Un esfuerzo de titanes
E S EVIDENTE que la cabeza humana está mal hecha, ya que no caben en ella todos los símbolos patrios. Ahí vemos el tricornio y la bandera, sí, pero dónde colocar la peineta, dónde la mantilla, dónde la bailarina flamenca, dónde el legionario con la camisa abierta, dónde la cabra, dónde la Virgen de la Macarena, por poner solo unos ejemplos. Estas son las cosas que le hacen dudar a uno de la existencia de Dios. De acuerdo en que cuando creó al hombre España no existía, pero debería haber imaginado que era una cuestión de tiempo. Entonces, ¿qué hacer cuando asistes a un partido de fútbol de la selección en el extranjero? ¿Con qué criterio eliges un tricornio, lo que implica arrinconar la montera del matador de toros? ¿No habría sido más lógico que, a los españoles por lo menos, nos hubiera creado con dos cabezas, incluso con dos cuerpos para ir simultáneamente de bailaor y de banderillero?
Hay países que se conforman con un símbolo. Estados Unidos tiene el dólar. Los suizos, el reloj de cuco. Los franceses, el queso camembert. Con esa simpleza carece de mérito desplazarse por el mundo. No tienes ni que facturar el equipaje porque te cabe todo, incluso las ideas, en una bolsa. Pero representar a España por ahí fuera requiere un esfuerzo de titanes, sobre todo cuando la tienes que representar en un estadio de fútbol, donde hay cientos de cámaras de televisión buscando el atuendo más étnico. No digamos si a lo netamente español, como lo señalado, te da por añadir la simbología de nacionalidades históricas tipo Cataluña o País Vasco. Un sinvivir, no me digas que no.
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