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ARTE Y GASTRONOMÍA

Platos rumberos en una taberna muy flamenca

‘La Carmencita’ exhibe las principales fotos de Pepe Lamarca y ofrece un menú inspirado en ellas para rendir homenaje a la época dorada del flamenco en Madrid.

Desde las antiguas paredes de La Carmencita (c/Libertad, 16), en pleno corazón de Madrid, los rostros de algunas de las principales estrellas del flamenco acompañan a los comensales de esta castiza casa de comidas abierta en 1854. Pepe Lamarca los atrapó con su cámara, allá por la segunda mitad de los años 70 del siglo pasado, cuando ellos solían pasarse por aquí a tomar algo, antes o después de actuar en el cercano tablao Los Canasteros de Manolo Caracol. Para recordar esa época, y para homenajear al fotógrafo nacido en Argentina que acostumbraba seguir a los artistas con su cámara, el propietario de esta histórica taberna, Carlos Zamora, se encargó también de que su equipo diseñara un conjunto de “platos rumberos.” Las instantáneas y el menú pueden disfrutarse aquí hasta el próximo 30 de junio.

Antes de exiliarse, Lamarca pasaba sus días retratando a la clase obrera de Buenos Aires. Llegó a España poco después de la irrupción de la dictadura militar en su país y comenzó a trabajar en Casa Gades. Ahí conoció a buena parte de los cantaores, bailaores y guitarristas del arte que desde 2010 es Patrimonio de la Humanidad. A muchos les hizo fotos para las portadas de sus discos. O los inmortalizó, casi siempre en blanco y negro, durante sus actuaciones o en la convivencia diaria con sus colegas. Ahí están las risas entre Paco de Lucía y Camarón, los ojos de Terremoto pegado a la cara de José Menese, la calva llena de pensamiento de Antonio Mairena, la juventud inocente de José Mercé, los trajes maqueados de Menese y Fosforito o la delicadeza de Carmen Linares. “Esta exposición se la dedico a la memoria de Melchor de Marchena y de su hijo Enrique de Melchor, y a su música que siempre estará viva”, dice Pepe Lamarca, quien vive en la provincia de Santander (Cantabria).

El cante jondo puede saborearse en esta taberna en forma de riñones e hígados ecológicos por alegrías de Cádiz con huevos fritos, callos por soleá con patatitas de las que se utilizan en las de la tortillas de patatas, morcilla de Burgos frita con choricillo a la malagueña, patatas por bulerías crujientes con rabo de ternera eco, ensaladilla de tanguillos y las anchoas que tanto le gustaban a Carmen Amaya, cuando iba a la “tierruca” con Agüero, su marido.

“Con estas fotos vuelven los fantasmas que han pululado por este barrio”, afirma Lamarca con una sonrisa, y reconoce tener una especial admiración por Rafael Romero, debido a su “potente personalidad.” Sin embargo, agrega, estuvo más unido a José Meneses y Pepe Habichuela, los dos únicos de sus fotografiados, por cierto, que continúan con vida. Cuentan que estos artistas venían a la segunda taberna más antigua de Madrid, decorada con azulejos y una barra de estaño, y exhibían su preferencia por los platos de cuchara, como los garbanzos con menudo o los callos a la madrileña, siempre acompañados con un buen vino. Con estos alimentos se preparaban para sus actuaciones o reponían fuerzas después de ellas. Al terminar de probarlos, ustedes comprobarán cuánta razón tenían.

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