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Por qué volveremos al Heineken Jazzaldia en 2017

Después de asistir a la edición que ha terminado esta semana, damos las razones por las que contamos los días para la próxima

El escenario Verde Heineken, el más masivo del festival, en plena playa de Zurriola. El Kursaal asoma a la izquierda.
El escenario Verde Heineken, el más masivo del festival, en plena playa de Zurriola. El Kursaal asoma a la izquierda.

Una nueva edición (ya la 51) del festival Heineken Jazzaldia acaba de terminar. El balance ha sido excelente, con unas 150.000 personas que se han pasado por varios de los múltiples escenarios, del 20 al 25 de julio en San Sebastián. En nuestra crónica a pie de playa ya contamos las excelencias de algunos artistas de esta edición, como Marc Ribot o Ellis Marsalis. Ahora lo que vamos a dar son argumentos para acudir a la edición del 2017. Ya estamos contando los días...

- Porque ver conciertos en la preciosa playa de Zurriola es mucho más gozoso que una sesión de talasoterapia (luego hablaremos también de masajes).

- Porque no hay festival donde la arquitectura de la ciudad esté tan integrada. Capítulo especial merece la Plaza de la Trinidad, conocida popularmente como La Trini. Empedrado, montañas, ropa tendida en las ventadas, los vecinos viendo el concierto desde sus terrazas... Y en el centro del casco viejo, muy cerca de bares bien surtidos de pintxos. Y esto nos lleva a nuestro siguiente punto...

Aspecto de la Plaza de la Trinidad durante una actuación de la edición de 2016. Es uno de los escenarios con más encanto del Heineken Jazzaldia.
Aspecto de la Plaza de la Trinidad durante una actuación de la edición de 2016. Es uno de los escenarios con más encanto del Heineken Jazzaldia.

- Porque la ruta de los pintxos (inabarcable) te da la oportunidad de disfrutar de la suculenta gastronomía del norte. Ponemos algunos locales que se deben visitar: Bideluze I, Tanger, Bar Hidalgo, Bar Vallés, El Muro... Durante los días del festival, además, una oferta especial: un pintxo y una cerveza Heineken por 3,5 euros.

- Porque el Kursaal hay que visitarlo por lo menos una vez al año. Edificación moderna y bella (muchas veces estos conceptos son incompatibles), acoge los conciertos más arriesgados del festival. Su portentosa acústica te hará replantearte por qué pagas un riñón por ver a artistas en locales con sonido infame.

- Porque gracias a la campaña Heineken Live Your Music es posible ver a nuevos músicos en espacios especiales. Tiendas, bares y calles se llenan de música en un ambiente cercano. 

- Porque una sesión en el centro de talasoterapia de La Perla te deja como nuevo. Piscinas termales, masajes, ejercicios dentro del agua, jacuzzis... Y todo con unas alucinantes vistas de la playa de La Concha. A 20 metros de la playa, te puedes dar un baño y volver a los masajitos. Tu solo llevas el bañador y ellos te dan el gorrito y la toalla. 27 euros la sesión, sin límite de tiempo.

Uno de los escaparates de San Sebastián, decorados durante los días del festival.
Uno de los escaparates de San Sebastián, decorados durante los días del festival.

- Porque en una extensión que no llega al kilómetro puedes disfrutar de decenas de conciertos, repartidos por otros tantos escenarios. Se puede ir dando un paseo y hacer paraditas. Y la mayoría son gratis.

- Porque el director del festival, Miguel Martín, consigue un programa variado que tanto puristas como heterodoxos quedan satisfechos.

- Porque es la única concentración masiva cultural donde en las barras te dan directamente la botella de cristal de cerveza. Y ni un cristal en el suelo, oiga. Así de civilizados son por esas tierras.

- Y porque mientras el resto de España se achicharra, aquí la temperatura se queda en unos agradabilísimos 20 grados. Sí, llueve de vez en cuando, pero viendo cómo un poco más abajo se llega a los 40 grados, bienvenida sea esa lluvia.

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