“Estoy disponible para mi país y para África”
La expresidenta de la transición en República Centroafricana recibió el encargo expreso de la comunidad internacional de organizar elecciones y traspasar pacíficamente el poder
Catherine Samba-Panza (Yamena, 1954) se sienta en la terraza de Casa África, embutida en un traje azul oscuro, estampado con flores y entallado, con el pelo estirado hasta formar un moño que anida en su nuca y las cejas dibujadas a lápiz. Tiene la expresión plácida. Es alta, cargada de hombros y gesticula pausadamente con las manos, con movimientos amplios y elegantes. Precisa en varios momentos que no tiene ningún apoyo y que no pertenece a ningún partido político, pero no puede negarse que es una comunicadora nata. Tampoco que lleva la política en la sangre. Pasó dos años, dos meses y una semana a la cabeza de la transición centroafricana, con el encargo expreso de la comunidad internacional de organizar elecciones.
Samba-Panza participó a mediados de este mes de mayo en el I Encuentro de Parlamentarias Canarias-África. Era, junto con la soprano y activista norteamericana Barbara Hendricks, la estrella invitada en esta iniciativa organizada por el Parlamento de Canarias y la Fundación Mujeres por África. Inauguró las jornadas en Tenerife y las clausuró en Gran Canaria, con una charla sobre su experiencia al frente de un país que saltó a nuestras pantallas y portadas de prensa efímeramente a causa de su penúltima guerra y que todavía se encuentra en una situación muy frágil, vulnerable.
Samba-Panza explica que dio un paso al frente por deseo expreso de otras mujeres y sin otras credenciales que su trayectoria como militante de los derechos humanos y mediadora, su manera de escuchar y su imparcialidad. “Llegaba del sector privado, sin experiencia política y en una situación muy compleja”, subrayó en la conferencia de clausura en la Presidencia de Gobierno de Canarias. Responde a nuestras preguntas en una pausa del Encuentro.
- P. Ellen Johnson Sirleaf, Joyce Banda, usted,… ¿Por qué piensa que hay tan pocas mujeres jefes de Estado africanas?
- R. El problema de las mujeres no es sólo africano, está en todas partes. Fíjese en lo que pasa en Brasil. Si Dilma Rousseff no fuera una mujer, no creo que tuviera tantas dificultades. Por todas partes en el mundo, creo que la situación de la mujer es una cuestión a promover. Es una realidad.
- P. Su país, República Centroafricana, vive todavía un proceso de reconciliación y mantenimiento de la paz. Hay expertos que dicen que el gran problema en la construcción de paz y la reconciliación sigue siendo la exclusión de las mujeres.
- R. Hace falta implicar a las mujeres en los procesos de decisión, ahí donde se toman decisiones sobre la paz, sobre su consolidación. Cuando llegué al poder, puse a la cabeza de todas las instituciones de reconciliación y de consolidación de la paz a mujeres. Y fue muy bien. Para el Foro de Reconciliación, el comité de preparación lo presidía una mujer. En otro organismo, tres mujeres. Una mujer era presidenta de la Autoridad Nacional para las elecciones. Me dije que, durante el breve tiempo en que estuviera en el poder, si podía utilizar ese poder para ayudar a las mujeres, lo haría. Desgraciadamente, me doy cuenta de que esos avances son difíciles de consolidar. Tenía ocho ministras en mi Gobierno. A día de hoy, hay cuatro. Y allí donde había mujeres importantes, comienzan a reemplazarlas. Es necesario que estemos en guardia para denunciar ese tipo de prácticas.
- P. Quedan muchos desafíos pendientes todavía en República Centroafricana ¿Cómo ve la situación actual de su país y cuáles son las prioridades según usted?
