Pequeñas turbinas de viento abastecen a una comunidad flotante de Hanoi
Cada vez más, se constata que la segregación socio-espacial se hace más notoria en las ciudades contemporáneas. Pero durante estos últimos 20 años, se podría decir que la República Socialista de Vietnam ha sorprendido al mundo, ya que ha logrado un crecimiento económico sostenido reduciendo de una manera considerable el porcentaje de miseria.
En apenas dos décadas, el índice de pobreza ha pasado de un 60% a un 11% de la población, según datos gubernamentales, aunque la diferencia entre ricos y pobres sigue aumentando con creces, siendo estos últimos no beneficiarios de este crecimiento.
Según se informa en la página de Oxfam: “En 1990, Vietnam era uno de los países más pobres del mundo con un PIB per cápita de US $98. En 2010, el PIB alcanzó los $1.000. Ahora Vietnam se encuentra clasificado como un país de renta media baja por el Banco Mundial. (…) Pero la reducción de la pobreza ha comenzado a desacelerarse, mientras que la desigualdad aumenta y se mantienen focos de pobreza profundos. Esto sucede especialmente en el caso de las minorías étnicas, el 14 por ciento de la población, pero que conforman la mitad de la población pobre del país”.
Así también lo constata el analista del banco mundial Gabriel Domombynes, quien asegura que el problema del aislamiento geográfico de muchas comunidades es parte del problema así como también lo es la exclusión cultural y social por la diferencia de la lengua, la educación y la falta de acceso a tierras de calidad.
Estos datos pueden ejemplificarse con el caso del pequeño pueblo flotante habitado por una comunidad de familias que vive sobre el río Rojo. Son unos 5 kilómetros los que separan esta pequeña comunidad flotante del distrito financiero de Hanoi, capital de Vietnam y la segunda ciudad más grande del país tras Ho Chi Minh.
Con el uso de distintos productos reciclados, este pequeño gran invento es capaz de cargar baterías de antiguas motocicletas y dar una luminosidad de 45 vatios, equivalente a una bombilla; un generador de energía eólica que hace uso de materiales que son baratos y fáciles de reemplazar.
A pesar de que la salida generada es muy pequeña, es una diferencia significativa para todas estas familias, a quienes se les negó previamente el uso de electricidad porqué vivían demasiado lejos de una estación de energía y lo único que podían hacer era racionar el suministro debido a los altos costes, una mediana de 9 $ al mes (teniendo en cuenta que el sueldo por día es de 4.5 $).
Cabe destacar que Vietnam produce apenas 140 MW de energía solar y eólica cada año, según el Ministerio de Industria del país, quien también asegura que Vietnam tiene capacidad de producir hasta 7000 MW, 500 veces más.
Actualmente, ya se han hecho acuerdos conjuntamente con General Electric (GE) para desarrollar un plan nacional de proyectos eólicos, con una capacidad de hasta 1000 MW, para dar electricidad a 1.8 millones de familias en 2025.
Definitivamente, pequeños proyectos como el de Mr. Le Cuong son el ingrediente necesario que muchos gobiernos necesitan potenciar y escuchar. No solo a nivel local sino a nivel nacional. Expertos que trabajan en los sectores más empobrecidos de las ciudades son los que verdaderamente conocen las necesidades de los más vulnerables.
El trabajo multidisciplinar entre locales e instituciones gubernamentales es totalmente necesario para entender, promover e implantar mejoras en el entorno urbano.
A día de hoy, Le Cuong espera aumentar la producción de energía y está buscando financiamiento para ayudar a aligerar los costes de electricidad de otras familias de bajos ingresos.
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