Simplemente, su dependencia de los humanos es mucho menor. Los expertos recomiendan esconder comida dentro de objetos para que se entretengan en obtenerla y distribuir fuentes de alimentación y agua por la casa. “Los gatos hacen todo muchas veces al día poco tiempo, por eso es importante que siempre dispongan de comida ya que ellos se la dosifican”, recomienda Amat.
En la película Mascotas, perros, gatos y pájaros son colegas y se organizan para cumplir una misión. ¿Qué ocurre en la realidad? “En general cualquier animal puede convivir con otros de otras especies si se han criado juntos”, apunta la etóloga Marta Amat. Así, los gatos pueden llevar una convivencia pacífica y feliz con canes y aves porque los perciben como sus iguales.
Pájaros astutos
Cuando nadie les ve, las aves domésticas muerden cables, roban teléfonos móviles (y los lanzan desde gran altura) y desmontan, con su lengua prensil, los teclados de los ordenadores. No manipulan los electrodomésticos como el canario Plumita en Mascotas, pero a veces los cuidadores subestiman su ingenio. “Los loros y los guacamayos son animales muy inteligentes: saben identificar a cada miembro de la familia y se sienten parte de ella. Además, nos leen el lenguaje corporal y actúan en consecuencia”, explica Alejandra Arroyo, veterinaria de Yocalti, una empresa de servicios para animales de compañía.
Con el objetivo de evitar que adquieran conductas indeseadas es necesario que estén entretenidos. Existen juguetes, dispensadores de alimentos, fuentes de agua y otros objetos que pueden manipular. “La exploración es vital para ellos, son ladronzuelos y muy traviesos, hay que mantenerlos ocupados y reforzar las conductas positivas antes que castigar las negativas”, explica Arroyo. “Tenemos a los animales para nuestro disfrute, pero habría que cambiar ese concepto por el de convivencia”, añade sobre la necesidad de una transformación en nuestra relación con las mascotas.
Los científicos han demostrado que es posible averiguar qué sienten los animales cuando los dejamos solos, pero aún no ha desentrañado qué nos dirían cuando nos ven entrar en la habitación. Si lo supieran, seguramente los dejaríamos subir a esa cama prohibida.
Esta noticia, patrocinada por Universal Pictures, ha sido elaborada por un colaborador de EL PAÍS.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.