Si Dilma Rousseff no fuera una mujer, no creo que tuviera tantas dificultades
- R. Antes de abandonar el poder, llamé la atención de la comunidad internacional sobre la necesidad de acompañarnos. En el terreno de la seguridad, el programa de desarme es importante. La reforma del sector de la seguridad que ha sido lanzada durante la transición debe seguir. Pero, sobre todo, tenemos el problema de la reconciliación nacional. Es un trabajo de larga distancia, porque cuando tenemos el odio en los corazones y los espíritus, no podemos borrarlo todo de la noche a la mañana. Es un trabajo que debe continuar con la apertura a todos los partidos, con un diálogo permanente. Sin embargo, el problema más importante que hay que enfrentar es la pobreza. Mientras la gente sea pobre, mientras los jóvenes y las mujeres no tengan trabajo, podemos manipularlos. Pienso que los programas de lucha contra la pobreza y de empleo para alejarlos de la violencia son también importantes. Todo esto para decir que los desafíos son todavía numerosos y que la paz que conocemos es frágil, es volátil, puede bascular de un momento a otro.
- P. ¿Qué opina del final de la operación Sangaris?
R. Francia tiene muchos frentes donde debe estar y es un cofinanciador importante. No puede seguir estando en todas partes. Va a dejar una misión, con la misión de Naciones Unidas, que va a continuar la formación de las fuerzas de defensa y seguridad centroafricanas. Para reforzar las capacidades propias de República Centroafricana y para, en caso de necesidad, acudir en apoyo de la Minusca para intentar resolver los problemas de inseguridad.
P. Como expresidenta de un país que es conocido en los medios de comunicación internacionales por la guerra y los abusos sexuales de soldados extranjeros, ¿cuál sería su mensaje para esos medios y para el resto del mundo?
R. Sobre todo para los medios internacionales. Los medios internacionales han presentado la República Centroafricana de manera negativa. Sólo a través de hechos violentos. A través de abusos sexuales. A través de problemas políticos o con grupos armados. Pero hay acciones que la población lleva a cabo, anónimos, jóvenes, mujeres para sobrevivir a la crisis. Y no se habla de todos esos esfuerzos de resiliencia. No hablamos de todo lo bueno que se ha hecho. De mí se habla cuando hay un problema con los grupos armados, pero no se habla de los esfuerzos que hice para lograr la paz, la seguridad y lograr que se realizaran las elecciones.
Cuando tenemos el odio en los corazones y los espíritus, no podemos borrarlo todo de la noche a la mañana
P. Parece que en contextos de conflictos en África se fuerza a países frágiles, que tienen otras prioridades, a ir a las elecciones. Es lo único que parece importar a la comunidad internacional y las elecciones se presentan como la panacea…
R. Cuando llegué a la cabeza del Estado, los desafíos eran numerosos. Desafíos de seguridad, humanitarios, de gobernanza, económicos, financieros. No me contenté sólo con las elecciones, incluso aunque las elecciones fueran el objetivo final de la transición. Elaboré un programa de desarrollo sostenible sobre la base de la hoja de ruta trazada por la Comunidad Económica de Estados de África Central (CEEAC). Adaptamos una hoja de ruta que tomaba en cuenta todos esos desafíos, entre los que estaban las elecciones. Así que además del trabajo en las elecciones, buscamos la movilización de fondos para ayudar a los jóvenes y a las mujeres y para sacar adelante el trabajo de rehabilitación de escuelas y los centros de salud, de relanzamiento de la administración y la economía.
El trabajo fue multisectorial y multiforme, pero todos se concentraron en las elecciones porque eran el objetivo principal. Es verdad, nos empujaban a las elecciones. Era consciente de que los políticos querían tener enfrente autoridades legítimas y hacía falta moverse en ese sentido. Porque si la transición duraba demasiado, tampoco era bueno.
Mediadora y política
Catherine Samba-Panza nació en Chad en los tiempos en que era colonia francesa. Igual que Camerún, el país de su padre, y la República Centroafricana, el suyo y de su madre. Creció en Bangui, la capital centroafricana, bajo la tutela de un tío materno diplomático. Se trasladó a París para estudiar en la universidad y regresó a su país en los años 90 del siglo pasado, con el grupo francés de seguros Allianz y armada con una licenciatura en ciencias de la información y la comunicación y una especialización en derecho y seguros. Rápidamente montó su propia empresa, también en el sector asegurador, y una asociación especializada en combatir la mutilación genital femenina y otras formas de violencia contra las mujeres. Además, ejerció de formadora en derechos humanos en un programa de Amnistía Internacional.
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