La devaluación del amigo
Según el antropólogo Robin Dunbar, se puede alimentar una relación estrecha con no más de 150 personas
Los amigos solían contarse con los dedos de una mano, pero ahora algunos dicen tener 2.000 o 3.000 amigos. La palabra ha registrado, pues, una notoria devaluación.
Seguramente el cantante brasileño Roberto Carlos no imaginaba cuando empezó a cantar Yo quiero tener un millón de amigos que se estaba arriesgando a que su deseo se cumpliera. En su cuenta oficial de Facebook reúne 5.820.421. Como para llevárselos de cañas.
“Amigo” se refiere a quien mantiene con otro una relación de “afecto personal, puro y desinteresado, que nace y se fortalece con el trato”. Según los conocidos estudios del antropólogo británico Robin Dunbar, el ser humano puede alimentar una relación estrecha con no más de 150 congéneres; es decir, personas cuyo carácter conoce, con quienes conversa a menudo y a las que puede telefonear en un caso de urgencia. La entrada de nuevos individuos en el grupo suele implicar la pérdida de contacto con otros, generalmente aquellos cuya presencia se había ido diluyendo.
Las redes sociales no parecen haber cambiado eso: la verdadera relación de un usuario con otros se mantiene en los referidos parámetros: 150 personas con las que se interactúa, y de las cuales son amigos de verdad el 3%. El resto de los usuarios relacionados sólo tienen de “amigo” la palabra (devaluada).
Hace unas semanas falleció en Vigo un hombre llamado José Ángel. Sufría el síndrome de Diógenes (que consiste en acumular todo tipo de objetos y basuras), y apenas se trataba con sus vecinos. El cadáver fue hallado días después de su muerte, y nadie lo reclamó para darle sepultura. En Facebook, sin embargo, sumaba 3.544 “amigos”, ninguno de los cuales sabía realmente cómo transcurría su vida.
Tanto se ha devaluado la palabra amigo, que prolifera en los medios el extraño sintagma “amigo personal”. Esta expresión debería constituir en puridad un pleonasmo (redundancia de significado) porque se supone que todos los amigos son personales mientras no se diga otra cosa. Y si alguien necesita decir “amigo personal”, eso quizás se deba a que tiene conciencia de que existen amigos impersonales.
Este deterioro progresivo de la palabra “amigo” puede aconsejar algún día que el Diccionario acote mejor su definición, a fin de mantener el prestigio de tan insigne vocablo. El amigo (sin adjetivos rebajadores) sería entonces no solamente quien cuidase una relación de afecto personal, puro y desinteresado que nace y se fortalece con el trato, sino quien además estuviese dispuesto a prestar dinero al otro sin muchas esperanzas de recuperarlo.
Y a ver cuántos se apuntan a eso en Facebook.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.